Esfuerzo y ferviente espera
Sentirás la atracción desde tu interior para sentarte a meditar, para lograr algo en tu interior. Eso es gracia. Ahora la gracia te empuja a hacer el esfuerzo, haciéndote sentar en meditación, haciéndote despertar temprano por la mañana, y haciéndote sentir culpable todo el día si no cumples con la meditación. Todo eso es la gracia…
M. Charan Singh. Spiritual Perspectives, vol. II
Adventure of faith es un libro que ilustra cómo encontró el camino de los maestros una cristiana devota. Es destacable en cada uno de sus relatos, su convencimiento y tenaz esfuerzo en la meditación. En el siguiente fragmento que es de inspiración para todos, leemos:
“Pronto iba a darme cuenta de que el sendero no solo era empinado y estaba lleno de obstáculos, sino de que el viaje podía tardar mucho más de lo que yo había anticipado. Esto es algo que todos los maestros jamás se cansan de recalcar en sus satsangs y en sus cartas a sus discípulos, pero a lo que yo no había prestado la debida atención. Ahora tenía que enfrentarme a ello todos los días.
En esta nueva fase de mi vida, la práctica de la meditación resultó ser un difícil ejercicio. Debido al despegue vertical en mi actividad profesional que exigía todas mis fuerzas, durante la meditación o bien me quedaba dormida o bien tenía que luchar contra la avalancha de pensamientos que mi mente producía incesantemente. Tan pronto como me sentaba para meditar, cerraba los ojos y empezaba a repetir los cinco nombres, empezaba la película: los acontecimientos y las experiencias del día anterior pasaban ante mí e innumerables impresiones y recuerdos inundaban mi cerebro. Los problemas de mi trabajo y tantas otras cosas que ocupaban mi mente durante el día no me permitían desconectar interiormente. Se me hacía imposible inmovilizar el cuerpo y la mente para centrar mi atención únicamente repitiendo las palabras en la meditación. Con frecuencia venía a mi mente: ‘¡No puede ser!’. Además, me preguntaba una y otra vez si era yo, y en qué medida era yo, la responsable de no progresar en mi meditación. ¿Por qué no alcanzaba un éxito tangible?, ¿había disminuido mi esfuerzo?, ¿tenía muchos otros entretenimientos e intereses aparte de mis obligaciones diarias?, ¿realmente estaba haciendo lo que podía?
Pude encontrar las respuestas a mis preguntas en los libros de Sant Mat, especialmente en Muere para vivir escrito por Maharaj Charan Singh, porque estos eran los problemas a los que otros discípulos también se enfrentaban, y muy a menudo los exponían ante los maestros. Todos los maestros recuerdan a sus discípulos que sus almas han estado en la creación desde hace millones de años, y que están atadas a ella con miles de cadenas. Desatar estas cadenas es un proceso largo y maratoniano. Los maestros también enfatizan que el camino de regreso del alma al más alto reino, desde donde una vez descendió, es extraordinariamente largo. Algunas veces los maestros utilizan la imagen de un túnel que el discípulo ha de excavar a través de una montaña para llegar al mundo trascendental. También señalan que cada alma, durante sus innumerables existencias en el mundo, a través de la mente ha acumulado una inmensa carga de karmas. La meditación es la manera más poderosa de reducir esta carga y de purificar la mente, dicen ellos. No obstante, ellos también explican a sus discípulos que recorrer este sendero es un asunto arduo y largo, y no cabe esperar resultados rápidos.
El mayor problema, señalan los maestros, es conquistar la mente durante la meditación. La naturaleza de la mente es deambular por el mundo de los sentidos, moverse sin parar y saltar constantemente de una cosa a otra. Puesto que la mente humana ha desarrollado la costumbre, durante sus millones de existencias mundanas, de volcarse hacia la creación exterior, requiere un gran esfuerzo dirigirla al interior. Además, el alma está irremediablemente atrapada en la extremadamente fina red de maya; disolver esta red también requiere esfuerzo e inagotable paciencia.
Los maestros tienen muchas maneras de motivar a sus discípulos para perseverar en el sendero de la meditación. Esta es una de sus tareas más grande e importante a la que se dedican con gran amor y paciencia. Son incansables recordando a sus discípulos que el maestro está a su lado y que ha tomado sobre sí mismo la responsabilidad de asegurar que alcancen sus objetivos, de que en el sendero de los maestros no hay fracasos y que cada minuto de meditación cuenta. A menudo, Maharaj Charan Singh animaba a sus discípulos diciendo: “Tú simplemente haz lo que debes y deja los resultados en manos del maestro”. Algunas veces también dijo: “Cuando llegue el momento, el discípulo experimentará esa atracción interior”. Los maestros también señalan que en la medida en que progresemos en el camino interior, la meditación se hará más fácil (…)
Reflexionando sobre las respuestas de los maestros, iba vacilando entre el desánimo y el ánimo, entre la duda y la confianza, entre la desilusión y la gratitud, pero por la gracia del maestro nunca desistí. En el fondo de mi corazón estaba contenta y feliz por estar en el sendero de los maestros. Varios años atrás había empezado mi aventura de la fe y me confié a la orientación de mi maestro interior. Había sido un camino largo y arduo, doloroso y al mismo tiempo profundamente dichoso, y me había llevado a los pies de un maestro vivo. Pero una vez en este punto, tuve que reconocer que el verdadero camino hacia Dios no había hecho más que comenzar y que cada día tenía que empezar de nuevo. Esta es una experiencia que ha sido maravillosamente puesta en palabras por un místico cristiano, Gregorio de Nisa (c.335–c.394):
Encontrar a Dios significa buscarle siempre.
Y, de hecho, buscar y encontrar es lo mismo,
porque la recompensa del buscador
es seguir buscando sin cesar.
El anhelo del alma se realiza
al permanecer insaciable,
pues contemplar a Dios, realmente,
significa no cansarse de anhelarle.
Para un discípulo en el sendero de los maestros, las horas de la meditación son un tiempo de espera para el adviento del Señor, la venida del maestro en su presencia radiante. En el monasterio, las cuatro semanas antes de la celebración del nacimiento de Jesucristo, llamado adviento, eran un tiempo de ferviente espera de su llegada. Ahora todos los días, son días de adviento para mí. Mira Bai, una princesa india (I498-I563), expresó su anhelo para la venida de su amado maestro con palabras abrumadoras:
Ven, te lo suplico ven, oh, mi Señor,
te espero. Te anhelo y languidezco.
Oh ven a mi mansión, ven, te lo suplico;
no puedo quitar los ojos de tu sendero.
En sus satsangs, los maestros a menudo enfatizan que para los discípulos que están en el sendero, las horas de la meditación son el tiempo más preciado de todo el día. Incluso si aún no pueden experimentar la presencia de su maestro ni el efecto purificador y transformador de la meditación, pueden estar seguros de que está haciendo efecto en el interior. No deben dudar de que llegará el día en que, conscientemente, se den cuenta de todo lo que ha acontecido secretamente en su interior. Entonces serán capaces de mirar el camino recorrido que dejan atrás, y podrán continuar y completar el camino hacia delante con la luz y el sonido del Shabad. Hasta entonces, deben caminar en la oscuridad y confiar en la palabra de su maestro.
La meditación es la tarea más importante para los discípulos en el sendero místico de los maestros. Es el pilar central y primordial de su vida espiritual. Cuanto más tiempo estemos en el camino, más claramente reconocemos que únicamente podemos practicar la meditación cuando todo nuestro pensamiento y nuestras acciones están dirigidas hacia la realización de Dios. Ante todo, nos hacemos mucho más conscientes de que no podemos hacer nada sin el maestro, como subrayó Jesucristo (Jn. 15:5) cuando dijo: ‘Porque separados de mí nada podéis hacer…’. Los discípulos, por tanto, hacen todo el esfuerzo de situar al maestro en el centro de sus vidas. Puede que en teoría hayamos comprendido el significado del verdadero maestro vivo en nuestras vidas, pero ahora debemos intentar transformar esta percepción interior en acción. Y cada discípulo puede estar seguro de que por cada paso dado hacia el maestro, el maestro dará cien pasos para reunirse con él, algo que pude experimentar una y otra vez”.