Preocupación innecesaria
No te anticipes a las tribulaciones ni te preocupes por lo que quizá nunca ocurra.
Vive siempre en un ambiente de optimismo.
Benjamín Franklin
Un hombre y su esposa salieron a visitar a un amigo, cuya casa estaba a algunos kilómetros de distancia de la suya. En el camino, recordaron que había que cruzar un puente muy viejo, que todos consideraban que era bastante inseguro. Entonces, la mujer empezó a preocuparse por el viaje y por lo que harían cuando llegaran al puente.
“¿Qué haremos cuando lleguemos al puente?”, preguntó a su marido. “No me atreveré a pasar por él, y no hay ningún barco que pueda llevarnos al otro lado”.
“Oh” –dijo el hombre–, me había olvidado de ese puente. Es verdad, es muy inseguro cruzarlo. Supongamos que cede mientras estamos en él. Nos caeremos al agua y nos ahogaremos”.
“O supongamos –dijo la esposa– que pisas un tablón corroído y te rompes una pierna, ¿quién cuidará de mí y de los niños?”.
“No sé –dijo el hombre–, ¿qué sería de nosotros si me rompiera una pierna? ¡Quizás nos moriríamos de hambre!”.
Y así, continuaron…
Ambos seguían preocupados, imaginando todo tipo de desgracias que podían ocurrir. Por fin, llegaron al puente. Y se encontraron con que se había construido un puente nuevo y lo cruzaron sin problemas.
Nos preocupamos constantemente sobre nuestro futuro. Nos anticipamos a cualquier posibilidad escenificando el peor de los resultados. ¿Por qué tenemos esta tendencia tan negativa?
Actuamos así porque creemos que preocupándonos solucionaremos o minimizaremos el problema o asunto en cuestión. Nuestra mente, de forma natural, genera pensamientos intentando buscar soluciones a los problemas que se nos presentan. Pero suele ocurrir que creamos pensamientos de posibles situaciones que no tenemos la más remota idea de si sucederán, y además por más que pensemos, ninguna solución se producirá a nivel mental: es en el terrero de los hechos donde vivimos las cosas, las afrontamos y las solucionamos. Ahí es donde está siempre la respuesta, y esta será la que tenga que ser, mejor dicho, la que ya esté destinado que acontezca. Así que una vez decidamos bajo nuestro sentido común lo que es mejor, afrontemos las situaciones con el máximo optimismo cuando se presenten.
Hazur Maharaj Ji dice en el libro Luz divina:
El miedo a una futura desgracia es, con frecuencia, más temible que la misma desgracia. ¿Ayudó alguna vez a alguien la preocupación? Únicamente nos angustia y nos hace más infelices. Cultiva el hábito de reírte de tus preocupaciones. No les permitas que te opriman el corazón. Procura acomodarte a todo lo que Dios te envíe. Déjale hacer las cosas a su propia manera, más que según tus deseos. El padre cuida de sus hijos mucho mejor que ellos mismos podrían hacerlo.
Los místicos nos dicen que lo que tenga que suceder ya ha sucedido y que ni un solo pensamiento puede cambiarlo, por lo tanto, la preocupación es inútil y solo nos desgasta y socaba nuestro ánimo. Lo hemos oído decir muchas veces a los maestros, pero seguimos preocupándonos…, es un hábito inútil y negativo: nos agota. La solución a cualquier problema está en hacer lo mejor posible y después aceptar lo que nos suceda considerando que es lo mejor para nosotros.
Si de verdad aceptáramos la vida tal como viene, andaríamos tan ligeros de equipaje, tan libres y sonrientes…, pero este ‘yo’ atrevido nos roba la alegría entrometiéndose siempre: nuestro ‘yo’, nuestro deseo, nuestra voluntad, lo que nosotros queremos y como queremos que sean las cosas. ¡No nos olvidemos de que hay alguien que ya ha previsto cómo serán las cosas!
Si no hemos hecho un poco de introspección y ejercitado el control mental, las emociones y los pensamientos nos arrastran ante cualquier situación que nos preocupa, entonces es como una ola que se levanta y se nos lleva, arrojándonos a la tristeza más profunda e incluso a peores estados de ánimo.
Si controlamos los pensamientos, podemos conducirlos hacia escenas más positivas respecto a lo que puede ocurrir, ¿por qué pensar lo peor?, ¡también puede suceder lo mejor! Solo la meditación, que nos infunde positividad y la elevada influencia del sonido interior, puede ayudarnos a ver un escenario de luz, donde sin entrenamiento previo y bajo el dominio de la mente solo vemos oscuridad. ¡Únicamente con la meditación ocurrirá lo mejor! Sí, lo mejor para nosotros, porque sabiendo que todo lo que llega a nuestra vida viene de la mano del maestro, con toda seguridad es lo mejor para nosotros, aunque otros pueden verlo de forma diferente. ¡Con la meditación nos daremos cuenta de que siempre ocurre lo mejor!
Si estamos convencidos de que siempre ocurre lo mejor desde el punto de vista espiritual, desde la perspectiva de que nuestro destino está controlado y supervisado por el maestro, no tiene sentido preocuparse. El Gran Maestro dice en Joyas espirituales:
Habiéndote liberado de las preocupaciones, tu deber es cultivar el amor por Él. No permitirá que vayas a la deriva. Te elevará.
Siempre deberíamos poner nuestro esfuerzo y empeño en profundizar en la devoción al maestro mientras vivimos tranquilamente, para lo cual la meditación y el simran son el talismán que nunca falla y que garantiza que nuestros días transcurran felices en este mundo de preocupación.
Nuestra salud, nuestra prosperidad, etc., todo ha sido previamente decretado; y lo indicado para un satsangui es no inquietarse por esas cosas, sino con fe y amor al maestro, cumplir su deber y hacer todo lo posible, pero sin preocuparse por los resultados. A medida que progreses en la meditación espiritual, e intensifiques el contacto con el Shabad, irá creciendo tu confianza en el maestro interior y en el Shabad, y serás consciente de que estás en manos seguras.
Luz divina