Cartas espirituales
El progreso espiritual depende en primer lugar del entrenamiento de la mente. En el ser humano corriente, el alma está bajo el control de la mente, y la mente es controlada por los sentidos, y estos son atraídos por los objetos de los sentidos (objetos materiales). La atención se mantiene por esta causa errando de objeto en objeto.
La forma correcta es que los sentidos no corran detrás de los objetos, que la mente no sea desviada por los sentidos, y que el alma controle a la mente y la utilice como un instrumento que sirva a sus propósitos. El alma tiene que restablecer su supremacía sobre la mente, en lugar de seguir siendo su esclava.
¿Por qué perdió el alma su supremacía? Debido a que perdió el contacto con el Verbo y se asoció con la mente. Por tanto, solamente hay un método eficaz para recuperar su supremacía, y consiste en conectar de nuevo al alma con el Verbo. El Verbo es audible dentro de nosotros, en el centro del ojo. Así pues, tenemos que recoger nuestra atención dispersa y ponerla en ese centro, a fin de conectar con el Verbo.
Para recoger la atención en el centro del ojo, el método más sencillo es la repetición de los cinco nombres, manteniendo así la atención ocupada con la repetición en dicho centro. Es un asunto lento. De una manera lenta y perseverante es como se consigue el éxito. Así pues, con fe y perseverancia, continúa este trabajo.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales, carta 26
Pareces estar algo preocupado por la lentitud de tu progreso. El poder –el gurú– está dentro de ti, y siempre está pendiente de que todo te resulte fácil. Ese poder tiene mucho más interés en encontrarse contigo de lo que tú nunca podrías imaginarte. La deuda kármica es de una naturaleza compleja, y es conveniente que sea pagada mientras estemos en la forma física para que después no nos detengamos en el camino interior.
Tu deber es penetrar y llamar a la puerta, y la puerta se abrirá. Este poder interior no se equivoca. Te abrirá la puerta cuando vea que ha llegado la hora. Aumenta tu amor y tu devoción, y entrégate completamente a su cuidado. El poder interior no ignora lo que estás haciendo. Está contigo y continuamente te cuida y te guía. Cuando tu amor por ese poder sobrepase a tu amor por ti mismo, y el ‘yo’ haya sido sustituido por el ‘tu’, la forma del gurú se hará visible en tu interior.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales, carta 47
Un satsangui realiza acciones sin desear su fruto y deja los resultados en la dulce voluntad del maestro. Tenemos que hacer las cosas lo mejor posible y dejar los resultados en su voluntad.
El asunto más importante para ti es el bhajan. Este es el único propósito por el que hemos venido a este mundo. El que tengas sueño quiere decir que la repetición es débil. El devoto que tiene éxito en la repetición de los cinco nombres sagrados, también lo tiene en la concentración y en escuchar la corriente del sonido.
Tu esfuerzo principal debe dirigirse a aquietar tu mente, que es el resultado de la repetición. Intenta hacerla en una sola postura, cambiándola lo menos posible. La mente no se inmovilizará con menos de dos horas de repetición de una vez. Si practicamos la repetición mientras caminamos o hacemos un recado, o algo parecido, la mente se tranquilizará antes cuando nos sentemos para la repetición.
Mientras estás haciendo tu repetición diaria, no pierdas de vista la concentración en la forma del maestro.
… Ser capaz de ir al interior, requiere amor y fe en el maestro, y una cierta indiferencia al dolor y al placer mundano. Continúa cumpliendo con tu deber y aumentando tu amor y fe en el maestro. Eso es todo lo que puedes hacer. El maestro cumplirá con su deber de protegerte aquí y en el más allá. Nunca dudes de su misericordia y su gracia. El progreso espiritual no es monopolio de ningún individuo ni de ninguna nación.
Por favor, no dejes de leer cada día una parte de algún libro del sendero, como: Misticismo: El sendero espiritual, Con un Gran Maestro en la India, Sar bachan, etc. La lectura de estos libros mantiene a la mente preparada y deseosa de hacer el bhajan.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales, carta 124