Creer es crear
Sant Mat aspira a una pura elevación espiritual.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales
‘Nacido para ganar, dispuesto a perder’. ¿Qué tal sonaría esta frase como título de la película de nuestra vida? Si entendemos como perder pasarse una vida existiendo para luego morirse, y volver a nacer para volver a hacer lo mismo, está bien como título, ¿verdad? ¿No dicen los maestros que la vida en esta creación es una obra de teatro, una película? Pues bien, este podría ser el título: “Nacido para ganar y dispuesto a perder –escrito en letras de neón–, con la actuación estelar de: nuestro nombre debajo junto a nuestra mejor foto”.
Los místicos explican que hemos nacido para ganar, que nacer como hombre o como mujer es nacer para ganar, y que en cambio tendemos a ocuparnos de lo que no importa y acabamos perdiendo: perdemos el tiempo y las respiraciones. Perdemos la oportunidad.
En el libro Gurú Ravidas, la piedra filosofal, leemos:
Este raro nacimiento humano se obtiene
como resultado de acciones meritorias del pasado,
pero pasa en vano debido a la falta de juicio.
La falta de juicio. Demasiado a menudo vamos por la vida pensando poco lo que hacemos o pensando demasiado y mal. La cuestión es que vamos por la vida picoteando aquí y allá, reaccionando por inercia y acumulando creencias que no llevan a ninguna parte. Vivimos nuestras vidas por encima como quien lee el periódico, solo fijándose en los titulares.
Estamos tan acostumbrados a la superficialidad, que no acabamos de darnos cuenta de la profundidad del sendero en el que nos encontramos. Tratamos Sant Mat de la misma manera superficial que tratamos el resto de cosas mundanas. Gurú Ravidas dice:
Mi confianza está solo en Dios
y en el trabajo dedicado a la verdad.
Así se cumplirá el propósito de mi vida…
El propósito de la vida humana es ganar. Ganar significa dejar de perder el tiempo y las vidas en la rueda de la transmigración. Eso es ganar. Nosotros nacimos para ganar. Y en palabras de Gurú Ravidas, eso se consigue creyendo solo en Dios y creyendo solo en el trabajo dedicado a la verdad.
Creer y crear. Dos verbos con una misma raíz, hasta el punto de que cuando uno dice ‘“yo creo”, no sabemos si se refiere a que está creyendo, o a que está creando. Quizás ambas cosas a la vez. Se suele decir que da igual si pensamos “yo puedo” como si pensamos “yo no puedo”; en ambos casos acertaremos. Lo que creemos es lo que acabamos creando. La vida tiene una cosa curiosa y es que nos da la razón.
Este artículo habla de creer, de confiar, y más concretamente de creernos ganadores para llegar a serlo, porque si no, ¿qué sentido tiene haber nacido para ganar, si luego, vida tras vida, acabamos perdiendo?
El propósito de nuestra existencia es conocer la verdad última, y las enseñanzas de Sant Mat nos proporcionan las herramientas para conseguirlo. Así que estas enseñanzas no son un entretenimiento más de nuestras vidas; las enseñanzas son nuestra vida, seguirlas es lo único que importa. Esto puede que suene radical, alguien que no conozca las enseñanzas podría pensarlo, pero si se toma el tiempo de estudiar esta filosofía, se dará cuenta de que no va de renunciar a nada sino de priorizar lo que importa y dedicar la vida a conseguirlo. ¿A que íbamos a dedicarla si no? Vivir sin saber lo que es realmente importante es mucho más complicado. Si nuestra vida no tiene un sentido claro, no tiene como fin último aquello por lo que hemos venido a este mundo, es inevitable quedarse aquí atascado entre familia, alegrías, penas y posesiones.
De los versos de Gurú Ravidas, se deducen tres aspectos que trataremos a continuación:
- Confiar solo en Dios.
- Confiar en el trabajo dedicado a la verdad: la meditación.
- Confiar en nosotros mismos. Cuando Ravidas dice: “Así se cumplirá el propósito de mi vida”, está demostrando confianza en sí mismo, en que es capaz de confiar en Dios y en la meditación, y de este modo cumplir el propósito de su vida.
Confiar solo en Dios
Aquí la palabra clave es solo. Cuando solo se confía en Dios, el riesgo de quedarse atrapado en este mundo es nulo, porque Dios no es de este mundo. No significa que no esté aquí, significa que no proviene de aquí. Confiar solo en Dios nos permite vivir con ligereza las cosas que vayamos encontrándonos en esta vida, Estamos en su creación, él la ha creado, y es mucho más fácil disfrutarla o padecerla con cierta alegría si confiamos en su Creador.
Confiar en Dios son todo ventajas, pero desafortunadamente la tendencia es confiar en la creación y olvidarse del Creador. Y no es nada descabellado, porque la creación esta delante de nuestras narices todo el tiempo; en cambio, el creador, Dios, ¿dónde está? Sí, hemos oído muchas veces que es omnipresente, que está en todas partes, el problema es que a simple vista no lo vemos. Gurú Ravidas dice:
El santo es tu cuerpo, tu aliento de vida, solo a través de la sabiduría del satgurú le he reconocido…
Gurú Ravidas reconoció a Dios gracias a la sabiduría del satgurú, y a continuación implora que su vida esté inmersa en él:
Concédeme, oh Dios de dioses, la compañía del santo, el sabor de sus discursos y el amor por él.
Bendíceme con su conducta y su modo de vida y ponme al servicio de sus esclavos.
Pide poder amarle, servirle, seguirle…, ser como él, en definitiva.
Hay personas que aman tanto lo que hacen que son capaces de transmitir ese amor a los demás. Una madre contaba que su hija estaba estudiando ciencias políticas. Al preguntarle de donde le venía el interés por estos estudios –ya que tampoco había nadie en la familia y en su entorno que lo mostrara–, ella contestó que gracias a su profesor de sociales del instituto. Él con su forma enseñar y de explicar, despertó en ella y en otros estudiantes las ganas de saber más sobre la materia. Por eso, unos cuantos habían decidido estudiarla.
Si el amor del profesor por sus estudios puede inspirar de este modo a algunos estudiantes, ¿cómo puede llegar a influenciarnos conocer a una persona que solo confía en Dios? Para esta pregunta cada uno tiene su propia respuesta. No todos los alumnos del profesor acabaron estudiando lo mismo. Tampoco toda la gente que se cruza con un maestro verdadero siente la imperiosa necesidad de seguirlo, como le sucedió a Ravidas. Lo que hace que unos lo reconozcan como maestro y otros no, habría que preguntárselo a Dios. La cuestión es que si alguien que solo cree en Dios es capaz de despertar en nosotros lo mismo, tenemos una inmensa suerte.
“… solo a través de la sabiduría del satgurú le he reconocido”. Así fue para Ravidas. Él no veía a Dios en todas partes, por muy omnipresente que fuera, pero tuvo la suerte de encontrarse con alguien que sí lo hacía, e inspirado por esa persona de carne y hueso como él, siguió sus pasos y pudo conocer a Dios.
Así lo vivió Gurú Ravidas, y muchos de nosotros podemos sentirnos identificados con él. Porque también sentimos que nos hemos encontrado con un maestro verdadero en quien confiamos, y el amor que quizás nos cuesta sentir por Dios, porque no lo vemos, lo sentimos por el maestro físico que sí lo vemos.
Si sus actos y su manera de ser despiertan en nosotros la imperiosa necesidad de seguirle y lo hacemos lo mejor que sabemos, hay que decir que vamos bien: a Ravidas le fue bien. Seguir al maestro significa seguir su ejemplo y sus enseñanzas, este es el trabajo que importa.
Confiar solo en el trabajo dedicado a la verdad
El maestro nos prepara para este trabajo a través de sus enseñanzas, y este trabajo consiste en meditar.
El sendero espiritual gira en torno a cuatro aspectos: El maestro, el discípulo, el Shabad o Dios, y la meditación. El maestro es el referente directo del discípulo y el responsable de transmitir las enseñanzas para que pueda realizar a Dios. El discípulo es el responsable de poner en práctica dichas enseñanzas, que básicamente están destinadas a favorecer la práctica espiritual.
Lo que importa es meditar. La forma de vida de Sant Mat está enfocada a favorecer la meditación. No tendría sentido que fuera de otro modo. Si la meditación es lo más importante, es imprescindible que todo lo que hagamos que no sea meditar esté enfocado a favorecerla. Satsang, seva, libros, vida honesta, visitas al maestro, comida lacto vegetariana… Todo esto está muy bien si detrás está la meditación. Si no es así, sigue estando bien, nos hace mejores personas y más sanas ¡pero ya está!, aquí nos quedamos, muy sanos y muy buenos para la próxima reencarnación.
Gurú Ravidas habla de confiar en la meditación (el trabajo dedicado a la verdad, lo llama él). Es cuestión de que cada uno se pregunte en qué medida confía. Gurú Ravidas dice que cree en la meditación, ¿lo hacemos nosotros? Es importante la respuesta. Alguien que medite podría decir: “Bien, si estoy meditando será porque creo en la meditación” y, sí, puede que tenga razón, pero puede que no. No es lo mismo chutar un penalti creyendo que si chutamos fuerte y bien podemos marcar gol, o chutar pensando que la portería está demasiado lejos y la pelota no va a entrar por muy fuerte que le demos. No chutaremos de la misma manera.
El objetivo de la meditación en teoría está muy claro. Se trata de trasladar cada día a la práctica, la energía y el amor de quien cree en lo que está haciendo. Por eso es necesario saber si creemos en nosotros mismos.
Confiar en nosotros mismos
La fábula del águila y las gallinas cuenta la historia de una cría de aguilucho que nació en un nido de gallina y que nunca voló más alto de dos metros porque le habían dicho que era una gallina y se lo había creído. Había nacido para ser libre y volar alto como águila que era, pero sus creencias le impidieron hacerlo.
Todos tenemos un concepto de lo que significa ser humano, y probablemente esa idea no se corresponda con la realidad. Baba Ji explica que somos seres espirituales atravesando una experiencia humana, que no somos seres humanos pasando por una experiencia espiritual. Son dos puntos de vista completamente diferentes.
Probablemente no nos veamos como seres espirituales, y esa creencia nos limita. No somos lo que creemos ser. Nuestra realidad es muy diferente de lo que parece. Incluso más diferente de lo que puedan llegar a ser una gallina y un aguilucho. Nuestra realidad es que somos seres espirituales. Llegar a entender eso cambia por completo el sentido de nuestra existencia. Porque nuestro objetivo está en función de nuestra naturaleza, y nuestra verdadera naturaleza no es material sino espiritual. La diferencia entre las dos perspectivas es tan importante… Si creemos que somos seres humanos atravesando una experiencia espiritual, probablemente veremos a Dios como algo lejano, ajeno y, por lo tanto, difícil de alcanzar; mientras que, si nos vemos como seres espirituales que están atravesando una experiencia humana ¡ya estamos allí!, ya no hay distancia, somos de su misma esencia. Esa creencia, esa confianza, nos permite ver la realización de Dios como lo que es, algo natural.
El sol nunca está separado de sus rayos. Desde nuestra posición lo puede parecer, pero es solo una ilusión. Desde la perspectiva del sol, los rayos nunca han estado separados. La separación, la distinción, la creamos nosotros.
No sabemos ser felices porque no sabemos vivir de acuerdo a nuestra condición, ¿cómo va a ser feliz un águila creyéndose que es una gallina? Al menos si sabe que es un águila, aunque siga estando encerrada en un gallinero su vida tendrá una meta: salir del gallinero y poder vivir como lo que es. Estamos buscando la felicidad en la dirección equivocada porque tenemos una creencia equivocada de lo que somos. Todo lo que necesitamos ya está en nuestro interior, solo hay que creerlo y acceder a ello a través de la meditación.
Hay dos maneras de andar por el sendero, y también dos maneras de meditar. La del que cree que no puede y la del que cree que puede.
El primero medita pensando que hoy tampoco va a poder concentrarse. Se anticipa a los acontecimientos, y con ello los limita. Y entonces pone poco esfuerzo, pocas ganas y poco ímpetu. “¿Para qué poner más si igualmente no voy a poder?”, piensa él. Eso es creer más en nuestras propias limitaciones que en el maestro. En unas limitaciones que podemos soltar solo con dejar de creer en ellas.
El segundo se sienta a meditar pensando que puede hacerlo. ¡Para eso le inició su maestro, para eso nació! Y entonces pone todo su esfuerzo, todas sus ganas y todo su amor porque cree en la meditación, cree en el maestro y cree en sí mismo, y con ello está creando su victoria.
El éxito se construye a base de ensayos. Algunos los llaman fracasos, pero en realidad son ensayos que uno detrás de otro lleva al éxito. Amemos esos ensayos y pongamos lo mejor de nosotros en cada uno de ellos. No somos perfectos. Lo sabemos. Pero también sabemos que siempre podemos volver a empezar. Como se suele decir, equivocarse no es el hecho de cometer un error en sí. Equivocarse es no saber rectificar, y estamos en condiciones de rectificar. Todos podemos empezar de nuevo cada día.
Cuenta una historia que una persona está meditando cuando viene otra y le pregunta qué está haciendo: “Nada”, contesta. Al día siguiente esa persona vuelve a pasar por allí justo en el momento en que el otro estaba otra vez sentado en meditación y le vuelve a preguntar qué está haciendo, y recibe la misma respuesta: “Nada”. Entonces el curioso replica: “Creí que esto ya lo habías hecho ayer”, a lo que el meditador tranquilamente responde: “Es que no he terminado”.
En eso consiste la meditación, en seguir haciendo “nada” tantas veces como haga falta. Hasta que terminemos.
Hablábamos al principio de lo que hay de profundo y de superficial en nuestras vidas, y la verdad es que la cotidianidad del día a día y las prisas en nuestras tareas habituales ocultan muchos sentimientos profundos, pero sobre todo ocultan la profundidad y la importancia que tiene este nacimiento humano. Quizás creamos que lo profundo no puede ser cotidiano, sin embargo, conseguir hacer de lo profundo algo diario es a lo que deberíamos aspirar. ¿Cómo podemos llevar una vida ordinaria cuando tenemos en nuestro interior una cualidad tan extraordinaria? Gurú Ravidas dice:
Durante innumerables nacimientos
he estado separado de ti,
oh Señor.
Este nacimiento te lo dedico a ti.
¿A quién vamos a dedicar nosotros este nacimiento? ¿A quién vamos a dedicar nosotros la actuación estelar de esta nuestra última película? Si se la dedicamos al maestro, seguro que la titularemos: “Nacidos para ganar y dispuestos a conseguirlo”.