Otro cuento en el Café Maya
Camino Real 2-19 publicó el primer cuento cósmico perteneciente al libro from self to Shabad, a continuación le sigue otro:
Volvamos a unirnos nuevamente con Murshid y Jiva en el Café Maya. Ellos encontraron una mesa y obtuvieron sus bebidas. Murshid tomó un sorbo de su chai y dijo: “Jiva, hoy te encuentro raro. ¿Qué te preocupa?”. “Murshid –dijo Jiva–, he tenido pensamientos perturbadores de lujuria y codicia”.
“¿Cómo es eso, Jiva?”. “Pienso en dinero y sexo todo el tiempo, y me preguntaba si el remedio para solventar esta fijación es cambiar mis pensamientos de lujuria y avaricia por pensamientos opuestos de virtud”.
“Dime, Jiva, ¿por qué quieres prestar atención a pensamiento alguno? ¿Por qué no abandonas todos los pensamientos? De ese modo no te verás alterado por los malos pensamientos ni por los buenos, ni por nada. Todos los pensamientos te mantienen alejado del centro del ojo”.
“Pero Murshid, es muy difícil mantener a la mente en la sede de la consciencia. ¿Qué puedo hacer?”. “Bien, Jiva, haz el simran o vuélvete receptivo a cualquier sonido interno que escuches, no como una represión sino como la concentración de tu mente en algo mejor y más placentero”.
“Así, ¿debería reprimir mis pensamientos de lujuria y codicia?”. “No Jiva. No es eso lo que quiero decir. La represión no resuelve el problema. La represión es como poner una serpiente en un cesto. Con ello no resuelves el problema. Cuando la serpiente salga del cesto seguirá mordiéndote”.
“¿Debería, entonces, entregarme a mis deseos?”. “Entregarse a los deseos sería como intentar apagar un fuego con gasolina. Solo conseguirás hacerlos más fuertes. Tanto la represión como la autoindulgencia mantienen tu atención en el mundo. Ambos extremos validan y fortalecen la ilusión en la que vives. Si tienes un teléfono anticuado y alguien te ofrece uno nuevo, con la última tecnología, no te importará desprenderte de él, ¿no es así? Del mismo modo, el único camino para trascender los placeres mundanos es encontrar algo que te proporcione mayor placer. Necesitas saborear algo mejor. El simran y el bhajan te ayudan a mantener la atención en la sede de la consciencia, donde hallarás más felicidad que la que puede ofrecerte el mundo”.
“De acuerdo, Murshid, ya lo entiendo. Así pues, cuando me asalten pensamientos de codicia y lujuria, los sustituyo por el simran o haciéndome receptivo al sonido, ¿es eso?”. “Sí, y no solo cuando tengas pensamientos sobre esto o aquello. Cambia el patrón de tus pensamientos por el simran tanto como puedas. Desarrolla el hábito mental de hacer simran o volverte receptivo al sonido. Haz simran en el desayuno, la comida y la cena. Haz de ello un hábito mental. Conviértelo en parte de ti”.
“Bien. Lo intentaré, pero Murshid, tú ibas a relatarme una o dos historias a propósito de Maharaj Ji. Me gusta escucharlas y siempre aprendo de ellas algo útil”. “Tienes razón. ¿Te he hablado de aquella ocasión en que a Maharaj Ji le preguntaron sobre la posibilidad de que el fin del mundo estuviera próximo y él respondió: ‘¡Cuanto antes mejor! ¿No hemos visto suficiente de este mundo?”. “Sí, Murshid, lo hiciste. Pero ibas a contarme algo a propósito de los discípulos que no pueden ver a su gurú”.
“Es verdad. Gracias por recordármelo. En cierta ocasión, cuando Maharaj Ji estaba respondiendo preguntas, la lámpara de pie que estaba a su lado empezó a caer sobre él…”. “¿Y qué hizo Maharaj Ji?”. “No hizo nada. Simplemente miró la lámpara como si estuviera cayendo a cámara lenta. Cuando estaba a punto de golpearle, apareció la mano de un sevadar no se sabe de dónde y, con mano firme, cogió la lámpara y la detuvo antes de que golpeara a Maharaj Ji.
Todos los asistentes respiraron aliviados. A Maharaj Ji parecía divertirle lo ocurrido. Inmediatamente, un discípulo preocupado se dirigió al micrófono y dijo: ‘Maharaj Ji, no podemos permitir que esto vuelva a ocurrir”. Maharaj Ji dijo: “¿No podemos?”. “No, Maharaj Ji, la lámpara casi te golpeó. Deberíamos sujetar la lámpara para que sea segura y para que también ilumine tu cara, de modo que todos podamos verla claramente”. Respondió Maharaj Ji: “Tú puedes hacer lo que quieras con la iluminación. De todos modos, ellos no pueden verme”.
“Bien, Jiva, Maharaj Ji estaba remarcando que la forma física no es el verdadero gurú. Nuestros ojos físicos solo pueden ver el mundo dual. No pueden ver al verdadero gurú, que es el Shabad, tu consciencia superior que no tiene forma. Si deseas establecer una relación auténtica con el gurú tienes que hacerlo en el nivel de la consciencia, no en el nivel físico, intelectual o emocional, sino en un nivel de consciencia superior. De hecho, yo no soy el cuerpo, la personalidad o el pensamiento, ni siquiera la mente. Todo esto son herramientas que quedarán atrás. Yo trasciendo las formas. Tu verdadero gurú es tu consciencia superior. ¿Comprendes esto?”. “No, Murshid. No lo comprendo”. “Jiva, la consciencia sin forma que hay en ti es tu verdadero gurú”.
“Bien, Murshid, pero si el verdadero gurú es el Shabad sin forma, ¿tú quién eres?”. “¿Un fraude?”, respondió Murshid. “No, en serio, ¡dime!”. “Te lo estoy diciendo. Yo podría ser el mayor fraude que hay aquí”. “Vamos, Murshid. No seas humilde ni ingenioso, por favor; tan solo dime: ¿Tú quién eres?”. “Quién piensas tú que soy, Jiva?”. “¡Murshid, pienso que eres Dios!”.
Entonces, Murshid explicó: “Jiva, si algo tiene forma, por definición ha de ser temporal y limitado, y si es limitado, ¿cómo puede estar eternamente en todas partes y en todas las personas? Y si no está en todas partes y en todos los seres, ¿cómo puede ser Dios? El Shabad está en todas partes, ¿verdad? El Shabad es ilimitado. El Shabad no tiene forma. Aun no teniendo forma tiene más inteligencia, sabiduría y consciencia que la suma de todo lo demás. El Shabad tiene consciencia y es consciente de sí mismo. El Shabad es lo que tú llamas Dios y otros pueden llamar Alá, Krishna, Cristo, naturaleza de Buda, Tao, y otros muchos nombres. Es la consciencia misma. Se encuentra en todas las formas y en todas partes. El Shabad es el verdadero gurú. Está en ti y tú eres uno con él. Puedes acceder a él directamente. Está más cerca de ti que tu propia nariz, porque él eres tú, el verdadero tú”.
“Bien, Murshid, si el Shabad es el auténtico gurú, ¿para qué te necesito a ti?”. “¿Para nada…?”, respondió Murshid. Jiva miró desconcertado a su maestro espiritual y dijo: “De nuevo te muestras humilde. Dime, por favor, si el Shabad es el verdadero gurú, ¿cuál es tu papel?”. “Mi papel consiste en iniciarte en el conocimiento de tu verdadero ser, para que puedas comprender que el Shabad se encuentra dentro de ti. Yo solo soy un amigo que te presenta a otro amigo. Ese amigo es el Shabad. El problema es que el Shabad no tiene forma y, por eso, no es fácil contactar con él. Pero recuerda, tu consciencia tampoco tiene forma; parece limitada únicamente porque tú piensas que eres tu cuerpo y tu personalidad. Por tanto, el primer paso es familiarizarte con esa consciencia superior interior, antes de que mueras. Tú no deseas afrontar la muerte como un simple cuerpo, porque sufrirás mucho”. “Pero Murshid, si no me presento ante el Señor de la muerte como un cuerpo, ¿cómo lo hago?”. “Como lo que eres en realidad: consciencia superior”.
“Quieres decir, ¿cómo mis buenos pensamientos? ¿Cómo una mejor persona?”. “No. Ese no es tu ‘yo’ real. El ‘yo’ real es esa percepción que no tiene forma y que trasciende los pensamientos, los sentimientos y el cuerpo. Antes de que te llegue la muerte, precisas familiarizarte con tu consciencia superior y comprender que es eso lo que eres realmente. Luego, cuando la muerte llegue, no dirás ‘me estoy muriendo’, porque el verdadero ‘yo’ no muere. Es tu limitada identidad corporal la que está siendo descartada, no tu verdadero ‘yo’. Entonces recibirás a la muerte como a una amiga y no le tendrás miedo. Verás, Jiva, mientras te consideres a ti mismo como una persona física con un cuerpo y a mí, tu gurú, como una persona física con un cuerpo, no podrás comprender plenamente mi mensaje ni experimentar la unicidad. Pero ese es el menor de tus problemas. Si no estableces contacto consciente con quién eres realmente antes de morir, permanecerás atrapado en este reino de consciencia. Dime, Jiva, ¿es eso lo que quieres?, ¿es esta enseñanza demasiado difícil de tragar?”.
“Bueno, Murshid, es más fácil tragar este enorme ‘frappuccino mocha’ con soja que tu cuento de terror para dormir”.
“¿Por qué tienes tanto miedo a la muerte, Jiva? Acepta que un día tu cuerpo y tu personalidad morirán. Siendo así, ¿por qué no perder la identidad ahora? La perderás de todos modos el día en que mueras. ¿Por qué no familiarizarte ahora con tu consciencia sin forma? ¿Por qué no trabajar en ello ahora, cuando las cosas van razonablemente bien? Todavía estás a tiempo de experimentar quién eres en realidad. Pregúntate a ti mismo: ‘¿Soy tan solo pensamientos y sentimientos?’. ¿Cuál piensas que es la respuesta a esa pregunta, Jiva?”.
“Eso tiene fácil respuesta, Murshid. Soy una combinación de cuerpo, sentimientos y pensamientos. ¿No es así?”. “No, Jiva. Tú no eres nada de eso. Esas son solo herramientas. Tú eres Shabad. Dite a ti mismo: ‘Yo’ no soy mi cuerpo. Yo soy Shabad. Soy la consciencia superior sin forma que hay dentro de mí”.
“Comprendo –dijo Jiva–. ¿Debería empezar por decirme a mí mismo que soy Shabad y fingirlo hasta haberlo alcanzado?”. “Sí, ¿por qué no? –respondió Murshid–, puedes comenzar reconociendo, al menos intelectualmente, que no eres el cuerpo sino Shabad. Considéralo todo desde esa perspectiva y luego practica y practica hasta que comprendas esta verdad mediante la experiencia. Verás, Jiva, cuando llegue la muerte, deberías saber que tu consciencia superior es tu verdadero ‘yo’. Enfréntate a la muerte en esos términos. Solo estarás preparado cuando conviertas la meditación y la vida espiritual en tu prioridad. ¿De qué otro modo lograrás progreso espiritual? ¿Cómo sabrás con certeza que tú eres tu ser superior? ¿Cómo diferenciarás tu intelecto y tus sentimientos de tu ser superior? ¿Crees, realmente, que por leer libros y entender intelectualmente los conceptos o por sentir amor por el maestro alcanzarás tu objetivo? No basta con todo esto. No alcanzarás la realización de tu verdadero ser haciendo seva mental, físico o monetario. Esto te ayuda a ser mejor persona, pero solo la meditación es seva para el gurú. Solo con la meditación puedes acceder al verdadero gurú, a la consciencia superior que hay en ti”.
“¿Qué significa esto realmente, Murshid? ¿Podemos nosotros hacer siquiera la meditación, o es el gurú quien la hace?”.
“Tal como dije la última vez que estuvimos en el Café Maya, en esta dimensión todo es y todo no es. Sí, tú puedes hacer meditación; y no, tú no puedes hacer meditación. Un pensamiento claro es muy importante aquí. Si deseas volar de un lugar a otro, has de comprar un billete y embarcar en un avión. Pero una vez estás a bordo, tú ya no has de hacer nada. Simplemente estar sentado y disfrutar del viaje. Llevar tu cuerpo al avión es semejante a llevar la atención al centro del ojo. Comprar el billete y embarcar son también escalas necesarias en el viaje. Sin ellas, volar en el avión sería imposible. Del mismo modo, tú has de sentarte a meditar y hacer el esfuerzo de mantener la atención en el centro del ojo. De otro modo la meditación no tiene lugar. Tu gurú te ha dado el mayor regalo que existe. Ese regalo supremo es el simran. Utilízalo para llegar al sonido interno”.
“¿Lo harás tú por mí, Murshid? Estoy seguro de que yo tengo demasiado ego para progresar por mí mismo”. “No Jiva. Esto es algo que has de hacer tú. ¿Qué ganarías si yo lo hiciera por ti? Pero no te preocupes. Tú puedes utilizar tu ego para llevar tu atención al simran y hacerte receptivo a la melodía del Shabad”.
“¿Cómo? Murshid, esto suena como una tremenda contradicción. ¿No es el ego lo que estoy intentando eliminar?”. “Mira Jiva, para tener éxito en algo necesitas ese aspecto positivo del ego que dice: ‘Puedo hacerlo. Puedo tener éxito’. Nuevamente, un pensamiento claro es aquí muy importante. El ego ha de jugar su papel en el proceso de la meditación. El ego, o en sánscrito ahankar, es una facultad de la mente. No debe confundirse con quién eres en realidad; no es en absoluto el ‘yo’ real. En la meditación, elevar tu atención al centro del ojo es la parte que tú has de hacer por ti mismo. Esto requiere esfuerzo, el esfuerzo requiere determinación, y la determinación es la actitud del ‘yo puedo hacer esto’. Esto es todo lo que el ego puede hacer y no es poca cosa. En este sentido tú puedes hacer la meditación y has de hacerla por ti mismo. Nadie la hará por ti.
Tu contribución –prosiguió Murshid– es mantener tu atención en las palabras, en el simran y, luego, ser receptivo al sonido. Si la atención se distrae, la traes de vuelta. Este es tu seva y la parte de la meditación que tú puedes hacer y que se espera de ti. Una vez tu atención esté anclada en el simran, tu mente se ralentizará hasta llegar al sonido interior. Una vez tu atención es receptiva al sonido, tu mente se inmoviliza. Deja de ‘hacer’ simran y, en lugar de ‘hacer’, se vuelve receptiva. Simplemente escucha, de la misma forma que la consciencia se eleva por sí sola sin tu intervención. Cuando esto ocurre, tú no puedes ‘hacer’ la meditación. Desde ese momento en adelante la consciencia superior toma el control y todo ocurre sin tu intervención. Por tanto, desde una perspectiva superior, todo el tiempo era tu consciencia superior la que te empujaba a hacer el esfuerzo y, en ese sentido, tú no hacías la meditación. En realidad, todo ocurre a causa de tu consciencia superior.
Por tanto, incluso si te distraes, yo siempre esperaré pacientemente hasta que decidas reanudar el viaje o hasta que volvamos a encontrarnos al final del próximo capítulo, para una última taza en el Café Maya”.
from self to Shabad