El maestro responde
Si dejáramos a un lado el pensamiento y la visualización de las formas del mundo y fijáramos nuestra atención en el Nombre permanente de Dios visualizando la forma del maestro, que se ha hecho uno con el Señor, terminarían nuestros apegos con el mundo y empezaría a despertar en nosotros el amor por el maestro.
Sultán Bahu
P. Maestro, ¿qué ventaja tiene hacer simran todo el día?
R. La utilidad práctica es que cuando nos sentamos a meditar después de haber hecho simran durante el día, somos capaces de concentrarnos mucho mejor y en menos tiempo. De lo contrario, si dejamos que nuestros pensamientos se dispersen por toda la creación en las veintidós horas restantes, es difícil concentrarse en solo una hora y media o dos horas. Si no permitimos que nuestros pensamientos vayan hacia el mundo, manteniendo nuestra mente en el simran, en el momento de sentarnos nos es más fácil y rápido concentrarnos. Entonces nos concentramos rápidamente. Esa es la única ventaja. Durante todo el día no hacemos más que pensar innecesariamente en sucesos que ya han pasado, y nos sentimos infelices por cosas que no podemos controlar, que no podemos evitar, y que ya han pasado. Siempre estamos pensando, pensando ya sea en nuestro futuro o en el pasado. Al pensar en estas cosas siempre nos estamos preocupando. Podemos ahorrarnos toda esa preocupación manteniendo nuestra mente en el simran.
P. ¿Cuál es la manera más práctica de vivir la vida?
R. Tenemos que intentar afrontar los problemas del día a día recordando nuestro objetivo final, recordando el sendero. Nuestros problemas los creamos nosotros. Puede que no los estemos creando en este momento, pero los hemos creado en el pasado. Hemos plantado las semillas y ahora estamos aquí para enfrentarnos a los resultados de esa siembra. Ya que los hemos creado, tenemos que intentar pasarlos con amor y alegría.
Si meditamos creamos una atmósfera a nuestro alrededor, una atmósfera de dicha, felicidad y contento. Entonces somos capaces de afrontar los altibajos del mundo sin perder nuestro equilibrio. Pero si no llevamos con nosotros esa atmósfera de meditación, entonces es natural que nos sintamos confusos. Por eso los santos nos aconsejan que intentemos meditar por la mañana.
P. Entonces, ¿es correcto decir que al final nuestra meditación o el recuerdo del maestro, se convierte realmente en un trabajo de veinticuatro horas? Es decir, es esta la única manera de evitar que corramos hacia los sentidos, ¿no es cierto?
R. Bueno, para el amante, el amor es una enfermedad de veinticuatro horas. No tiene un tiempo determinado para amar o pensar en el amado. Está enamorado las veinticuatro horas al día, no importa lo que esté haciendo, o en qué lugar se encuentre. Mentalmente está con su amado las veinticuatro horas. No fija de forma concreta el tiempo: “este es mi momento de amar”. Su mente siempre está ahí, no importa lo que esté haciendo o dónde pueda estar. Así pues, de igual modo el Señor siempre debería estar presente en nuestra mente, sin importar dónde estemos, sin importar lo que estemos haciendo. Ese recuerdo debe reflejarse en nuestras acciones, en nuestro comportamiento. Nunca debemos olvidarlo bajo ningún concepto. Por eso digo que Sant Mat es una forma de vida. No es encerrarse en una habitación durante un par de horas para meditar y luego olvidarse. El Señor debe formar parte integrante de nuestras vidas.
P. En la Biblia, Jesús dice algo sobre recordar al Señor día y noche. ¿Es esto simran y dhyan a la vez? ¿Es lo mismo que recordarle?
R. Verás, recordar al Padre día y noche significa que no debemos meditar solo durante una o dos horas encerrándonos en una habitación. Debe formar parte de nuestra vida durante todo el día. La devoción al Señor debe ser parte de nuestra vida, de todas nuestras actividades de este mundo, ya sea al comer, al dormir, al tratar con la gente, al realizar nuestro trabajo. Debe formar parte de nuestra vida, de nuestro modo de vida. La meditación debe convertirse en una forma de vida para nosotros. Eso es recordar al Señor día y noche, no sentarse durante un par de horas en una habitación y luego salir y herir a la gente, abusar y engañar a las personas, embaucar a los demás… Eso no es meditación para nada. Su efecto debe acompañarnos en todas las actividades del día. Eso es recordar al Padre día y noche. Siempre pensamos en las personas que amamos, día y noche. Debemos desarrollar esa clase de amor y devoción en nuestro interior, no sea que enojemos al Padre, que está en esas personas. Debemos hacer aquellas cosas que complacen al Padre y evitar todo aquello que le disguste. Eso es recordar al Padre día y noche.
M. Charan Singh. Spiritual Perspectives, vol. II