La más amorosa guía
Un maestro verdadero nos enseña los pasos prácticos necesarios para superar las ilusiones, que tan profundamente han arraigado en nosotros, y así experimentar la verdad por nosotros mismos. Esa verdad se encuentra oculta en cada ser humano. Hemos recibido el raro privilegio de un nacimiento humano, y con la ayuda de un maestro verdadero podemos buscar esa verdad y encontrarla en nuestro interior.
Sant Mat esencial
Escuchamos, a menudo, que cualquier persona motivada por vivir la espiritualidad, necesita guía y orientación por parte de alguien experimentado en esta materia.
Los maestros de Sant Mat nos hablan de esta necesidad de guía. Nos explican que el ser humano no tiene la capacidad suficiente para adentrarse solo en la espiritualidad porque está extremadamente apegado al mundo, y como consecuencia su consciencia está confundida y oscurecida. Gráficamente, ponen el ejemplo de una persona caída en un profundo pozo, que por más que desee desesperadamente salir de él, no puede hacerlo sola y necesita la ayuda de alguien. Igualmente, aunque en todos nosotros existe el impulso natural del alma por salir de esta creación y abrazar a nuestro Creador, hundidos como estamos en la oscuridad de este mundo, ninguno de nosotros puede lograrlo si no es con la ayuda de un maestro espiritual realizado. En el libro Budismo leemos:
La espiritualidad es un tema mucho más difícil y complejo que cualquier otro, porque trata de la realidad última que trasciende a la mente y los sentidos. En materia de espiritualidad estamos completamente ciegos y sordos, perdidos y confundidos. Es imposible para nosotros encontrar el sendero correcto, liberarnos del ciclo de nacimiento y muerte y alcanzar la iluminación sin la ayuda y orientación de un guía competente o adepto espiritual.
Cuando el Señor quiere que las almas vuelvan de regreso a él, hace que las circunstancias de la vida de esa persona se dispongan de tal modo que llegue a encontrarse con un guía espiritual. Tras este primer y necesario paso, le llega la claridad mental, la fuerza interior y la influencia apropiada para reafirmarse en su búsqueda espiritual; y en esa medida, el maestro le revela el camino y la forma de completar el regreso al Padre.
Conocer a un maestro espiritual y recibir su instrucción espiritual no es algo habitual, sino excepcional. En el mismo libro Budismo, leemos:
Difícil es obtener un nacimiento humano;
difícil es la vida humana.
Difícil es poder escuchar las enseñanzas verdaderas;
y rara es la presencia de los seres iluminados.
Es muy conocida la analogía budista de la ‘tortuga en el océano’, que señala tanto lo excepcional que es el nacimiento humano, como llegar a conocer las enseñanzas de un maestro espiritual. Shāntideva, el conocido exponente del Mahāyāna del siglo VIII, dice en el libro Budismo:
Es extremadamente difícil obtener un nacimiento humano. Es como una tortuga que por azar mete su cabeza a través del hueco de un yugo que emerge del fondo del vasto océano.
Esta analogía nos explica que el océano es el estado del samsāra (ciclo interminable de existencia); la tortuga, nosotros; su ceguera, la ignorancia; el yugo, las enseñanzas del Buda.
Nosotros, por la gracia infinita de Dios, disponemos de esas circunstancias que se dan raras veces en la vida, y además de poseer un cuerpo humano tenemos a nuestra disposición las enseñanzas de un maestro espiritual. Y debido a esas circunstancias, nos hemos sentido atraídos por él, y hemos entendido que hay verdad en sus palabras, en lo que él nos enseña.
La enseñanza del maestro es sencilla, fácil de entender; nos explica que nos hemos alejado de nuestra naturaleza interior –que es espíritu–, que el Creador no nos ha olvidado y siempre tiene una mano tendida hacia nosotros a través del maestro. El maestro espiritual es quien nos explica el extraviado curso que hemos seguido en esta creación, dándole la espalda a Dios y situando prioritariamente nuestro amor por el mundo y sus seres. Él nos enseña a reemplazar este amor al mundo por el amor al maestro, por eso el maestro es fundamental; es el preludio para alcanzar el abrazo final del Padre. Él nos enseña a meditar y a vivir de manera armónica y con el máximo respeto hacia todos los demás seres de la creación. Y, especialmente, nos recuerda que no debemos olvidarnos nunca de aquel a quién se lo debemos todo. Por eso, tenemos que darle gracias y recordarle a través de la meditación. Esta es su enseñanza, y nos ofrece toda la ayuda y la más amorosa guía. Es más, él ha puesto su vida al servicio de este fin, guiándonos y acompañándonos en el trance de salir de la oscuridad hacia la luz eterna.
Es motivo de una alegría muy especial saber que a través del maestro, cumpliendo los requisitos que él nos pide en la iniciación, el camino de unión a Dios será una experiencia real para cada uno de nosotros.