Ser positivo ante el problema
Lo que normalmente se llama infortunio, es una bendición disfrazada. Es una manera de pagar una vieja deuda; aligera el peso kármico, y el maestro lo sabe. El maestro está poniendo de su parte, y si el discípulo, a su vez, pone también de la suya, el trabajo de ambos se facilita.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales
¡Es un pájaro! ¡Es un avión! No! ¡Es Superman! Esta es la idea con la que muchos de nosotros crecimos cuando veíamos películas de Superman. Pero aparte de la presencia de Superman, esta frase nos dice mucho más: expresa lo programada que está la mente humana. Por naturaleza, asocia inmediatamente un objeto volador con un pájaro o un avión. Del mismo modo, cuando la mente está expuesta a cualquier dificultad, es incapaz de percibir algo que no sea sufrimiento.
A veces el problema que afrontamos puede que no sea muy importante, pero al pensar repetidamente en él nuestra mente lo exagera, infringiéndonos así un sufrimiento colosal. Por esta razón, los santos dicen que los problemas que tenemos que afrontar suceden de acuerdo con nuestros karmas, sin embargo, el sufrimiento es de nuestra propia creación.
De hecho, también podríamos decir que el sufrimiento que soportamos se debe al carácter negativo de la mente, que nos impide ver el lado positivo que tiene cada problema. Esto se debe a que a lo largo del tiempo y a medida que la mente se ha visto envuelta en diferentes formas de vida y se ha enfrentado a diversas dificultades en la infinidad de vidas, probablemente ha perdido su capacidad de tener una visión más profunda y, por lo tanto, es incapaz de ver lo bueno que se esconde detrás de cada problema o calamidad. A continuación, el siguiente relato nos ayuda a reflexionar sobre este asunto:
Una vez un cangrejo salió del mar y caminaba feliz por la orilla, orgulloso de las huellas que sus pasos dejaban en la arena. Como se dice a menudo, las cosas más pequeñas de la vida nos proporcionan la mayor de las alegrías. También en este caso, la visión de sus propias huellas llenaba de felicidad al cangrejo. Pero de repente una enorme ola surgió del mar y borró completamente sus huellas. El cangrejo se sintió muy desilusionado y al mismo tiempo engañado; ¿cómo podía el mar, en cuyo regazo había nacido, hacerle esto? Inmediatamente se enfrentó al mar y dijo:
“Desde mi nacimiento, he permanecido en tu aguas y solo te he amado a ti. ¡Muchas veces hemos jugado juntos en esta misma orilla! ¡Pero me arrebataste mi alegría! ¡Borraste todas mis huellas!”.
El mar, con gran compostura y muy pacientemente, le explicó al cangrejo:
“¡Criatura! Vi a un pescador siguiendo tus huellas con la intención de atraparte. Así que para salvarte de él, no me quedaba otra opción que borrar todas tus huellas, pues podían haber sido la causa de tu muerte”.
¡Como en la historia anterior, tales cosas suceden también en nuestras vidas! Muchas veces, según nuestros karmas, nuestro Padre celestial también ha tenido que enviarnos algún problema o alguna dificultad. Sin embargo, su intención nunca ha sido darnos dolor, sino salvarnos de un problema mayor, ¡de un dolor más grande!
Pero ¿qué hacemos nosotros? Inmediatamente lo culpamos a él. Ni por un momento nos detenemos a pensar que él es nuestro Padre y que un padre es incapaz de lastimar a sus hijos. De hecho, él encuentra el modo con el que podemos seguir pagando nuestra deuda kármica de la forma menos dolorosa. Sin duda, en algún momento de nuestras vidas, todos hemos sentido definitivamente esta lluvia de su gracia y amor. ¡No es fácil percibirla en un momento donde todo parece tan sombrío, y de repente en el siguiente instante todo se arregla! ¿Cómo es posible? Simplemente porque él hace que suceda.
Si tan solo pudiéramos sentir la intensidad del amor y la preocupación del Señor por nosotros, palabras como ‘duda’ y ‘queja’ desaparecerían de nuestro diccionario. Pero nuestra mente está tan inclinada hacia la negatividad, que somos incapaces de darnos cuenta de que nuestros problemas son solo una versión diluida de lo que podríamos haber sufrido. Los santos dicen que ver positividad en todo lo que viene a nuestro camino es, de alguna manera, prepararnos para vivir en su voluntad.
Y ¿por qué es tan importante vivir en su voluntad? Gurú Amardas Ji en uno de sus banis, citado en el Adi Granth, dice:
Solo quien vive en la voluntad del Señor podrá alcanzar la verdadera felicidad y volver a fundirse en la Verdad.
Por eso Dios, a través de los maestros, sigue inspirándonos y recordándonos que si queremos encontrarnos con él tendremos que desarrollar una visión más profunda y volvernos hacia la positividad. Ellos nos dicen repetidamente que cambiemos nuestra perspectiva, y con la ayuda divina de un maestro verdadero y la práctica regular del Nam, seremos capaces de ver que cada nube –por muy densa que sea– que ensombrece el sol de nuestra vida, sí tiene un lado positivo. Si practicamos con determinación, poco a poco empezaremos a ver lo bueno en cada problema, y así ‘vivir en su voluntad’ será nuestra actitud en la vida.
Los maestros han venido aquí únicamente con una misión, con un solo propósito: para redimirnos, para liberarnos de las garras de Kal (el gobernador de todo el universo) y darnos la felicidad eterna. Han venido a quitar todo dolor, todo tipo de espinas de nuestra existencia y, al igual que el mar, a borrar todas y cada una de nuestras huellas de las arenas del chaurasi (rueda de la transmigración), para que Kal (el pescador en este caso) nunca más pueda atraparnos ni perseguirnos.
Entonces, ¿qué queremos hacer? ¿Continuar nuestro camino por las arenas del chaurasi o comprometernos en la práctica espiritual con amor y fe en nuestro maestro? Definitivamente nos conviene meditar, para que su gracia borre todo rastro de nuestra existencia en esta tierra de Kal antes de que sea demasiado tarde.
La noche ha terminado, las estrellas se han desvanecido.
Despierta al menos ahora, querido viajero.
Bulleh Shah