Conquistar la soledad
No debes sentirte infeliz por tu soledad. Nacemos solos, y dejamos este mundo solos. Nadie nos acompaña. Incluso este cuerpo tiene que dejarse atrás. Son el maestro y la corriente del sonido los que nos acompañan a la hora de la muerte, y después de esta.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales
La soledad, ¿qué sentimiento es este que aflora desde nuestro interior? Una soledad que no percibimos ni sentimos hasta que un buen día, sin llamarla ni pedirnos permiso, llega a nuestras vidas sin avisar.
En tan solo un momento podemos percibir como la muerte nos arrebata lo que más queremos, nuestros seres queridos. Los golpes del destino nos ponen en situaciones muy diversas y difíciles en ocasiones. En un instante podemos perder grandes amistades, podemos perder la confianza, las riquezas…, y el desamor también puede producirse en lo que pensábamos que era un gran amor.
¿Qué hay detrás de todo este gran escenario? ¿Qué se esconde en este sufrimiento originado por la pérdida? La soledad. La soledad con la sombra del sufrimiento que ocasiona.
Una soledad que penetra en nuestras vidas diciéndonos que siempre estuvo ahí, pero que fuimos inocentes en ocasiones y otras torpes al no querer mirar y comprender que es inherente a la vida. Siempre hemos estado solos, y todo aquello que construimos, que deseamos de este mundo y a lo que nos apegamos tanto, ya sean personas o cosas, es tan solo un vano intento por no querer ver esta realidad: nuestra soledad. En Spiritual Perspectives, vol. I, Hazur Maharaj Ji dice:
Este sentimiento de soledad no nos abandona a pesar de lo que logremos en este mundo. En realidad, esa es la inclinación del alma hacia su propio origen.
¿Por qué huimos de esta realidad? ¿Por qué nos da tanto miedo la soledad? Algunas personas intentan acallarla aumentando sus deseos materiales y apegos en el mundo. Pero hay otras, en cambio, que comienzan a preguntarse y a buscar, a buscar de verdad en esta soledad encontrada.
La soledad es algo que nos abre las puertas de la consciencia para buscar en lo más profundo de nuestro interior. En ese gran vacío que nos da miedo mirar. Hazur Maharaj Ji, en Spiritual Perspectives, vol. I, nos dice:
Si no fuese por este sentimiento, el instinto del alma hacia su propio origen, nadie encontraría al Señor. Si no le echamos de menos, si no sentimos la separación, si no nos sentimos solos en el mundo, jamás pensaremos en el Señor. Es un instinto natural que el Creador ha puesto en nosotros. Nos ha hecho formar parte de esta creación y él permanece alejado, aunque mantiene un vínculo con nosotros: el sentimiento de volver a él, la urgencia natural que ha creado en nosotros por volver con él. Esto nos obliga a buscarle, a encontrarle.
La pérdida de las cosas materiales, de las relaciones y las personas, nos produce un tremendo dolor. De hecho, es “el gran dolor de la separación”. Y tanto mayor es cuanto más apegados estemos a estas relaciones. Una separación que tan solo es lo que es, el vislumbre de nuestra soledad. Porque es esta separación, con su tremendo dolor, la que nos permite ver que ¡estamos solos!
A la pregunta: “¿Cómo podemos acabar con nuestra soledad?”, Hazur Maharaj Ji, en Spiritual Perspectives, vol. I, nos dice:
Nunca podremos sobreponernos a la soledad hasta que dejemos al alma volver a su fuente. Podríamos tener el mundo entero a nuestra disposición, pero nunca superaríamos el sentimiento de soledad. Hay una etapa en la vida donde nos sentimos completamente solos. Nada nos pertenece. Podemos intentar engañarnos a nosotros mismos pensando que esto o aquello nos pertenece, que nosotros pertenecemos a alguien o que alguien nos pertenece, pero esto es solo un autoengaño. Porque el anhelo del alma siempre es hacia su propio origen, y este sentimiento de soledad nunca puede abandonarnos a menos que permitamos al alma volver a Él.
Y añade Hazur Maharaj Ji:
En este mundo no existe la felicidad permanente. Algunos se sienten cómodos en la infelicidad, otros se sienten incómodos, pero nadie puede ser feliz en la separación. Esa soledad no puede abandonarte. Es el anhelo del alma por fundirse con el Padre. No puedes superar esa soledad.
Entonces, preguntémonos: ¿Qué estamos haciendo nosotros para acabar con esta soledad? ¿Acaso pensamos que buscando la felicidad del mundo podremos dejar de sentirla?
Los místicos nos dicen que si buscamos la felicidad en este mundo material no la encontraremos. Nuestra búsqueda de la felicidad está equivocada, porque la estamos buscando en el lugar incorrecto. En este mundo impera el cambio, es un mundo de ilusión, donde nada es permanente. ¿Cómo podría tener cabida la felicidad permanente en un mundo cambiante?
¿Hacia que búsqueda nos impulsa la soledad? Tan solo a encontrar nuestra identidad real. Y esta identidad nos lleva a preguntarnos: ¿De dónde venimos y adónde vamos? Estas son las preguntas del verdadero buscador que le llevan a buscar la verdad. La búsqueda de la verdad no es otra más que buscar a Dios.
En Sant Mat, la ciencia del alma, a esta persona la identificamos como “buscador”. Alguien que busca la Verdad (el Shabad o Verbo). Cuando esto se produce, llega a nuestro encuentro un maestro y la iniciación en un sendero espiritual toma forma. Esta es la gracia de Dios a nuestra sincera búsqueda. Él nos pone en contacto con un maestro y nos concede la iniciación.
Así pues, el dolor, la tristeza que percibimos en esta soledad, es el llanto del alma reivindicando su identidad, porque somos alma, una gota de la divinidad. Y sabiendo lo que somos, nos daremos cuenta de que lo que realmente buscamos es a Dios, buscamos la realización de Dios. Ese Shabad o Verbo encarnado en nuestro interior. Porque venimos de Dios, hacia él caminamos y a él hemos de volver. Hazur Maharaj Ji, en Spiritual Perspectives, vol. I, nos dice:
Ninguna explicación lógica puede demostrar la existencia del Señor. Pero él nos da una prueba de sí mismo cuando provoca esa soledad en nuestro interior. En realidad, esa es la inclinación del alma hacia su propio origen. No descansará hasta que regrese a su fuente, su propio origen. Así que el alma en el cuerpo demuestra la existencia del Señor.
Se trata de la auténtica búsqueda por ir a la fuente, por retornar y regresar a casa. Pero ¿por qué existe este anhelo escondido del alma? La propia naturaleza de las cosas nos dice: Todo aquel que se ha alejado de su fuente, busca de nuevo el momento de la unión.
La soledad es algo que se hace imprescindible y necesario para nuestro objetivo: la realización de Dios. En esta vorágine de deseos y apegos mundanos, el tremendo ruido material no permite escuchar el llanto silencioso del alma. Pero ¿por qué no pararnos y escuchar? En el silencio interior, a salvo del inquebrantable ruido del mundo, podremos escuchar este llanto. El suspiro del alma, su reivindicación y su verdadero deseo, que solo es uno: Dios. ¡Solo con Dios nos basta…! Como dice Santa Teresa en ese tan pequeñito, bello y extraordinario poema Nada te turbe:
Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta.
Que nada nos turbe, que nada nos incomode, que nada nos preocupe. No deberíamos agobiarnos tanto ni entristecernos en exceso por el incesante vaivén de las cosas de este mundo. Recordemos lo que tantas veces nos aconsejan los maestros: ¡No te preocupes, medita y sé feliz!
¿Qué buscamos en esta vida tan preciosa que Dios nos ha dado? ¿Qué queremos de este mundo, puesto por Dios a nuestra disposición? Al final tendremos que hacer esta decisión: ¿Encarnamos el Verbo en nuestro interior, o tal vez explotamos egoístamente el materialismo para una vana satisfacción? ¿Buscamos honores, riquezas, posesiones? o ¿buscamos a Dios? En realidad, no es sino un mal hábito creado por nuestra mente, un desorden en la ley natural de Dios, lo que origina que nos esforcemos por obtener las cosas perecederas de este mundo. Posesiones materiales innecesarias que nos hacen perder la gran posibilidad de buscar a Dios.
Solo necesitamos a Dios y al maestro, practicar sus enseñanzas y tomarnos como verdaderas todas sus palabras y sus amorosos consejos. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”, leemos en el evangelio de San Mateo (6:33). Si le dedicamos el tiempo a esta búsqueda real, todo lo demás vendrá después. Este es el gran mensaje que nos deja Jesús en los Evangelios. Que busquemos primeramente el reino de Dios porque es el camino hacia la felicidad permanente. Todo lo demás, nos vendrá por añadidura. Nos vendrá una felicidad no solo permanente sino inconmensurable, pues tal es su medida que nos hace olvidar no solo las tristezas y sus penas sino también sus causas. En el Bhagavad Gita (IX:22), leemos:
A quienes meditan en mí, considerándome lo más amado, y se mantienen siempre unidos a mí a través de su adoración incesante, les compenso sus deficiencias y hago permanentes sus logros.
Ambos textos nos quieren decir lo mismo: Cuando somos capaces de traer a Dios a nuestras vidas con amor y devoción, recibimos todas sus bendiciones automáticamente. Se trata de buscarle con amor y devoción; y después mantenerse siempre unidos a él a través de la meditación. ¡No olvidarle!
Finalmente, conforme vayamos profundizando en la búsqueda interior, comprenderemos que no tenemos otra opción que conquistar la soledad que sentimos por estar separados de él. Pues solo así podemos aprender, por experiencia, que el dolor que nos produce es la expresión del anhelo por volver a él, y esa es la fuerza que nos motiva a buscarlo en nuestro interior, es lo que nos prepara realmente para hacer el verdadero esfuerzo por encontrarle y crecer a un amor tan grande que nos una para siempre a él.