La experiencia del seva
Si pensamos en el Señor y el maestro las veinticuatro horas del día, todo lo que hagamos será seva. No habrá ego en lo que hagamos. Lo haremos todo como un deber hacia el Padre. Si el Señor está siempre en nuestros pensamientos, todo lo que hagamos será seva.
M. Charan Singh. Spiritual Perspectives, vol. III
Como suelen decir los maestros, al desempeñar un seva los primeros que se benefician son las personas que lo realizan. Y también hemos escuchado decir a los maestros que “nosotros necesitamos el seva”. ¿Necesitamos el seva para ocuparnos?, ¿para hacer un buen uso de nuestro tiempo?, ¿para sentirnos bien con nosotros mismos contribuyendo a ayudar a los demás…? Sin duda, las anteriores son buenas necesidades, pero ninguna de ellas justifica la razón principal por la que necesitamos hacer seva, desde la perspectiva de las enseñanzas de Sant Mat.
Desarrollemos con más profundidad por qué necesitamos hacer seva.
En primer lugar, consideremos que la experiencia del seva puede obtenerse desempeñando tareas sencillas, tareas más complejas, más técnicas, más organizativas, más intelectuales…, pero en todas ellas el objetivo que se pretende, según los maestros, es aprender a desprendernos de nuestro ego. En este sentido, no importa lo que nosotros pensemos o creamos sobre la manera de llevar a cabo una tarea, o nuestra forma personal de hacerla. Siguiendo la sabia guía que nos proporcionan las palabras del Gran Maestro, recogida en la carta 160 de Joyas espirituales:
No importa que a cualquiera de nosotros nos guste que se haga algo o no; mantengamos una dulce armonía y amor, y permitamos que gobierne la mayoría.
Lo importante es que realicemos la tarea, sea la que sea, con humildad, con colaboración, con espíritu de equipo y con el fin de servir al bien común, satisfaciendo y complaciendo a aquellos a los que servimos. Hazur Maharaj Ji nos revela en Spiritual Perspectives, vol. III:
La mayor recompensa en el seva es la alegría y felicidad que sentimos en nuestro interior por haber conseguido una oportunidad de servir a alguien. Esa es la mayor felicidad que alguien puede conseguir: hacer a otro feliz. (…) Seva para cualquier institución, seva para cualquier persona, seva para grandes grupos. En otras palabras, una actitud caritativa de ayuda a los demás, eso es seva.
Y en el vídeo El enigma del amor escuchamos:
Hay más felicidad en amar que en ser amado,
en dar que en recibir; en servir que en ser servido…
Hacer seva implica una renuncia y entrega personal en aras al beneficio de los demás; es ejecutar cualquier acción de servicio con lo mejor de nosotros mismos para complacer al maestro, por el amor y el sentimiento que le tenemos y sin ningún deseo de recompensa. Es el amor a él lo que nos mueve a servirle, a obedecerle humildemente a través de cualquier oportunidad de seva que nos llegue. Hazur Maharaj Ji explica en Muere para vivir:
Nos sentimos más humildes cuando trabajamos hombro con hombro con las masas. Cuando nos sentamos con ellos, a su lado, nos sentimos naturalmente llenos de humildad, nos sentimos a su nivel. Así, trabajamos con el cuerpo para la comunidad o para los seres humanos. Tratamos de ayudarles y serles útiles precisamente para crear humildad en nuestro interior.
Si está ausente esta actitud de humildad, pronto se complicarán las cosas. Podemos decir que entonces no estamos haciendo servicio, no servimos al prójimo, no servimos al maestro. Así lo advierte Hazur Maharaj Ji en Spiritual Perspectives, vol. III:
El seva no es para hacer de alguien un líder de la comunidad, del grupo o para ejercer cualquier autoridad, eso no es seva. El seva debe crear humildad en nosotros, debe eliminar el ego de nuestro interior. Cuanto más no sintamos a nivel de tierra, más se enfocará nuestra mente en la meditación, en el Padre.
Y en otro apartado del mismo libro, añade:
El propósito del seva es crear humildad en nosotros. Nos ayuda a convertirnos en uno con nuestros compañeros, a ser humildes, mansos, a llenarnos de humildad, porque el Señor nos ha creado a todos iguales. Es el ego el que nos separa del Padre, y tenemos que eliminarlo. Cuando servimos a los demás, automáticamente nos volvemos humildes. Ese es el verdadero propósito del seva, simplemente ser humildes, convertirnos en uno con los demás.
Es prácticamente imposible que nuestro ego y personalidad no se entrometan en el momento de prestar servicio, pero no deberíamos desanimarnos sino comprender que, realizándolo, poco a poco, iremos mejorando. Y para eso, hemos de esforzarnos a pesar de los disgustos, decepciones o fallos a los que nos aboque nuestra marcada personalidad. Nunca deberíamos abandonar el seva por más difícil o complicado que nos parezca, ni la situación en la que nos toque hacerlo, pues es precisamente continuar con el seva lo que nos ayudará a mejorar. Hazur Maharaj Ji solía aconsejarnos: “Debemos dejar de tener ego en vez de dejar el seva. Tarde o temprano el seva nos ayudará a crear humildad. Mejor abandonar el ego que está apegado al seva. Huyendo de la situación, no solucionamos el problema. Tenemos que enfrentarnos a la situación” (Spiritual Perspectives, vol. III).
A través de la experiencia del seva los maestros ponen a nuestro alcance un poderoso medio de aprendizaje y purificación de la mente, con el propósito de que atendamos la práctica de la meditación en mejores condiciones: con menos orgullo y engreimiento, con mayor conciencia de nuestras debilidades, de nuestra insignificancia y poca importancia para así hacer la verdadera súplica en el momento de la meditación. Con esa actitud generada por medio del seva, podremos repetir los nombres con la intensidad de un corazón que ruega humildemente para que el maestro se apiade de todos nuestros defectos y tropiezos y nos ayude a mejorar, a limpiarnos, a ser dignos de que nuestro corazón pueda albergarle. Esta es precisamente la razón principal y el sentido del seva. Es un medio muy poderoso para el seva principal: la práctica de la meditación.
En Spiritual Perspectives, vol. III, leemos:
Hay cuatro tipos de seva. Los tres primeros son con la mente, el cuerpo y la riqueza. Estos sevas nos ayudan a limpiar nuestra mente. Cuando queremos llenar un recipiente con leche u otra cosa, primero tenemos que limpiarlo, si no todo lo que pongamos se echará a perder. Lo limpiamos, y entonces lo que pongamos se conservará bien. Del mismo modo, el propósito del seva es limpiar nuestra mente para que podamos retirar nuestra conciencia al centro del ojo y apegarla al Shabad y Nam. Ese es el seva verdadero. Los otros tres sevas son medios para limpiar el recipiente, para que se pueda llenar con el néctar, con el Shabad.
El servicio por sí solo, sin vincularlo a la meditación es incompleto desde la perspectiva de las enseñanzas de los maestros. A veces se les ha preguntado a los maestros sobre hacer algún otro tipo de seva para compensar la meditación si esta no se realiza, y la respuesta es, tal como se recoge en el libro Muere para vivir: “Los tres tipos de seva te conducirán a la meditación. Son medios, pero los medios no pueden sustituir al fin”.
Con su sentido eminentemente práctico, también Baba Ji se ha referido a que no debería surgir este planteamiento de tener que optar entre seva y meditar. Él nos explica que en el día a día hay tiempo para todo. Incluso si no lo percibimos así y nuestros quehaceres y responsabilidades llegan a abrumarnos tanto que creemos no tener tiempo para meditar, él nos propone si acaso alternar el seva y el satsang, jamás la meditación.
Cuando hacemos seva, inmediatamente somos conscientes de la conexión con el maestro y de cómo nos proporciona un ambiente favorable para meditar. La importancia del ambiente en el que vivimos y como este puede repercutir favorable o desfavorablemente en la meditación, suele explicarla Baba Ji con el ejemplo de alguien que quiere ir a un lugar que está al norte, pero a lo largo del día empieza a caminar unos pasos hacia el norte y diez hacia el sur; al final esa persona estará más lejos de su destino e incluso del punto de partida. Este ejemplo nos ayuda a ver la importancia de ser coherentes, de llevar una lucha y esfuerzo constante con la mente para mantenerla en la disciplina y rectitud necesaria para seguir las enseñanzas, y para eso el seva ayuda, el satsang y el simran ayudan.
Hazur Maharaj Ji dice en Muere para vivir:
Veamos, el satsang, las reuniones en grupo, discusiones, seva, son medios para inducirnos a atender a la meditación. Cuando insistimos en algo todos los días, definitivamente deja alguna huella. Así que podemos ser una fuente de ayuda mutua para atender a nuestra meditación. Lo principal es dedicar tiempo a la meditación.
Es una lucha constante con la mente. Y todo el tiempo que pasamos luchando con la mente durante el curso de la meditación, es en sí meditar. Del mismo modo, un niño no puede empezar a correr nada más nacer. Tiene que pasar por varias etapas antes de aprender a caminar y correr. Por tanto, debemos disciplinar a la mente. Durante muchos años ha estado descontrolada, por eso se tarda tiempo en controlarla. Pero mientras tengamos regularidad, dedicándole su tiempo, luchando con la mente, disciplinándola, estamos atendiendo a la meditación.
Pensemos en todas esas veces en las que los discípulos hemos tenido la oportunidad de vivir en el ambiente de Dera, junto al maestro; un lugar en el que nos sentimos inmersos en una atmósfera muy poderosa y propicia para la meditación. Precisamente, en ese lugar, fuera de las distracciones del mundo, es posible mantener todo el tiempo la contención y disciplina de la mente, y es destacable como luego nos cuesta encontrar ese ambiente tan inspirador al volver a nuestros países y rutinas habituales. Pero incluso así, nuevamente el esfuerzo y responsabilidad de procurar vivir en una ambiente propicio para la meditación recae en nosotros. Así lo explica Charan Singh Ji en el vídeo El enigma del amor:
Pero ¿por qué dejar Dera? ¿Por qué no llevarla contigo?
Construye tu propia Dera en tu interior
y tenla siempre contigo.
Dera no está hecha de ladrillos y cemento.
Es el amor y la devoción lo que nos conmueve,
y eso lo desarrollas en tu interior.
Por lo tanto, podríamos afirmar que el satsang es una escuela práctica que junto al taller del seva esculpe las cualidades más necesarias para la devoción al maestro. Digamos que tenemos dos herramientas o medios fundamentales que a todos nos ayudan e inducen a meditar, a realizar el verdadero servicio. Por eso, no perdamos de vista que si nuestra mente, como es hábito y costumbre, tiende a apartarse de las enseñanzas y a deleitarse en las distracciones del mundo, sin duda, el seva, el satsang y el simran nos ayudarán a volver a ese ambiente propicio para la meditación. Hazur Maharaj Ji dice en Muere para vivir:
Asistiendo a reuniones en grupo, leyendo literatura adecuada, haciendo seva para el sangat, conseguimos inspiración y ayuda mutua, para que nuestra fe en la meditación se fortalezca. Estos son buenos medios para inducirnos a la meditación.
Tal vez no seamos conscientes de los beneficios del seva y pasemos por alto lo que realmente se nos proporciona cuando tenemos la oportunidad de hacer seva y, en un sentido más profundo, de vivir con actitud de servicio. Precisamente cuando un discípulo se refiere a vivir una vida de servicio al maestro y le pregunta a Hazur Maharaj Ji en Muere para vivir: “Maestro, ¿puedes aconsejarnos cómo moldear nuestra vida y llevar con nosotros las enseñanzas el día entero en un sentido de seva, un sentido de servicio al Señor en nuestra vida diaria?”. Hazur Maharaj Ji responde:
Cualquier seva que una persona pueda hacer es bienvenido, pero el verdadero seva es atender a la meditación, conectar tu alma con el sonido. Estos tres sevas –de los bienes, de la mente y del cuerpo– son los medios para ese fin. Si olvidas el objetivo, los medios solo limpiarán el recipiente, pero no lo llenarán.
Así que esos tres sevas que te he explicado son solo medios para un fin, y el seva verdadero es el Surat Shabad Yoga, conectar tu alma con el Sonido. Ese es el seva que más agrada al Señor y al maestro. Los tres primeros nos conducen al cuarto seva, que es el auténtico.
La inmensa gracia del maestro ya está con nosotros, solo es cuestión de ser conscientes y asimilarla; él nos ha dado la oportunidad de protegernos en la práctica del seva, el satsang, el simran, y es importante que los valoremos y nos sirvamos de ellos. Al final, como suele explicar Baba Ji, debemos reflexionar sobre nuestro objetivo en la vida y en especial sobre el compromiso que hemos adquirido voluntariamente de seguir el sendero de Sant Mat. Si lo pensamos bien, toda nuestra existencia está dirigida al cuerpo: trabajo, techo, comida…, todo es para nosotros mismos, para nuestro ego efímero, pero el alma también necesita alimento. El alma merece toda nuestra consideración y dedicación porque es para siempre. Por tanto, utilicemos sabiamente este cuerpo de la forma que más ayude a realizar el verdadero servicio de la meditación: llevemos una vida caritativa y sensible a las necesidades del prójimo, siendo de ayuda a todos, porque al fin y al cabo un día deberemos dejar todo lo que es nuestro, hasta este mismo cuerpo, y cuanto más lo dediquemos al servicio mejor uso habremos hecho de él. El Gran Maestro así lo afirma en un fragmento de El enigma del amor:
En una ocasión, el Gran Maestro no se encontraba bien. Sus discípulos le rogaron que descansara en casa y no fuera al satsang. Él contestó: “Cuánto más se utilice este cuerpo para seva, mejor… Después de todo, un día será entregado a las llamas”.
Y también declara en Joyas espirituales:
No solamente no aconsejamos el aislamiento o el egoísmo, sino que recomendamos el más alto ideal del servicio. El servicio es en realidad el elemento principal de nuestra organización; y la mayor parte de nuestros voluntarios, tanto los hombres como las mujeres que trabajan en las cocinas, los secretarios y los supervisores de departamento, son honoríficos. El más alto servicio a ti mismo, a los demás y al maestro, es entrar en tu interior.
Demos orientación cada instante a nuestra errante mente con la repetición de los nombres, después de todo ¿qué tenemos que pensar y analizar?, ¿y en qué tenemos que detenernos? Seamos prácticos y hagamos simran. El simran realizado a lo largo del día es de un valor inestimable en el momento de retirar la atención durante la meditación regular. Y siempre que tengamos la posibilidad de asistir a satsang, tomemos tanta inspiración como podamos; esa influencia nos confortará y reforzará nuestra devoción, y podremos meditar de forma mucho más intensa y concentrada.
Busquemos y procuremos vibrar en el ambiente de las enseñanzas las veinticuatro horas del día, con los medios que el maestro ha puesto a nuestro alcance para realizar el fin al que nos conducen: ¡la meditación, el servicio del alma!
Dera no va de infraestructuras o edificios, sino acerca del desarrollo interior de la virtud de la humildad. Los maestros explican que el seva físico es tan solo un medio para el fin. El seva limpia nuestra mente para que podamos retirar nuestra atención y apegarla al Shabad o Palabra interior; y este es nuestro verdadero seva. El enigma del amor