Dónde dirigir la atención
Igual que se apaga y se enciende la corriente eléctrica desde un sitio a otro, deberíamos ser capaces de conectar y desconectar nuestra atención desde el mundo físico material o desde el cuerpo físico, al mundo interior más sutil y al cuerpo astral.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales
El pensamiento tiene un lugar en la experiencia humana y nos ayuda de muchas formas. Utilizado de forma constructiva, el pensamiento puede ser un aliado en el viaje espiritual.
Un pensamiento claro puede ayudarnos a comprender qué es mejor para el bienestar de nuestra alma. No obstante, nuestra falta de habilidad en el control del pensamiento se ha convertido en un obstáculo para experimentar el Shabad. La mayoría de nuestros pensamientos únicamente fortalecen nuestro ego y validan nuestro mundo ilusorio de fantasía. Por esta razón, los maestros espirituales nos aconsejan inmovilizar a la mente en el centro del ojo.
Inmovilizar a la mente no significa volvernos inconscientes o permanecer en estado vegetativo. El proceso que recomiendan los maestros es natural y se dirige a utilizar la herramienta del pensamiento solo cuando es necesario, de modo que nosotros podamos mantener nuestra atención en el centro del ojo tanto como sea posible.
Los pensamientos toman vida cuando les prestamos nuestra atención.
Mantener nuestra atención en el mundo es lo que nos mantiene en el mundo. Los pensamientos no tienen vida propia. Nosotros damos vida a nuestros pensamientos prestándoles atención. Si nosotros no les prestamos atención, los pensamientos mueren.
Tendemos a culpar al demonio o a Kal de retener nuestra atención en el mundo, pero esto es solo un engaño de la mente. No existe un demonio o poder negativo que nos fuerce a pensar ciertas cosas. Nosotros alimentamos los pensamientos dedicándoles nuestra atención. Sin nuestra atención dejan de existir. Cuanta más atención reciben, más poderosos se vuelven.
Los maestros espirituales aconsejan a sus discípulos: Desplaza tu atención de los pensamientos y ponla en la paz y tranquilidad que se encuentra en el asiento de la consciencia. Mantén tu atención interiorizada en el centro del ojo tanto como puedas. Esto es lo que puede lograrse con el simran, la práctica de la repetición, y con el bhajan, que es escuchar el sonido interior con toda nuestra atención.
Tanto si nuestros pensamientos son ‘buenos’ como ‘malos’ mantienen nuestra atención alejada del centro del ojo.
Todos los pensamientos nos mantienen en la ilusión. Incluso pensar en el centro del ojo nos mantiene fuera del centro del ojo. Pensar en la forma física del maestro nos impide experimentar al maestro interior. Mientras sigamos pensando durante nuestra meditación, seremos siempre como un avión que vuela en círculos, incapaces de aterrizar en la sede de la consciencia, atrapados y sufriendo cada vez más por pensamientos sin sentido, que no aportan nada de valor espiritual y que fortalecen nuestra percepción de que esta vida es todo cuanto existe.
En espiritualidad nada tiene mayor importancia que cuidar dónde ponemos nuestra atención. La diferencia entre reencarnar en otro cuerpo o elevarnos a una consciencia superior, depende de dónde elijamos poner nuestra atención.
Maharaj Charan Singh escribe en Discursos espirituales, vol. I:
El secreto eterno, la antigua sabiduría, el sendero de los santos, estriba en retirar la atención hasta ese punto (el centro del ojo espiritual).
Para romper con la ilusión de este mundo, se necesita parar el flujo de pensamientos y la identificación con la personalidad. Esto se consigue llevando nuestra atención al sonido interior, en el asiento de la consciencia. Si lo hacemos, la mente se calma y no produce creaciones mentales. A partir de aquí, la mente experimenta algo superior y más delicioso que cuanto la ha atraído y atrapado hasta entonces. Solamente el apego a algo superior generará desapego por la experiencia humana. Y el gusto por ese algo superior solo llegará cuando inmovilicemos nuestra mente. Simplemente no existe otro modo de volver a conectarse conscientemente con el Shabad.
del yo al Shabad
Sentado en silencio,
sin hacer nada,
la primavera llega
y la hierba crece por sí misma.
Dicho zen. Citado en Meditación viva