El maestro responde
Sí, aunque un momento es un tiempo corto,
un momento que se pasa con Dios
es un momento eterno.
Shams-e Tabrizi
P. Maestro, una de las cosas más difíciles que encuentro al vivir en el mundo, son los periodos en los que no siento nada por el camino: ni amor, ni devoción. Sé que te has referido a esto como periodos de sequía, pero a veces me resulta casi insoportable, y me preguntaba si podrías comentarlo.
R. ¿Te refieres a que en ocasiones sientes amor y devoción y en otras ocasiones te sientes fría y vacía? No vemos el sol todos los días, hermana. A veces hay nubes. Y a veces las nubes son muy espesas. Pero el sol siempre está ahí. Tenemos que pasar por muchas fases debido a nuestros karmas. En ocasiones, los karmas favorables nos hacen sentir llenos de emoción y devoción por el Padre. En otras ocasiones llega una tanda de karmas desfavorables y nos sentimos completamente fríos y vacíos. Pasamos por muchas fases de karmas.
Esa es la principal razón por la que debemos hacer la meditación, para superar esa sequedad. A veces en la meditación llega una etapa en la que sentimos un gran vacío en nuestra vida, porque el efecto de la meditación es que nos desapegamos de todos los placeres mundanos, de las caras mundanas. Ya no nos interesan. Pero por otro lado, nada mantiene nuestra atención o nuestros pensamientos en el interior, y entonces nos sentimos vacíos. El mundo no nos satisface y tampoco hay nada en nuestro interior que lo haga. Pero pasamos por ese periodo de sequía. Todos tenemos que pasar por eso, por así decirlo. No debemos desanimarnos.
Mientras estamos apegados al mundo, siempre esperamos algo. Cuando nos levantamos por la mañana, decimos: “Iré al cine, al teatro, iré a una fiesta y tengo muchas citas, que si esto y lo otro”. Así que nos sentimos apegados y planificamos el día y nos interesa cómo vamos a pasar el día. Pero cuando esas cosas dejan de interesarnos, cuando no nos atraen de ninguna forma, pero aún no tenemos nada a lo que apegarnos en el interior y no disfrutamos todavía con la meditación o de la felicidad interior, sentimos ese vacío y esa sequedad en nuestra vida. Prácticamente cada buscador debe pasar por ese periodo. Esa es una razón más por la que debemos hacer la meditación y aferrarnos a ella.
P. Maestro, podrías aclararnos el hecho de que mientras meditamos, a veces pasamos por períodos de gran soledad, no durante la meditación sino durante el día. Puede durar años. Solo me preguntaba, ¿cuánto puede durar?
R. Hermana, si he seguido bien tu pregunta, he comentado muchas veces en las reuniones que cuando tratamos de vivir el camino de Sant Mat y meditar, de seguir el sendero, perdemos todo interés en los asuntos mundanos, en la gente mundana y ya no nos atraen. Ya no nos encantan. Así que cuando nos despertamos por la mañana no nos interesa lo que antes acostumbraba a llamar nuestra atención. Por otro lado, interiormente aún no hemos progresado lo suficiente como para mantener nuestra atención, así que comenzamos a sentir el vacío y la soledad. Tarde o temprano tenemos que pasar por esta etapa, porque ya nada en el mundo nos atrae ni tampoco encontramos nada dentro que capte nuestra atención. Así que comenzamos a sentirnos muy solos y sentimos un vacío en nuestra vida. No hay nada que temer.
De hecho, todos estamos solos en la vida, es autoengañarse pensar que alguien nos pertenece o que pertenecemos a alguien. Antes o después, todo el mundo se da cuenta de que está solo en la vida, por eso pensar de otro modo es autoengañarse. Creo que es un regalo de Dios cuando ese sentimiento nos llega. Eso hace que nos volvamos hacia el Padre, buscando aferrarnos a algo que nos pertenezca y a lo que pertenezcamos. Y eso nos da sensación de paz y felicidad interior.
Por otro lado, en el exterior, cuando tratamos de sentirnos parte de alguien, o poseer a alguien, solo sentimos frustración e infelicidad. Así que esa es la manera en que el Señor nos atrae hacia él. Si no sintiésemos esa soledad en nuestro interior quizá nadie pensaría en el Padre. Si esas cosas del exterior atrajesen nuestra atención y nos hiciesen felices para siempre, nadie pensaría en el Padre. Reaccionamos frente a todo eso, cambiamos nuestra orientación y nos volvemos hacia el Padre para buscar la dicha, la paz y la felicidad en el interior.
M. Charan Singh. Perspectivas espirituales, vol. II