El maestro en la forma física
El cuerpo no es el maestro, sino solamente lo que lo cubre.
El sendero de los maestros
Baba Ji habla a menudo de la importancia de las enseñanzas con respecto a la forma física del maestro. Explica que la forma física del maestro es perecedera, se queda aquí. En ocasiones bromea con su jubilación o habla de la muerte. Quiere que tengamos claro que no es a su forma física a lo que hay que apegarse. El maestro ha obtenido la realización del Shabad y puede hablar del desapego mundano, sin embargo, nosotros que estamos luchando por ese desapego, nos cuesta comprender lo que nos dice. Es más, creemos que la forma física lo es todo. Por eso nos preguntamos: ¿cómo no vamos a apegarnos al maestro físico?
Si el maestro es nuestro norte, si el maestro es la fuerza que nos empuja a levantarnos cada mañana para seguir adelante. Si recorremos kilómetros y kilómetros para verle, para cruzarnos con una mirada suya. Ahorramos durante todo el año. Nos organizamos para poder ausentarnos del trabajo. Vamos donde sea. Una vez allí madrugamos, dispuestos a hacer largas colas con tal de conseguir un buen sitio para estar lo más cerca posible. Estudiamos al detalle todas las variables que intervienen a la hora de encontrar un buen lugar para sentarse.
Cada uno tiene sus trucos y sus preferencias. Cada uno a base de horas de dedicación, ha ido elaborando su propia teoría. Se podría incluso decir que hay quien tiene hecho un auténtico máster en cuál es la mejor manera de ver al maestro.
Pero este no es el único máster. Hay otros. Está el máster en tener los pasos del maestro controlados. Llenos de amor e ilusión intercambiamos información con todo lujo de detalles. Donde está, qué ha hecho, con quién se ha encontrado, adónde se dirige… ¡Qué bien que lo pasamos! Emocionados queremos saber más y más de él. Cualquier cosa por insignificante que parezca es tan valiosa… La forma como se riza el bigote, lo impecable que está su turbante, si llegó dos minutos antes o después…
Hay todo un mundo alrededor de la forma física de Baba Ji. Un mundo apasionante del cual nos hemos hecho casi profesionales, porque el maestro nos tiene conquistados: sus bromas, sus gestos, sus miradas, sus sorpresas, sus zapatos, sus andares…. Nos enamora sin remedio ¡Qué felices nos sentimos ante su presencia! ¡Cuánta inspiración emana de su persona!
Queremos ver al maestro, estar literalmente postrados a sus pies. No es extraño que en las sesiones de preguntas y respuestas surjan cuestiones y comentarios relacionados con este hecho del tipo: ¿Cuándo va a ir a tal o cual país? ¿Cuándo sacará una foto nueva? ¡Está tan guapo…! Y ahora Baba Ji hace hincapié tranquilamente en que tenemos que desapegarnos de la forma física del maestro. Y no lo hace porque sí, tendrá algún sentido, ¿no?
Baba Ji es el que sabe, el que manda, el maestro al que tanto queremos seguir. Así que solo por eso y por mucho que nos pese, deberíamos tomarnos en serio sus palabras y preguntarnos si lo que dice es de primera necesidad. Porque preguntarnos si el maestro está interfiriendo en nuestro camino suena raro, ¿verdad? Principalmente, porque precisamente fue él quien nos mostró el camino. Sin embargo, responder esta pregunta es nuestra responsabilidad. Por incómoda que pueda parecer y por evidente que se intuya la respuesta a simple vista, hay que armarse de valor y revisar si es que sí, es que no, o un quizás o a veces.
Estaremos de acuerdo que el encuentro con el maestro físico, ha sido seguramente lo mejor que nos ha pasado en la vida. Y si existe alguna posibilidad que de alguna forma u otra estemos malinterpretando esta relación tan importante en nuestra vida, merece la pena revisarlo. Del mismo modo que se revisaría una relación de pareja para que el amor no se estancara y pudiera seguir creciendo.
Maharaj Charan Singh dice en Spiritual Perspectives, vol. III:
Seguir al maestro significa seguir sus enseñanzas, vivir el estilo de vida de Sant Mat, meditar, retirarse de los placeres sensuales. Seguirle no significa ir tras el físicamente.
Aquí lo importante es seguirle espiritualmente, seguir su ejemplo. En una ocasión, Baba Ji para ilustrar este tema comparaba las enseñanzas con una pizza y al maestro con el chico que lleva la pizza. Imaginemos que estamos en casa con un grupo de amigos y decidimos pedir pizza para cenar. Llamamos: “Hola quiero una pizza vegetal de masa fina con extra de champiñones. Tamaño gigante, por favor”.
Al rato suena el timbre. Es el repartidor de pizzas que viene a traérnosla. Allí está, plantado delante de la puerta. Y al verlo suspiramos: ¡Por Dios, que chico tan guapo!, ¡qué bien que le sienta el uniforme!, ¡qué sonrisa!, ¡cómo habla! Un repartidor especial que no es como los demás.
Imaginemos la situación del pobre repartidor intentando darnos la pizza y nosotros ni caso, haciéndole ojitos y echándole piropos… Imaginemos que estamos tan centrados en el chico que incluso se nos olvida que habíamos pedido pizza para cenar.
El objetivo del repartidor es darnos la pizza. Es amable, guapo, simpático, especial, pero él ha venido a traernos la pizza y punto. No ha venido a darnos conversación ni a dejarse querer ni a que le riamos las gracias. Viene a traernos la pizza y si no nos la quedamos, su presencia en nuestro domicilio no tiene ningún sentido. Objetivo no cumplido por su parte y por la nuestra, porque nos quedamos sin cenar. Fracaso para todos.
Es en este contexto donde cobra sentido la idea de no apegarse a la forma física del maestro, o al chico de la pizza. El objetivo son las enseñanzas, el maestro es el medio por el cual se nos transmiten las enseñanzas. Nunca hay que perder esto de vista. El cuerpo del maestro se queda aquí. Su barba tan blanca y su turbante se quedan aquí.
En el libro Concepts & Illusions leemos:
Es esencial comprender que nuestra fe no debe basarse en la forma humana del maestro. (…) Los mitos que creamos sobre la forma física y las acciones del maestro proceden de nuestra imaginación. Nos hacemos ilusiones creyendo que el maestro está aquí para protegernos de la enfermedad y la muerte, para hacernos ricos y famosos, para eliminar nuestros karmas, para satisfacer nuestros deseos materialistas y para aconsejarnos sobre la vida. Esperamos que el maestro sea mago, médico, agente de bolsa, consejero matrimonial y astrólogo, todo en uno.
El texto continúa explicando que perseguir su forma física, esperar algún milagro o pretender que resuelva nuestros problemas personales es desviarse del camino. Las disputas familiares, los problemas financieros, la carrera que deben estudiar nuestros hijos o si es buen momento o no para empezar un negocio son acontecimientos que nos toca vivir a nosotros, y decisiones que nosotros debemos tomar. Efectivamente, el ejemplo del maestro y la práctica de la meditación nos pueden ayudar mucho en tales situaciones, pero eso de ‘pasarle la pelota’ al maestro en esos casos no forma parte del trato. Esa es nuestra responsabilidad. Hacerlo de otro modo, sería como si el albañil de la obra le pidiera al arquitecto que hiciera la mezcla en la hormigonera.
En el prefacio del libro Concepts & Illusions leemos:
Tenemos la extraordinaria habilidad de crear conceptos que nos convienen y los convertimos en interpretaciones innovadoras. Tejemos maravillosas redes de fantasías y falacias, idealizamos el sendero, malinterpretamos las enseñanzas, sacamos conclusiones absurdas de las palabras del maestro, encontramos excusas para huir de nuestros compromisos, y jugamos al juego de buscar culpables con la teoría del karma. De este modo, nos apartamos totalmente de la realidad y nos alejamos cada vez más de las enseñanzas del maestro.
Complicamos la sencillez de las enseñanzas con nuestras fantasiosas ilusiones, conceptos, e interpretaciones erróneas, en lugar de utilizar nuestro sentido común. ¡El sendero es sencillo, pero nosotros lo complicamos!
Tal como dice la cita, “¡el sendero es sencillo, pero nosotros lo complicamos!”. Seamos claros, dejémonos de ambigüedades: el maestro es un guía espiritual y viene a eso, a guiarnos espiritualmente. Viene a mostrarnos la verdad.
Todas las religiones lo explican a su manera, pero todas coinciden en que la realización de Dios, la verdad, hay que buscarla en el interior de uno mismo. Tenemos que experimentarla por nosotros mismos.
El maestro es el camino. Es fundamental, sin él, el resto no puede suceder. El maestro físico viene a recordar que la espiritualidad está dentro. La mejor manera de demostrar que el maestro nos importa es tomando lo que nos trae, acogiendo sus enseñanzas en nuestro corazón y transformándolas en hechos. Todo lo demás sería hacernos un flaco favor a nosotros y a él. Imaginemos la cara del repartidor de pizza si no tomamos la pizza que nos ha venido a traer y nos quedamos solo mirándolo.
Cada minuto en presencia del maestro físico es valioso, en la medida que nos empuja a meditar más y mejor. Esa es la única medida que cuenta.
Si esa gran atracción que sentimos por el maestro nos sirve para buscarle en el interior, entonces objetivo cumplido. Lo que recibamos lo vamos a recibir del interior y es allí donde hay que buscarlo.
Debemos asumir que el turbante y la barba de Baba Ji también se desvanecerán un día. Igual que lo hicieron los turbantes y las barbas de Maharaj Charan Singh, Sardar Bahadur Jagat Singh, Baba Jaimal Singh y de tantos otros. Por lo tanto, deberíamos aprovechar todo el amor y la devoción que despierta en nosotros, para seguirle de verdad como él quiere que le sigamos. El cuerpo físico es la herramienta que el maestro tiene para despertar en nosotros las ganas de buscarlo en su forma radiante. Toma aviones, viaja por todo el mundo, da satsangs, nos visita por sorpresa, crea nuevos centros… Cualquier excusa es buena para salir a nuestro encuentro e invitarnos con su presencia a meditar cada día más y mejor.
La verdad es tan sutil que es imperceptible a los ojos y a los oídos humanos. Si el maestro no se presentara primero en su forma física, la verdad pasaría desapercibida. El maestro físico está conectado con el Shabad para que nuestros ojos y oídos que solo están preparados para ver lo que es temporal, puedan vislumbrar un atisbo de la verdad interior en su presencia. Digamos que el cuerpo del maestro es el papel de regalo en el que viene envuelta la verdad. Es evidente que sin la forma física del maestro nunca hubiéramos podido acceder a ella, pero él no va a estar siempre en el cuerpo: eso también lo sabemos.
La forma física es el punto de partida del viaje espiritual. La fuerza, la energía y el amor que genera en nosotros tienen que transformarse en meditación. Toda la fuerza, la inspiración y las buenas intenciones que Baba Ji despierta en nosotros son para cerrar los ojos y los oídos y entregarnos a la meditación.
La mejor manera de materializar todo aquello que sentimos es transformarlo en simran: las palabras que le diríamos si un día nos lo cruzáramos por la calle, las conversaciones que tenemos con él en nuestra cabeza, las ganas de verle, las anécdotas, los recuerdos… Agarrarlo todo, compactarlo con mucho cariño, sentarse con los ojos cerrados y empezar a repetir los cinco nombres.
Si hacemos eso y solo si hacemos eso, entonces podemos seguir con nuestros másteres en escoger los mejores sitios y nuestras especulaciones acerca de qué hace y deja de hacer nuestro hermoso y querido maestro, porque sabemos que lo más importante es el encuentro interior con su forma radiante.
La relación maestro y discípulo es la más estrecha de las relaciones. Pero todo tiene un ritmo y cada cosa tiene su momento.Al principio nos llama la forma física, y empezamos a amarla de tal modo que amamos también lo que dice y lo que hace. Y lo que dice y hace el maestro es ir al interior. Llega un punto enque el anhelo es tan grande que el discípulo solo quiere más y más darshan, y con la práctica de la meditación llega a la forma radiante.
Es entonces y no antes cuando el discípulo comprende la importancia de la forma física, y es entonces cuando el círculo se cierra. Este es el orden de los acontecimientos. Esta es la paradoja que los místicos explican y que ahora mismo nosotros no llegamos a comprender.
Es desde esa realización que, después de que Baba Jaimal Singh hubiera dejado ya el cuerpo, el Gran Maestro dijo que lo daría todo por un último darshan de su maestro. Alguien podría preguntarse: ¿qué sentido podría tener el darshan físico para alguien que tiene el darshan interior a voluntad? El Gran Maestro hablaba como alguien que tras conocer la forma radiante reconoce lo valiosa que es la forma física. Un lugar por descubrir para muchos de nosotros. Es el lugar que Baba Ji nos invita a visitar en todo momento. Nos está diciendo: Aquí estoy, en el centro del ojo, disponible a todas horas. Aquí no hay que viajar en avión ni comprar billetes, ni entrar en un sorteo para hacer preguntas. Aquí te doy una entrevista cuando quieras.
Tal como decía Maharaj Charan Singh:
Que el amor por la forma
culmine en el amor por el que no tiene forma.