Da lo mejor de ti
Lo imposible se vuelve posible gracias al esfuerzo. Así es con la meditación habitual.
Tukaram: The Ceaseless Song of Devotion
Tras mi iniciación en el Surat Shabad Yoga en febrero de 1972, solo tenía un deseo: apresurarme en el sendero de los maestros para cubrir la primera etapa del camino lo antes posible. La meditación acaparaba por completo mi pensamiento; era la razón por la que había solicitado la iniciación. Haber iniciado el sendero de los maestros en Dera, donde tenía contacto diario con mi maestro, fue un buen comienzo, y pensé que podría calcular cuánto tiempo tardaría en cubrir la primera etapa en el sendero y llegar al umbral de los mundos trascendentales. Pero un año y medio más tarde el destino me llevó de vuelta a Alemania, donde las circunstancias de mi vida cambiaron fundamentalmente. Pronto iba a darme cuenta de que el sendero no solo era empinado y estaba lleno de obstáculos, sino de que el viaje podía tardar mucho más de lo que yo había anticipado. Esto es algo que todos los maestros jamás se cansan de recalcar en sus satsangs y en sus cartas a sus discípulos, pero a lo que yo no había prestado la debida atención. Ahora tenía que enfrentarme con ello todos los días.
En esta nueva fase de mi vida, la práctica de la meditación resultó ser un difícil ejercicio. Debido al despegue vertical en mi actividad profesional que exigía todas mis fuerzas, durante la meditación o bien me quedaba dormida o bien tenía que luchar contra la avalancha de pensamientos que mi mente producía incesantemente. Tan pronto como me sentaba para meditar, cerraba los ojos y empezaba a repetir los cinco nombres, empezaba la película: los acontecimientos y las experiencias del día anterior pasaban ante mí e innumerables impresiones y recuerdos inundaban mi cerebro. Los problemas de mi trabajo y tantas otras cosas que ocupaban mi mente durante el día no me permitían desconectar interiormente. Se me hacía imposible inmovilizar el cuerpo y la mente para centrar mi atención únicamente en la repetición de las palabras en la meditación. Con frecuencia venía a mi mente: “¡No puede ser!”. Además, me preguntaba una y otra vez si era yo, y en qué medida era yo, la responsable por no progresar en mi meditación. ¿Por qué no alcanzaba un éxito tangible?, ¿había disminuido mi esfuerzo?, ¿tenía muchos otros hobbies e intereses a parte de mis obligaciones diarias?, ¿realmente estaba haciendo lo que podía?
Pude encontrar las respuestas a mis preguntas en los libros de Sant Mat, especialmente en Muere para vivir, escrito por Maharaj Charan Singh, porque estos eran los problemas a los que otros discípulos también se enfrentaban y muy a menudo los exponían ante los maestros. Todos los maestros recuerdan a sus discípulos que sus almas han estado en la creación desde hace millones de años y que están atadas a ella con miles de cadenas. Desatar estas cadenas es un proceso largo y maratoniano. Los maestros también enfatizan que el camino de regreso del alma al más alto reino, desde donde una vez descendió, es extraordinariamente largo. Algunas veces los maestros utilizan la imagen de un túnel que el discípulo ha de excavar a través de una montaña para llegar al mundo trascendental. También señalan que cada alma, durante sus innumerables existencias en la Tierra, ha acumulado una inmensa carga de karmas. La meditación es la manera más poderosa de reducir esta carga y de purificar la mente, dicen ellos. No obstante, ellos también explican a sus discípulos que recorrer este sendero es un asunto arduo y largo y no cabe esperar rápidos resultados.
El mayor problema, señalan los maestros, es conquistar la mente durante la meditación. La naturaleza de la mente es deambular por el mundo de los sentidos, moverse sin parar y saltar constantemente de una cosa a otra. Puesto que la mente humana ha desarrollado la costumbre, durante sus millones de existencias mundanas, de volcarse hacia la creación exterior, requiere un gran esfuerzo dirigirla al interior. Además, el alma está irremediablemente atrapada en la extremadamente fina red de maya; disolver esta red también requiere esfuerzo e inagotable paciencia.
Los maestros tienen muchas maneras de motivar a sus discípulos para perseverar en el sendero de la meditación. Esta es una de sus tareas más grande e importante a la que se dedican con gran amor y paciencia. Son incansables recordando a sus discípulos que el maestro está a su lado y que ha tomado sobre sí mismo la responsabilidad de asegurar que alcancen sus objetivos, de que en el sendero de los maestros no hay fracasos y que cada minuto de meditación cuenta. A menudo Maharaj Charan Singh animaba a sus discípulos, diciendo, “Tú simplemente haz lo que debes y deja los resultados en manos del maestro”.
(…) En sus satsangs los maestros a menudo enfatizan que para los discípulos que están en el sendero, las horas de la meditación son el tiempo más preciado de todo el día. Incluso si aún no pueden experimentar la presencia de su maestro ni el efecto purificador y transformador de la meditación, pueden estar seguros de que está haciendo efecto en el interior. No deben dudar de que llegará el día en que, conscientemente, se den cuenta de todo lo que ha acontecido secretamente en su interior. Entonces, serán capaces de mirar el camino recorrido que dejan atrás, y podrán continuar y completar el camino hacia delante con la luz y el sonido del Shabad. Hasta entonces, deben caminar en la oscuridad y confiar en la palabra de su maestro.
Extractos del libro Adventure of Faith