Cartas espirituales
Estoy seguro de que comprenderás que el principal objetivo y propósito de este trabajo es perfeccionar tu propia mente y alma para que puedas subir desde este plano material a regiones más elevadas, y llegar al final a tu verdadera morada en la región suprema. Es sumamente más importante que tener un hogar o un esposo, y hasta más importante que ayudar a los demás. Si tu propia alma se convierte en un imán brillante y poderoso, ayudará y atraerá a los demás. Te amarán. Pero la mejor forma de conseguir que los demás te amen es que primero tú les des un gran amor. Entonces no podrán evitar sentirse atraídos por ti.
Este trabajo está dirigido al desarrollo de la vida divina que hay en tu interior, y te elevará. Todo lo demás llegará después.
Esta obra no es para ayudar a la gente de este mundo sino para prepararla para su eterna morada en el cielo. Eso lo conseguirás. Si estás totalmente de acuerdo con esto, puedes recibir la iniciación. Escríbeme si tienes algo más que preguntar.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales, carta 178
No pongas tu afecto en las cosas de este mundo, ya que está sujeto a la disolución; este mundo no es duradero. ¿Qué sentido tiene amar lo que tiene que perecer? Tampoco entregues tu afecto a la gente de este mundo. ¿De qué sirve amar a quienes no nos van a acompañar? Tienes que tratarlos a todos según lo requiera el momento y las circunstancias, pero no les entregues tu afecto, ni tampoco te apegues para siempre a ellos. Tenemos que relacionarnos con este mundo, igual que una nodriza se relaciona con los niños que alimenta. Si el niño que está alimentando se muere, ella solo pensará en encontrar otro empleo. Será solamente la madre la que llorará por su hijo. Pero la nodriza no siente un verdadero sufrimiento.
No le des al mundo, ni a la gente del mundo, el mismo valor que a tu propio ideal. Dondequiera que esté tu deseo, allí tendrás que vivir. Puesto que nuestro amor es todo para este mundo, esa es la verdadera razón por la que tenemos que volver a él una y otra vez. Pero si nuestro amor se lo ofrecemos al Señor, alcanzaremos la salvación. El Señor y el mundo están en una balanza, y el platillo en el que pongas tu amor bajará (predominando sobre el otro). El mundo está sometido a la disolución y la gente que vive en él también. Cuando el gurmukh retire su amor del mundo y de su gente, y siga el sendero del maestro, ofrecerá su amor al Señor. Si le entregamos a Él nuestro verdadero amor, entonces nadie podrá hacernos regresar a este mundo.
El amigo de este mundo es el manmukh (devoto de la mente). Por este motivo unas veces es feliz y otras está lleno de sufrimiento. Ardiendo en las pasiones mundanas nace, y ardiendo en ellas muere. Habiéndose enredado en los placeres sensuales al seguir los dictados de su propia mente, a la hora de abandonar este mundo, el mensajero de la muerte se lo lleva. Y después de ser juzgado por Dharam Rai (el rey juez) es llevado al infierno. Este es el fruto de la amistad con este mundo. Pero el gurmukh que ha seguido el sendero del satgurú alcanza el Shabad Rup (la Forma del Verbo), y se terminan para él las idas y venidas a este mundo.
En este sendero no hay diferencia entre el culto y el inculto. Toda la preferencia se le da solamente al amor. Sin él, somos como un loro (que repite palabras que no tienen significado para él). La vida solo se mejora con el amor al Señor y al Nam, y con el trabajo que hagamos para ellos. Dios solo se manifiesta en el espíritu, y solo en él la gota se fundirá en el océano. Quien no haya entrado dentro de sí mismo y no se haya apegado al Nam, es un manmukh (un devoto de la mente, del mundo). Sin el Nam, nadie puede alcanzar la paz mental, aunque haya leído millones de libros. La felicidad solo viene del Nam. Solamente con él, se levantará el telón de la oscuridad.
El Nam es universal. El Nam es de dos clases: varnatmak y dhunyamak. El varnatmak puede ser hablado o escrito. El dhunyatmak no puede ser ni hablado ni escrito. (Este último es la realidad que simboliza el primero). Cuando el espíritu se apega al Nam, este nos lleva hacia sí mismo y la puerta se abre. Hasta que esto ocurra, nadie puede esperar conseguirlo.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales, carta 161