El inicio de la sabiduría
Seguir el camino, ver al maestro,
seguir al maestro, caminar con el maestro,
ver a través del maestro, ser el maestro.
Proverbio budista
Cuando después de la iniciación comencemos formalmente en el sendero interior de la meditación, descubriremos que nos hemos embarcado en lo que parece una lucha de por vida con nuestra mente. En la meditación podemos intentar calmar y concentrar nuestra atención y llevarla dentro, pero la mente humana tiene establecido desde hace mucho tiempo el hábito ‘de correr hacia fuera’ con sensaciones, percepciones, sentimientos y pensamientos dispersos.
Pronto descubrimos que aunque la práctica de la meditación tiene el propósito de dirigir la atención hacia el interior, por lo visto un cúmulo inagotable de pensamientos, imágenes, recuerdos y sensaciones nos distraen de este objetivo. Empezamos a darnos cuenta del poder hasta ahora inadvertido de las ‘cinco pasiones’: lujuria, ira, apego, avaricia y ego, que parecen tener rienda suelta sobre nuestros pensamientos, emociones y acciones.
La mente humana tiene la tendencia natural de repetir una y otra vez los mismos pensamientos y emociones. Por ejemplo, si alguien hiere mis sentimientos, repito los recuerdos y vuelvo a reproducir la situación una y otra vez en mi mente, y la misma emoción me altera cada vez. Momento a momento, las experiencias de nuestra vida generan cada vez más pensamientos y sentimientos, algunos de los cuales quedan grabados en nuestra mente a través de la repetición. Así nuestros pensamientos se convierten en hábitos mentales que con el tiempo forman nuestro carácter y personalidad por completo.
Cuando a través de la meditación comenzamos a vernos un poco más objetivamente, empezamos a darnos cuenta de que la persona a la que considero ‘yo’ es más o menos la suma total de todos estos hábitos mentales.
En la meditación nos hacemos intensamente conscientes del poder de estas ideas, emociones, y rasgos de carácter. Esta consciencia es el inicio de la sabiduría.
Comenzamos a retirar nuestra atención de este ‘yo’ ilusorio y, poco a poco, nos separamos de los delirios y los enredos que impiden al ‘yo’ real darse cuenta de su verdadera identidad con ese amor divino y energía a la cual los místicos denominan: Palabra, Shabad, y otros nombres.
Ese poder ‘superior’ es en realidad el poder interno, el Shabad magnético o el amor divino que reside dentro de nosotros, es nuestra esencia. Ese amor divino ejerce un ‘impulso interior’ que es el mismo que nos llevó inicialmente hasta el maestro verdadero. Hay más en un maestro verdadero de lo que se ve a simple vista. Un maestro verdadero irradia belleza espiritual, humildad y amor. La forma física y las acciones de un maestro verdadero son, como cualquier palabra, un medio para impartir las enseñanzas al discípulo. El maestro verdadero es una encarnación del amor divino, y ese amor es también el poder interior que nos atrae y lleva al interior.
(…) El amor verdadero, dicen los maestros verdaderos, yace íntegro pero invisible dentro de cada ser humano, como el magnetismo en el hierro. Tenemos que experimentarlo, tenemos que ser conscientes de él, y para lograrlo –para que sea una realidad en lugar de solo un concepto– tenemos que aprender a aquietar y retirar nuestra mente, nuestra atención, de los amores y preocupaciones temporales de este mundo e ‘ir al interior’. Y esto, en pocas palabras, es para lo que un maestro verdadero nos prepara. Como dice el maestro actual: “Lo único que importa es ir al interior. Todo lo demás son historias”.
Todo esto ayuda a explicar por qué Sant Mat es un camino espiritual individual, no una religión comunitaria. Nadie más puede desarrollar nuestra espiritualidad, nuestro amor, por nosotros, como nadie puede tocar el violín o convertirse en un atleta en nuestro nombre. Necesitaremos guía, aliento y apoyo para buscar la verdad, pero al final tenemos que experimentar la verdad por nosotros mismos. La práctica –la meditación– es lo que nos hace receptivos a esa verdad, y el maestro verdadero nos guía y apoya en esa práctica. Por lo tanto, Sant Mat, las enseñanzas de los maestros verdaderos, comienza y termina con la relación interior y privada entre el maestro vivo y el discípulo. Sant Mat esencial