El perfume de la divinidad
En el libro Kabir, The Great Mystic, leemos el extracto de unos bellísimos versos referidos a la poderosa influencia de un maestro espiritual, y el beneficio que proporciona a todos aquellos que siguen sus enseñanzas:
… Mantén la compañía de los santos, Kabir,
aunque tengas que vivir de pan seco.
Su compañía es más valiosa
que todo el resto en este mundo (…)Mantenerse en la compañía de los santos,
es como visitar la tienda de un vendedor de perfumes;
pues, aunque él no te dé ningún perfume,
tú gozas inevitablemente de la fragancia. (…)Los días que permaneciste sin la compañía de los santos
fueron malgastados completa y totalmente,
pues la vida sin amor hacia un santo
es meramente como la vida de los animales…
Kabir, nos hace reflexionar en estos versos sobre aspectos importantes de la espiritualidad. Establece la comparación de que estar en la compañía de los santos es más valioso que cualquier cosa de este mundo, aunque tengamos que vivir de pan seco. Esta expresión indica auténtica necesidad, y sitúa el satsang como algo básico en la espiritualidad y más importante que el alimento de este mundo: por eso deberíamos asistir al satsang como mendigos, con actitud humilde, con mente abierta, sencilla, buscando el pan espiritual, ese alimento básico e imprescindible que nuestra impura mente tanto necesita.
También expresa que mantener la compañía de los santos es como visitar la tienda de un vendedor de perfumes. Es decir, la presencia de un santo o místico emana el perfume de la divinidad y, por lo tanto, nos influencia y nos impregna de esa misma divinidad. Y finalmente se reafirma en vivir inmersos en el amor a los santos, y no malgastar la vida dejando que el paso del tiempo la consuma en los placeres efímeros del mundo. Aquí Kabir marca claramente un sentido de dirección y utilidad en la vida, para que intentemos dedicar nuestro tiempo y atención a Dios, considerando inferior cualquier otra meta.
¿Por qué los místicos nos hablan de la necesidad de la compañía de los santos? Porque nuestra mente todo el día está nutriéndose de la materialidad del mundo. Sin embargo, en su compañía recibimos una influencia espiritual, nos inspiramos y llenamos de devoción, reafirmándonos en la importancia de vivir enfocados hacia el objetivo de la realización de Dios.
¿Y cómo lograr la compañía de los santos? Asistiendo al satsang del maestro, buscando ahí su enseñanza y su guía. Su influencia nos encauza hacia el esfuerzo en la meditación, y renueva nuestras ganas de vivir con más dedicación y consciencia el modo de vida de Sant Mat.
En el libro El amanecer de la luz, el Gran Maestro dice:
Las personas que asisten a los discursos de un satgurú son atraídas de manera natural hacia la espiritualidad. Por consiguiente, el satsang, la compañía de almas espiritualmente despiertas, es indispensable para tener éxito en la práctica de la disciplina espiritual.
La influencia tan poderosa que ejerce el satsang en nosotros, se debe a que en él se habla de temas relacionados con las enseñanzas del sendero místico, y se hace especial énfasis en la realidad del Nam o Verbo de Dios presente en todo lo que existe, siendo el redentor o salvador de la humanidad en esta creación… ¡Tal es la fuerza del satsang!
En Spiritual Perspectives, vol. II, leemos:
El satsang es una reunión en la que lo fundamental es hablar del Shabad y del maestro; donde se honran al Shabad, al maestro y a Dios; donde se inculca la singularidad del Shabad como liberador de la humanidad; y donde se pone de manifiesto el papel de los santos como exclusivos donantes de ese tesoro.
El espíritu es, pues, la clave de esa elevación sutil que sentimos, porque en esencia somos Espíritu, Shabad, y cuando escuchamos con atención las palabras de los maestros, sentimos una genuina e irresistible atracción. Por eso, asistir a estas reuniones espirituales eleva nuestra visión, alza nuestra mirada hacia lo que de verdad es importante, y fortalece la voluntad para dedicarnos de forma más profunda y comprometida a la meditación y a vivir una vida espiritual. Para un alma sincera, para un buscador auténtico, el satsang es necesidad, es puro alimento para el espíritu.
Conforme vamos madurando, nos damos cuenta de que tenemos una necesidad muchísimo más profunda que alimentar o vestir al cuerpo y responder a los dictados de la mente. Con el paso del tiempo, sentimos la necesidad de volvernos mejores y más completos. Como decía San Pablo: “Sed completos en la divinidad”, en efecto, se trata de vivir plenamente como seres humanos despertando nuestra dimensión espiritualidad y no existiendo meramente. Este proceso de mejora va acompañado de una necesidad de hacer el bien, de ser mejores personas, de orar, etc.; pero solo cuando empezamos a dar nuestros pasos en el sendero espiritual bajo la guía de un maestro, estamos propiamente encauzando el anhelo del alma para regresar con el Creador.
Hazur Maharaj Ji afirma en Spiritual Perspectives, vol. I:
Un anhelo verdadero nos conduce a la auténtica práctica espiritual, y esta, a su vez, nos lleva a la realización de Dios. Ese anhelo puede crearse en nuestro interior por el satsang, por la compañía de los santos y compañeros del sendero, y por el estudio de la literatura además de la práctica espiritual.
Asistiendo a las reuniones de satsang, hacemos una parada entre las muchas tensiones, problemas y preocupaciones del mundo. Un mundo cada vez más desorientado y alborotado, más lleno de presión y estrés; por eso, en el satsang, en ese rincón de paz y armonía, juntos con los demás seguidores del sendero nos convertimos en fuente de apoyo y fortaleza espiritual entre nosotros.
Hazur Maharaj Ji dice en Spiritual Perspectives, vol. III:
En las reuniones debemos ser fuente de energía para los demás, una fuente de ayuda en el sendero. Debemos inspirarnos unos a otros y salir llenos de amor y devoción por la meditación, por el maestro, por el sendero, por vivir esta forma de vida.
Sabemos que en la vida cuando alguien está muy cansado, se apoya en el hombro de un amigo para poder caminar y llegar a casa. Ciertamente, nosotros un día u otro, nos caemos aquí o allá…, así que necesitamos el apoyo de alguien que nos ayude a levantarnos para seguir caminando… Esa ayuda siempre la encontramos en el satsang: es más, es uno de sus propósitos. Por eso, lo más importante es que al salir lo hagamos repletos de amor y devoción, habiendo disfrutado de la dicha del ambiente amoroso que creamos todos con el recuerdo del maestro, y que nos lleva a practicar fervientemente la meditación. Ese es el ambiente que debemos crear entre todos.
Kabir, en el poema, expresa ‘el gozo que nos otorga la fragancia de los santos’. ¿Cuál es la fragancia de los santos? ¿Qué aroma desprenden? Las abejas vuelan hacia las flores por su fragancia; de la misma manera los buscadores acudimos al maestro para participar de su riqueza espiritual y de su generosidad. Porque él nos prepara para percibir ese perfume tan excelso que es el Nam, e intenta por todos los medios que dediquemos nuestra vida a él. La intensidad espiritual de su fragancia nos inspira, nos hace reflexionar y pensar, nos llena de fuerza para dar pasos decididos hacia él.
Baba Ji suele comentar que nuestra mente funciona como un ordenador. Es como un gran almacén de memoria, y todo lo que entra en esa memoria, tarde o temprano sale en forma de acción. De este modo, si entra en esa memoria el mensaje de los santos, su amor hacia nosotros, toda la bondad que percibimos con su asociación, toda la verdad y claridad que se desprende de su persona, recibiremos una influencia muy poderosa que nos hará profundizar en nuestra comprensión de las enseñanzas, lo cual se traducirá en una intensa predisposición hacia la práctica espiritual.
En Conceptos e ilusiones, leemos:
Una de las muchas maneras en que el maestro nos ha agraciado es a través de la creación de propiedades de satsang en todo el mundo. Estas propiedades se han adquirido para que el sangat pueda realizar seva y asistir a satsang. El satsang y el seva nos ofrecen una morada donde la atmósfera de la presencia del maestro eleva nuestro espíritu y refuerza nuestra determinación de recorrer el camino.
Así que nos encontramos en los centros de satsang, en nuestro Dera particular, cada uno en su lugar de pertenencia. Porque ¿qué es Dera? Maharaj Charan Singh, al explicar lo que es Dera, decía que no es un lugar hecho de ladrillos, mortero u otras cosas materiales. Él, en el libro Equilibrium of love, dice exactamente:
Dera es solo vuestro amor, vuestra armonía, afecto, comprensión y cooperación mutua. Eso es Dera.
El amoroso mensaje de Hazur Maharaj Ji es que nuestro verdadero centro de satsang no es un lugar físico. Más bien, es un espíritu de amor y armonía mutua. Debemos llevar ese espíritu a nuestra vida, a nuestras actividades cotidianas, independientemente del lugar en el que vivamos.
Hazur Maharaj Ji enfatiza en Spiritual Perspectives, vol. III, la importancia de nuestro esfuerzo en llevar la atmósfera de Dera con nosotros. Él dice:
Tienes que construir tu propio Dera a tu alrededor. Tienes que vivir en tu propio Dera. Tienes que llevarlo contigo dondequiera que estés; y eso está dentro de ti. Tienes que construir esa atmósfera, ese ambiente en el que tienes que vivir. Todo eso está dentro de ti, no fuera en ladrillos y cemento.
Y una manera práctica de construir y llevar la atmósfera de amor que se desprende de la meditación es tratar de vivir con nosotros mismos, amar nuestra propia compañía.
Hazur Maharaj Ji dice también en Spiritual Perspectives, vol. III:
Verás, nuestro problema es que siempre amamos la compañía de los demás; no amamos en absoluto nuestra propia compañía. Si te sientas en una habitación durante cinco minutos, encenderás la televisión, llamarás a alguien, o empezarás a leer un periódico o alguna revista, porque no tienes el hábito de vivir contigo mismo…; y cuando intentas vivir contigo mismo, piensas: “estoy aburrido”. No intentamos vivir con nosotros mismos en absoluto.
Y continúa:
… debemos aprender a vivir con nosotros mismos, independientemente de cualquier cosa en este mundo. Cuando se adquiere ese hábito, entonces resulta muy fácil construir esa atmósfera en la que tenemos que vivir.
¿Y qué mejor manera de estar con nosotros mismos, si no es sintonizándonos con nuestro maestro a través del simran? Practicar la repetición de las palabras dadas por el maestro, facilita la concentración de la mente. Si procuramos estar en la presencia del maestro hasta en el acto más insignificante de nuestra vida mediante el simran, si nos esforzamos y hacemos que sea nuestra compañía mental preferida, veremos que nuestros actos serán muchísimo más bondadosos y mejores. Estaremos más concentrados, más alertas, pero sobre todo recogeremos los frutos de ese esfuerzo durante las dos horas y media de meditación regular. La meditación es mucho más gozosa cuando el día se ha vivido junto al maestro.
No hay escasez de medios o ayudas para vivir las enseñanzas, para crear la atmósfera amorosa a la que se refiere Hazur Maharaj Ji. El maestro nos ha dado muchos libros, revistas, satsangs…, incluso nos ofrece una web disponible siempre. Todo este material está a nuestra disposición para ayudarnos a dirigir nuestra atención hacia el interior y para realizar mejor nuestro seva más importante: la meditación diaria.
En la tercera y última estrofa, Kabir se reafirma en vivir inmersos en el amor a los santos, y no malgastar la vida dejando que el paso del tiempo la consuma en los placeres efímeros del mundo. Esta estrofa sugiere la distinción del ser humano del resto de seres de la creación. Y nos hace formularnos una pregunta obligada: ¿Para qué vivimos? ¿Solamente para llevar una vida familiar, profesional y personal exitosa por el corto periodo de nuestra vida, en la que está ausente el amor a los santos?
Todos los santos enfatizan el hecho de que si siendo criaturas con discernimiento (facultad que el resto de especies no tienen), no le damos a nuestra vida la finalidad más elevada de realizar a Dios, entonces habremos vivido en vano. El propósito final de nuestra existencia, como dice Kabir, es despertar nuestro amor a Dios. Por eso afirma que sin el amor divino, nuestros días se malgastan totalmente.
Si no vivimos recogidos en ese amor es porque la mente dirige nuestras vidas. Así que es de suma importancia aprovechar la oportunidad de las enseñanzas de los místicos. Si no lo hacemos, siguiendo a la mente viviremos de manera infructuosa y continuaremos vez tras vez naciendo y muriendo en esta rueda de la reencarnación. ¡No habrá salvación para nosotros! Las acciones gobernadas por la mente, son como sembrar semillas en una tierra perecedera, y nos forzarán a venir para recoger sus frutos de nuevo aquí. ¡Así funciona esta creación!
Baba Ji ha expresado en alguna ocasión que es muy fácil prometer la salvación después de la muerte, muy fácil. Pero ¡qué seguridad tenemos si no conseguimos liberamos en vida! Si no conquistamos a nuestra mente ahora, si no amamos a Dios ahora, si no le recordamos y damos los debidos pasos hacia él, a través de la meditación, ¿qué garantías tendremos después? ¿cómo podremos estar seguros de salvarnos? Si no encontramos la paz ahora, si no tenemos ese amor ahora, ¿por qué creemos que lo lograremos después? Tenemos que hacer esos preparativos y limpiar esta vasija del cuerpo y la mente, para que el alma pueda llenarse con la corriente del sonido o Shabad.
El maestro está incansablemente velando para que este amor a Dios sea una realidad para cada uno de sus discípulos. Su presencia y compañía es más valiosa que todo el resto de este mundo, porque él nos recuerda lo que es más importante, lo único que puede llenar nuestra vida de felicidad: Vivir en el amor a Dios.
La fragancia de los santos, el ambiente de su divinidad, nos ayuda a conducir nuestra mente hacia el amor divino, a esforzarnos por vivir en una atmósfera propicia para la meditación, pues es definitivamente la meditación la que nos otorga la experiencia del amor verdadero, ese ‘amor divino’ de los santos que, en estos versos, Kabir expresa de forma tan inspiradora.