El efecto de la meditación
El siguiente texto está basado en unos inspiradores versos del místico Paltu Sahib, comentados desde la perspectiva de las enseñanzas de Sant Mat:
Viejo y gastado está tu traje;
en cualquier momento se puede romper
y sin embargo, te agarras a él con los lazos del deseo.
Pasó la infancia, se desvaneció la juventud,
y ahora es el tiempo de la vejez.
Y tú sigues ignorando la meditación.(…) ¿Qué será de ti ahora, amigo mío?
(…) Nada en el mundo te ayudará
cuando llegue la hora señalada.
Oh Paltu, a pesar de todo,
sigues enredado en tus ilusiones y apegos…
Cholaa bhayaa puraanaa Pt 1, kundli 46
Paltu compara aquí el cuerpo humano con un traje. Expresa claramente la fragilidad de la vida en este cuerpo humano. Efectivamente, un cuerpo que con el pasar del tiempo se deteriora, sin embargo, nosotros frente a este innegable hecho continuamos aferrándonos a él como si tuviera que durar eternamente.
Desde la perspectiva de los maestros de Sant Mat, en la creación todo nace, se desarrolla y muere, y en este lapso en el que transcurre la vida, Dios le ha dado a la existencia un sentido. No se trata de existir meramente sino de comprender y llegar al convencimiento de que esta vida tiene un propósito superior, y debemos aprovecharla para hacer algo más que el resto de las criaturas. Esto es: experimentar nuestra eternidad en cuanto seres divinos, una vez que trascendemos lo material y mental y nos unimos finalmente a nuestro Creador.
Sin embargo, a nosotros nos cuesta comprender la realidad de este propósito superior, porque no vemos más allá del alcance de estos ojos físicos y no percibimos más allá de todo lo que está relacionado con este mundo perecedero. De este modo, vivimos totalmente inmersos en este mundo, creando apegos con todo y todos los seres, los cuales se convierten en fuertes cadenas que nos atan a esta creación.
El Gran Maestro dice en Joyas espirituales:
Nuestra atención ha estado siempre, y aún lo está, apegada a nuestros cuerpos, a nuestros parientes más cercanos, a nuestros hogares, y también a nuestras preocupaciones y pesares. Nos hemos identificado tanto con estas cosas, que hemos perdido nuestra identidad…
¿Cuál es esta identidad de la que los místicos hablan?
A Baba Ji le hemos oído decir que somos seres espirituales pasando por una experiencia humana. Él nos está diciendo que lo verdadero, lo que no perece y lo que significa no desperdiciar la vida en algo superfluo, es despertar a nuestra consciencia verdadera como almas, como espíritu y, en consecuencia, vivir nuestras vidas desde esa perspectiva.
Los místicos nos explican que a no ser que empecemos ahora a desprendernos de estas conexiones externas, y desarrollemos la capacidad de conectar y desconectar nuestra atención a voluntad, seguiremos atados a la creación perecedera. Como expresa Paltu, cuando nuestro traje esté viejo y gastado ¿qué o quién vendrá en nuestra ayuda? Tenemos que vivir para aprovechar la oportunidad del nacimiento humano, y eso consiste en alcanzar su propósito: que es liberarnos del ciclo de nacimiento y muerte mediante la meditación, una vez que hemos recibido la técnica (iniciación) de un maestro espiritual verdadero.
Naturalmente es el maestro espiritual, el experto que ya ha realizado a voluntad esa desconexión mundana quien puede ayudarnos a trabajar por nuestra propia liberación. El maestro está conectado conscientemente al espíritu, él ha realizado y completado este camino y por eso puede enseñarnos. Sin un maestro estamos perdidos, ya que ignoramos la profundidad y vastedad del mundo interior y no tenemos ni idea de cómo adentrarnos en él.
Reflexionemos por un momento en cómo hemos vivido hasta ahora, y admitamos que en nuestro paso por la vida solo hemos hecho acopio de experiencias que nos atan a la creación. Si no encontramos a un maestro que nos enseñe cómo tener las experiencias del alma, experiencias que no acaben con la muerte, nada cambiará y nuestra vida seguirá en el mismo círculo.
En el libro del yo al Shabad leemos:
Como seres espirituales, poseemos la misma naturaleza integral y gozosa que el maestro. Sin embargo, al percibir la realidad de forma ilusoria hemos construido una identidad ilusoria en la que vivimos. Esta falsa identidad es la que nos hace sentir separados de la unidad que hay en todo, y es la causa principal de que nos sintamos solos y temerosos. Si comprendiéramos que en realidad nosotros somos la energía consciente y sin forma que es el Shabad, estaríamos en paz, libres de temor, de ansiedad y de deseo.
Esta es la cuestión, ¿Cómo comprender que somos de la misma naturaleza que el maestro? Y como señala el texto, ¿cómo apartar toda esta soledad, lejanía y desasosiego fruto de nuestra identificación y apego al mundo al habernos separado de nuestro Creador?
Las respuestas a todas estas preguntas están en las enseñanzas de Sant Mat. A cada momento los maestros nos lo explican paciente y amorosamente. Por ejemplo, recogida en uno de los CD de la web de RSSB, encontramos la respuesta que Hazur Maharaj Ji da a la siguiente pregunta de un discípulo: “¿Cómo es posible lograr un desapego real mientras vivimos en el mundo si nos encontramos involucrados en infinidad de quehaceres…?”.
La respuesta de Hazur Maharaj Ji es contundente:
El desapego es el efecto de la meditación. Despacio, despacio se conquista a la mente. No podemos correr para conquistarla. Nuestra mente está dispersa por toda la creación, no solo lo está ahora en este nacimiento sino desde el principio de la creación. Así que poco a poco tenemos que traerla de vuelta al centro del ojo. El desapego de la creación es el efecto de la meditación. No podemos desapegarla de este objeto, rostro, esto es algo que ocurre de forma automática como efecto de la meditación.
Paltu Sahib también arroja luz en el mismo sentido cuando expresa:
Haz que tu retirada del mundo
se corresponda con tu logro espiritual.
Vuelve la espalda al mundo
cuando hayas hecho acopio de riqueza espiritual.
En este hermoso verso, Paltu defiende que el camino de la salvación no pasa por la simple renunciación. Nuestro apego al mundo debe aflojarse gradualmente, conforme a nuestro progreso espiritual. Exactamente como lo expresan los maestros espirituales, se trata de estar en el mundo, pero sin ser de él. Igual que la flor de loto vive en el agua con sus raíces en el lodo, pero flotando intacta en la superficie del agua, así deberíamos vivir nosotros en este mundo, preservando nuestra pureza y evitando que la impureza de los apegos nos manche.
Hazur Maharaj Ji dice en Spiritual Perspectives, vol. III:
La meditación es un proceso lento. Por eso es conocido como sahaj–marg (el sendero natural). Tenemos que ser parte del mundo y también atender a la meditación. No podemos luchar con la mente día y noche. También tenemos que distraerla en asuntos mundanos, pero después volver a traerla a la meditación. De otro modo, en ocasiones se crea demasiada represión y la mente puede reaccionar, a veces, de manera violenta. No es un enfoque saludable. Por lo que nunca se nos aconseja cortar todas nuestras actividades mundanas atendiendo solo a la meditación. Tenemos que llevar una vida normal: ser parte de la sociedad normal y luego también atender a nuestra meditación. La meditación es una forma de vida, no es encerrarse en un cuarto, cortar todas las relaciones y sentarse a meditar. Eso no es meditación. La meditación se debe reflejar en toda la vida, en el día entero. Se convierte en parte de nuestra vida, nuestra forma de vida. De esta manera el día entero se pasa en meditación.
Recordemos esas imágenes llenas de significado a las que se refería Hazur Maharaj Ji en sus satsangs cuando explicaba: Si queremos desprender una fina tela enredada en un arbusto y lo hacemos de forma rápida y bruscamente, tan solo conseguiremos romperla. Él nos aconsejaba que lo mejor es sacar las espinas de la tela de una a una, para así desprenderla sin rotura alguna. Igualmente ocurre con la meditación: gradualmente, poco a poco y con perseverancia, iremos perdiendo esas espinas de los apegos una a una, hasta quedar totalmente desprendidos del mundo y habiendo evitado, de este modo, un intenso dolor y sufrimiento.
Retomando la respuesta anterior de Hazur Maharaj Ji sobre el desapego como efecto de la meditación, él sigue explicando:
Así comenzamos a perder interés por los objetos, rostros, actividades, entornos. La mente empieza a estar absorta en el Shabad, la luz, la bendición. Así que poco a poco, el efecto del desapego se instaura en nuestra mente.
En el libro Sant Mat esencial leemos:
Una señal alentadora, mientras persistimos en la práctica de la meditación, puede ser que nuestro apego a las cosas y a la gente de este mundo comience a desvanecerse; encontramos el mundo menos atractivo. Lo que una vez nos parecía interesante, atractivo y que valía la pena, comienza a resultarnos superficial y poco gratificante. Nos vamos dando cuenta de que solo en las profundidades de nuestro ser podremos encontrar una paz y felicidad duraderas y no en el exterior, en un mundo que se encuentra constantemente en cambio. Lo anterior no significa que dejemos de amar o que nos dejen de importar las personas, o que dejemos de lado nuestras responsabilidades. En la medida en que estemos menos dispersos, menos obsesionados y seamos menos posesivos con las personas y las cosas, podremos ser de más ayuda para los demás y estaremos más concentrados en todo lo que hagamos.
Llegar a ese estado de gozo, de paz interior como resultado de desconectar o desapegarnos del mundo, requiere hacer de la meditación, del simran, una prioridad y no solo una práctica de unas horas. Será muy difícil para nosotros salvaguardar el equilibrio si no nos agarramos a esos cinco nombres que, de hecho, nos preparan para la meditación regular. Por eso los maestros dicen que si somos persistentes en el simran, llegará un momento en que siempre estará en nuestra mente, estará todo el tiempo con nosotros.
Se alcanzará un nivel en el que el simran funcionará automáticamente. Incluso si estás hablando con la gente, sentirás que estás haciendo simran; debemos de tener ese hábito, ya que solo entonces seremos capaces de concentrarnos en el centro del ojo. Solo eso nos ayudará a volvernos inconscientes del mundo o de lo que ocurre a nuestro alrededor.
(…) Ese es el efecto del simran, y eso es lo que finalmente queremos lograr. Queremos separar a nuestro verdadero ser de este mundo.
M. Charan Singh. Muere para vivir