Crecer en amor a Dios
El amor es la llama que consume el ego
y enciende el camino hacia la unicidad.
Sana’i. Hadiqat al-Haqiqat. El jardín de la Verdad
Los santos suelen decir que Sant Mat no es más que amor. El sendero comienza con amor y acaba con amor. El amor es necesario para realizar a Dios.
¿Y qué es el amor?
En el libro Reflections on Sant Mat Teachings, se explica que el amor es la atracción entre dos seres. Es la atracción que sienten los seres que proceden del mismo origen y que, por lo tanto, tienen la misma naturaleza y finalidad: fundirse el uno en el otro. El alma es una parte del Señor. El Señor, en la forma del Amado, atrae al alma, y de ese modo el alma anhela unirse con el Señor.
Hazur Maharaj Ji explica en el libro Spiritual Perspectives, vol. III:
El amor es convertirse en otro ser, perder la propia identidad, perder la propia individualidad, hacer algo que agrade a la otra persona, y evitar todo lo que pueda desagradarle. Hay que eliminar el ego. Solo entonces te conviertes en otro ser, lo cual es amor verdadero.
Así que, sencillamente, ‘enamorarse’ es el camino hacia la realización de Dios.
Cristo dijo: “Dios es amor” (Jn. 4:16). Dios es amor y el amor es Dios porque la verdadera forma del Señor es amor, y solo a través del amor podemos volver a él. En el Adi Granth, Gurú Nanak dice que el Señor es el amor personificado, y expresa: “Él, el Señor del amor, depende del amor de sus devotos”.
Incluso los faquires sufíes dicen que el Señor es la personificación del amor. Él ama a sus almas, llenándolas de su amor y concediéndoles el amor que hay en él. Los sufíes han llamado al Señor el amante original o el amante primigenio, y se refieren al amor como la razón de la creación. El Señor deseaba amar, así que separó partes de sí mismo –las almas–, para poder amarlas y que ellas pudieran corresponderle amándole.
En el Corán, la expresión Qun fayiqun significa que el Señor dio la orden: “¡Manifiéstate!”, es decir, qun, y “la creación se manifestó”, es decir, fayiqun. ¿Por qué ordenó que la creación se manifestara?
Bulleh Shah expresa:
Tú ordenaste: ¡Sé! Y así fue…
Tú hiciste que todo emanara del amor:
vives en todos como el amante.
Así que el Señor era el amante, y deseaba manifestar el amor. Por eso envió a las almas a su creación, y puso en ellas una chispa de amor por él. La pregunta que surge ahora es: si no hemos visto a Dios, ¿cómo podemos amarle? ¿Cómo podemos amar lo que no tiene forma?
Nuestra mente está muy apegada a este mundo y a sus ilusiones. Estamos absortos en el mundo y nos hemos convertido en parte de él. Solo podemos amar lo que es visible, lo que tiene cualidades que pueden percibir los sentidos físicos. Las cosas y personas del mundo cautivan nuestra mente. Pero al Señor no podemos verlo, no podemos percibir sus cualidades ni su benevolencia, ni sentimos su atracción. Hemos desarrollado amor por el mundo, porque a lo largo del tiempo hemos creado una relación con él a través de nuestras acciones cotidianas.
Hazur Maharaj Ji explica en Perspectivas espirituales, vol. I: “Solo podemos amar lo que vemos, lo que sentimos, lo que tocamos, lo que poseemos. De modo que estamos enamorados de la creación y no podemos amar lo que no vemos, lo que no podemos palpar, lo que no podemos sentir, y aun así tenemos que amar al Señor y desapegarnos de la creación”.
Nosotros solo tenemos un concepto del Señor. El Señor no es visible, no tenemos una conexión con él, así que ¿cómo podemos amarle?
Podremos amarle cuando nos refugiemos en un santo a quien podamos ver y con quien podamos hablar, y así cultivar el amor por él en nuestros corazones. El maestro vive en el mundo como nosotros, y podemos relacionarnos con él a nivel humano. Cuando habla escuchamos, porque sus palabras están llenas de sabiduría. Su presencia llena el ambiente de paz y amor, y nos atrae hacia él. Y como la esencia de nuestra propia alma es amor, sentimos un profundo apego hacia él. La forma física es la puerta de acceso al viaje espiritual.
Por tanto, el amor comienza con devoción por su forma física, y fe en sus enseñanzas. Luego, a medida que progresamos interiormente, se vuelve un amor más profundo, intenso y desinteresado.
En el sufismo, el amor a lo físico, ishq-i-majazi, se considera el fundamento del amor a lo espiritual, ishq-i-haqiqi. Esto implica que solo el amor por la forma manifiesta del Señor, el satgurú, puede desarrollar el amor por aquel que no tiene forma.
Soami Ji dice que el Señor, el satgurú, el Nam y la devoción son todo diferentes formas de amor. En el libro Sar Bachan prosa leemos:
El amor es la esencia del Señor y del alma, y la práctica del verdadero Nam es la verdadera forma de devoción. La devoción y el Señor son lo mismo. Debes saber que el verdadero maestro es la forma manifestada del amor. En verdad, su forma real también es amor; acepta que todos los seres tienen la misma esencia.
¿Cómo podemos hacer crecer nuestro amor por el Señor?
En Spiritual Perspectives, vol. III, Hazur Maharaj Ji dice: “Si seguimos las enseñanzas, vivimos el camino de Sant Mat, nos dedicamos a la meditación y somos amables con todos, de esta manera cada día intensificamos el amor por el maestro. Todo esto ayudará a que aumente el amor por él”.
A continuación, siguen unos extractos del libro Seva, donde se desarrolla con más profundidad el significado de amar al maestro:
El Gran Maestro dice: “Siempre que tengamos el deseo de expresar nuestro amor por alguien, debemos tratar de descubrir qué tipo de amor preferiría el amado. Entonces debemos imbuirnos de aquellas cualidades o acciones que complacen al amado”. Así que buscamos una manera de amar, no como queremos amar, sino como el maestro querría ser amado.
Hazur Maharaj Ji nos da una definición de amor: “Amor significa obediencia. Amor significa entrega. Amor significa perder tu identidad para convertirte en otro ser. Eso es amor”.
Aquí Hazur Maharaj Ji pone ante nosotros las fases del amor: obediencia, luego entrega y finalmente unión. En las primeras etapas, el amor significa obediencia: aprendemos a dejar de lado nuestras propias necesidades y deseos, y simplemente obedecemos al maestro. El fruto que madura a través de la obediencia constante es el estado de entrega. Y el fruto de la entrega es el objetivo final del amor: la unión.
Las descripciones de obediencia, entrega y amor de Hazur Maharaj Ji comparten el mismo hilo: perder la propia identidad, fundirnos con el amado, convertirnos en otro ser. Así que:
- Obediencia es fusionar nuestra voluntad con la voluntad de otro.
- Entrega es eliminarse a uno mismo y convertirse en otro ser.
- Amor es perder nuestra propia identidad, eliminar nuestro ego y ser uno con el Padre.
¿Dónde nos encontramos en esta cadena de obediencia, entrega y unión? Claramente aún no nos hemos unido con el amado, si no no estaríamos aquí, sintiéndonos separados. Tampoco nos hemos entregado por completo. La mayoría de nosotros aún no somos capaces de obedecer constantemente al maestro, sin dudarlo. Entonces, podríamos preguntarnos: ¿Somos al menos obedientes? Si no lo somos, entonces este podría ser nuestro punto de partida. Así que, realmente, a nuestro nivel actual, el amor significa obediencia.
En la Biblia, Cristo establece la conexión esencial entre el amor y la obediencia. Dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15).
Los mandamientos de nuestro maestro son los cuatro votos. Entonces, para nosotros, amar al maestro simplemente significa obedecer implícitamente los cuatro votos.
Tenemos que entrenar nuestras mentes para obedecer al maestro, viviendo el estilo de vida de Sant Mat y cumpliendo los cuatro votos, asistiendo al satsang y haciendo seva. Porque los cuatro votos, asistir al satsang y hacer seva es como limpiar el recipiente. Es necesario que el recipiente esté limpio antes de llenarlo con algo.
En el libro Seva leemos el siguiente comentario de Hazur Maharaj Ji acerca de cómo crece el amor: “La meditación crea amor. Fortalece el amor. Hace que el amor se vuelva profundo. Hace crecer el amor. En última instancia, te ilumina y te convierte en Dios”. En el mismo libro, nos dan un ejemplo acerca del amor:
Si estuviéramos en una playa y el maestro nos pidiera que caváramos un hoyo en la tierra y nos dijera que, por muy profundo que lo hiciéramos, lo llenaría con su amor, ¿no nos pondríamos a trabajar de inmediato y cavaríamos con gran entusiasmo? Este es el regalo que nos ha dado con la meditación. Cuanto más profundicemos, cuanto más esfuerzo pongamos en nuestra meditación, más receptivos seremos a su amor. Si cavamos un poco y le ofrecemos un agujero del tamaño de una taza, lo llenará de amor. Si nos esforzamos más y cavamos un pozo profundo, él lo llenará hasta el borde con amor. El maestro es un océano infinito de amor, y derrama su gracia sobre nosotros. Cuanto amor sentimos no solo depende de su gracia, sino de nuestro esfuerzo, y de nuestra propia receptividad.
En Perspectivas espirituales, vol. II, Hazur Maharaj Ji explica: “El propósito de esta vida humana no es otra cosa que llenarnos de amor y devoción por el Padre. Nada más. ¿Cuál es el propósito de la meditación? Desapegarnos de la creación y apegarnos al Creador. Dar la espalda a la creación y mirar hacia el Creador. Ese es el propósito de la meditación”.
Así que estamos en el medio: a un lado tenemos al maestro, y al otro lado tenemos la creación. Tenemos que decidir si queremos seguir las enseñanzas del maestro, o seguir los dictados de la mente y, en consecuencia, seguir atrapados en esta creación. Nos toca elegir un camino.
El maestro nos pide que nos sentemos dos horas y media al día, no para amargarnos la vida o hacernos sufrir sino porque es el tiempo que necesitamos para concentrar nuestra atención y desapegarnos de la creación.
Los santos nos dicen que el seva y el satsang también ayudan a desarrollar el verdadero amor. ¿Por qué es importante el seva? Pues porque no podemos meditar todo el día; incluso llevando a cabo nuestras responsabilidades diarias seguimos teniendo tiempo libre.
En el libro Seva leemos:
El seva se convierte en una forma adicional de alimentar ese amor, de permanecer en una atmósfera de amor durante todo el día. Y esto también apoya la meditación del día siguiente.
A medida que el amor por el maestro crece en nuestros corazones, queremos compartir ese amor con los demás a través del seva. Hazur Maharaj Ji hablaba a menudo del círculo del amor y el seva: el amor nos hace querer servir, y cuanto más servimos, más amamos. En una sesión de preguntas y respuestas, él dijo una vez: Sin amor nunca podemos hacer seva. El seva crea amor. El seva comienza con amor. El seva fortalece el amor.
La epopeya india del Mahabharata ofrece una hermosa lección sobre el amor por el seva. Arjuna le preguntó una vez al señor Krishna: “Señor, ¿por qué la gente considera que Karna es más generoso que Yudhishthira? Ninguno de los dos se ha negado nunca cuando se les ha pedido algo, sin importar quién lo haya pedido. Entonces, ¿por qué se considera que Karna es más generoso que Yudhishthira?
El señor Krishna dijo con una sonrisa: “Ven, te mostraré por qué”. Disfrazados de sacerdotes pobres, los dos fueron primero a la corte de Yudhishthira y pidieron una gran cantidad de palos de sándalo para realizar una ceremonia de fuego. Yudhishthira envió inmediatamente a sus soldados por todo su reino en busca de palos de sándalo. Pero era la temporada del monzón y todos los árboles estaban mojados. Los soldados regresaron al palacio con palos de sándalo empapados, que no podían usarse para la ceremonia de fuego.
Todavía disfrazados de sacerdotes, Krishna y Arjuna se dirigieron a la corte de Karna y pidieron palos de sándalo. Karna pensó por un momento y dijo: “Ha estado lloviendo durante varios días, por lo que será imposible recoger palos de sándalo secos. Pero hay una manera. Por favor, esperad un momento”. Luego, Karna cortó las puertas y ventanas de su palacio, que estaban hechas de sándalo. Las cortó y les dio los palos secos de sándalo a los dos sacerdotes.
Los sacerdotes aceptaron la ofrenda y abandonaron su palacio. En su camino de vuelta, Krishna dijo: “¿Ves ahora la diferencia entre los dos, Arjuna? Si le hubiéramos pedido a Yudhishthira que nos diera sus puertas y ventanas para nuestra ceremonia, nos las habría dado sin pensarlo dos veces. Pero él mismo no pensó en eso. Tampoco le pedimos a Karna sus puertas. Yudhishthira da porque es su deber, es su dharma. Karna da porque le encanta dar. Esta es la diferencia entre los dos, y el porqué de que a Karna se le considera más generoso.
… Esta historia nos invita a reflexionar. ¿Servimos porque es nuestro deber, o servimos porque amamos servir? Baba Ji ha dicho que el seva es fácil para el que quiere dar, y difícil para el que quiere recibir. Está señalando que cuanto más queremos dar, cuanto más amamos dar, más fácil se hace realizar el seva.
¿Y cuál es la importancia del satsang?
En Spiritual Perspectives, vol. III, le preguntan a Hazur Maharaj Ji: “Maestro, he leído en alguna parte que el satsang para un satsangui es como la valla que rodea un cultivo”.
Hazur Maharaj Ji responde: “¿Cuál es el propósito de una valla? Proteger el cultivo. Ese es el propósito del satsang. Tenemos que proteger toda la meditación que hagamos, para que el ego no entre en nosotros y nos tiente a realizar rituales, milagros y otras cosas. En el satsang podemos desarrollar la humildad y la docilidad, y ser una fuente de fortaleza para los demás, ayudándonos entre nosotros a superar nuestras debilidades. Ese es el propósito del satsang. Si falta ese amor y devoción, si falta ese ambiente, entonces se vuelve vacío, sin valor…”.
En las etapas del amor explicadas anteriormente: obediencia, entrega y unión, debemos entender que no surgen una tras otra, no son una línea recta. En el libro Seva leemos:
Mas bien, es algo circular. Los actos diarios constantes de obediencia socavan nuestro ego y animan a la mente a entregarse. A medida que nos entregamos el amor crece, alimenta cada vez más el deseo de obedecer al maestro, lo que a su vez aumenta aún más la entrega. Así, la obediencia y la entrega se alimentan mutuamente; y con esto crece lentamente el anhelo de unión. Una vida de obediencia y entrega externa conduce gradualmente a la entrega interior, al anhelo verdadero y finalmente a la unión.
El propósito de nuestras vidas es llegar a la unión. Puede llevarnos años, toda una vida o más. Pero si damos los primeros pasos, lo conseguiremos. Y como dicen los místicos, la chispa divina del amor está en el interior de todos nosotros. Solo tenemos que ayudar a que esa semilla divina crezca con la meditación. Ellos nos dan este ejemplo: si hay mucho óxido en un cuchillo, y lo frotamos con una piedra de afilar, poco a poco el óxido se elimina y el cuchillo brilla. De manera similar, estamos frotando nuestras mentes con el Shabad y el Nam interior para que el óxido de la mente desaparezca, se desvanezca por completo y el alma brille desde el interior. Eso es amor verdadero, eso es devoción verdadera. Nuestro amor por el maestro físico se convertirá en devoción a él, y gradualmente nos entregaremos a su voluntad. A través de la meditación, nuestro amor por la forma del maestro culminará finalmente en nuestro amor por aquel que no tiene forma. Y como dice Hazur Maharaj Ji: “Cuanto más amamos, más crece nuestro amor”.