Integridad y honestidad
Si una persona aspira a vivir una vida justa y piadosa, su primer acto de abstinencia es abstenerse de matar animales.
Tukaram. The Ceaseless Song of Devotion
Antes de empezar a caminar por este sendero, tenemos que dar un giro de 180 ºC a nuestra vida, y eso significa que tenemos que aceptar ciertas reglas si deseamos progresar: estas reglas son los cuatro compromisos que aceptamos en el momento de la iniciación. Sin embargo, estos cuatro compromisos no tienen nada que ver con ‘restricciones’ que podríamos pensar que se nos imponen, sino que más bien son una protección en nuestra vida.
En el libro Kabir, el tejedor del Nombre de Dios, leemos:
Nadie se atreve a acercarse a mí,
pues mi cabeza la cubre
el escudo de su protección y gracia.
En primer lugar, es absolutamente necesario ser vegetariano, abstenerse de comer carne, pescado y huevos si queremos seguir el sendero de los santos, porque los santos son todo amor y compasión y nadie puede imaginarse que un santo sea cruel o mate a un ser vivo, ya sea para alimentarse o por placer.
En el libro Gurú Nanak, sus enseñanzas místicas, Nanak expresa lo mismo de las almas elevadas y dice:
Aquel que muere en vida, todo lo comprende y desarrolla compasión por todos. ¡Oh Nanak!, tiene auténtica gloria, quien reconoce al Señor en todas las criaturas.
Muchas personas, jamás podrían matar a un animal con sus propias manos, sin embargo, se consideran libres de violencia si comen la carne de animales que han matado otros.
Hay un término en derecho penal que es “Iter criminis” y hace referencia a todos los pasos que un delincuente sigue, desde el primer instante de la idea delictiva hasta que al final llega a consumar el delito. La ley del karma funciona de forma muy similar, y sentencia: Todos los que consumen carne, pescado o huevos según el karma son culpables, porque todos participan en la muerte de un animal: desde el ganadero que cría a los animales para consumo humano, al dueño de la instalación industrial en la que se sacrifican esos animales; el que los mata o los pesca, el que los vende, y el que los compra y los cocina y al final se los come.
Ningún santo o místico aprobaría este proceder. Kal es justo y la ley en su reino es “lo que siembres, cosecharás”; “no siembres y no cosecharás”.
Así que el primer compromiso es abstenernos de comer carne, pescado y huevos y cualquier producto que los contenga. Sirve para protegernos del pecado de matar, y por lo tanto nos protege de aumentar nuestra cuenta kármica.
Kabir lo deja muy claro en el siguiente verso del libro Kabir, el tejedor del Nombre de Dios:
Si la pobre cabra, que se alimenta tan solo de hierba y hojas, tiene en su destino ser despellejada, ¿cuál será, entonces, el destino de quienes se comen a la cabra?
El segundo compromiso es abstenerse de beber alcohol y tomar drogas. Este voto protege el acto que más importancia va a tener en nuestra vida, que es la lucha diaria por la concentración. No es posible conseguir concentrarse bajo los efectos del alcohol y las drogas. El consumo de alcohol y drogas lleva a la mente a un mundo de ilusión, cuando el objetivo de un iniciado es interiorizarse y conocer la realidad.
En la carta 351 del libro Luz divina, Hazur Maharaj Ji dice:
No se necesita emplear mucha lógica para respaldar que hay que abstenerse de las bebidas alcohólicas. Todos sabemos el ridículo que hace la gente cuando está bebida, y los disparates y crímenes que se cometen bajo la influencia del alcohol.
Es conocido el comentario que, en cierta ocasión, una persona le hizo a Hazur Maharaj Ji respecto al buen aspecto que tenía, y le preguntó qué hacía para conservarse tan bien, a lo que él contestó que se mantenía bien, porque no hacía nada que no debía hacer. El maestro solo hace lo que debe hacer, nunca hace lo que no es recomendable, porque él conoce el verdadero valor que tiene esta vasija de barro, este cuerpo humano que se nos ha dado. Él sabe que el cuerpo es un préstamo que se nos ha hecho, él sabe que es la vestimenta del alma, y sin el cuerpo no se puede hacer el trabajo que tenemos pendiente: la meditación. Por ese motivo tenemos la responsabilidad de cuidarlo.
Si un amigo nos deja pasar unas vacaciones en su casa, y nosotros le ensuciamos la casa, le rompemos los muebles, etc., estamos despreciando el regalo que nos ha hecho. Igualmente, este cuerpo es de Dios, nos lo ha dejado para que vivamos una temporada en él y hagamos el trabajo que durante todas nuestras vidas pasadas no hemos hecho.
Por otro lado, el consumo de tabaco también forma parte de este segundo compromiso, y debe considerarse al mismo nivel que el alcohol o drogas porque como ellas, produce un placer momentáneo, pero daña gravemente la salud a largo plazo, y además debilita seriamente nuestra fuerza de voluntad. Así pues, abstenernos del tabaco, alcohol y drogas protege tanto nuestra concentración como nuestra salud física y mental.
En varias ocasiones, algunos discípulos han intentado justificar incluso el uso de drogas argumentando que esas experiencias son espirituales, a lo que rotundamente los maestros responden que las experiencias del alma no deben confundirse con las de la mente. Hazur Maharaj Ji dice en la carta 164 del libro En busca de la luz:
Por favor, recuerda que las experiencias del alma nunca pueden conseguirse a un nivel espiritual a través de ningún medio material, ya sea LSD o alguna otra cosa parecida, ya que afectan al cuerpo y la mente, mientras que el Señor está más allá de ambos. Aparte de la quiebra mental y espiritual, estas drogas destrozan físicamente al adicto. Por eso tanta gente joven pierde su salud e incluso se suicida bajo la influencia de estas drogas. Si se pudiera encontrar al Señor, simplemente tomando una droga, ¿quién estaría sin él en este mundo?
El tercer compromiso, llevar una vida moral, nos da equilibrio en la vida y nos permite tener el corazón en paz.
“Hace muchos años había un emperador en China que no tenía hijos y, que viendo su fin acercarse, debía elegir su sucesor. Hizo llamar de todo el reino a tantos niños como fuera posible. Miles de ellos se presentaron en palacio y se reunieron en los terrenos anexos para asistir a lo que el emperador les quería decir. Y se sorprendieron cuando este les dijo que quería elegir a su sucesor entre todos ellos. Le daría a cada uno una semilla. Y debían volver a sus pueblos y aldeas, plantar la semilla en una maceta y cuidarla durante un año. Tras ese año todos volverían a reunirse en palacio. Y el emperador juzgaría al que tuviera mejores cualidades para convertirse en su sucesor.
Uno de los niños que recibió la semilla era Ling, quien al volver a su pueblo fue ayudado por su madre para elegir un tiesto, poner un poco de tierra en él con la semilla enterrada. Y Ling empezó a regar el tiesto y a cuidarlo con la mayor dedicación posible. Ling siguió cuidando su semilla cada día, regándola sin descanso. (…) Y el pobre Ling estaba frustrado porque nada brotaba de su maceta, por mucho cuidado e interés que ponía (…) Y pasó el año y era momento de volver a palacio para ver al emperador para que tomara la decisión sobre quién sería su heredero.
(…) Cuando volvieron a juntarse todos, había algunas plantas hermosísimas y frondosas de muchos tipos diferentes. Y se preguntaban quién sería el escogido para suceder al emperador. Cuando el emperador llegó a Ling y vio la maceta vacía le preguntó qué había pasado. Y este le respondió, nervioso, que aunque la había regado cada día no consiguió que apareciera nada. Tras acabar toda la revisión de las macetas, el emperador se puso frente a todos los niños y les felicitó por sus esfuerzos. Les dijo que estaba claro que muchos de ellos tenían mucho interés en convertirse en el próximo emperador, y que harían cualquier cosa para lograrlo. Y tras toda esta evaluación decidió quedarse con Ling, el único chico que vino con la maceta vacía. Y dijo que hacía un año que les dio a todos una semilla hervida; una semilla esterilizada. Y ahora se encontró con miles de plantas y con solo una maceta vacía.
“La integridad y el coraje son las dos cualidades más importantes para sucederme”, dijo, como emperador del reino. Y tras esta prueba no me cabe duda de que Ling es quien mejor las representa, por lo que será mi heredero”. (https://www.pablotovar.com/la-semilla-del-emperador/).
Como en la historia, nuestras virtudes también tienen que ser la integridad y honestidad, porque representamos las enseñanzas de Sant Mat ante los demás. Representamos este modo de vida con nuestro comportamiento cotidiano, en nuestros trabajos y negocios. Decimos que somos discípulos de un maestro verdadero, y esto debe reflejarse en la vida diaria. No podemos llevar vidas poco morales y después decir que estamos siguiendo un camino espiritual; nuestra forma de vida tiene que reflejar las enseñanzas. Igual que el paraguas nos protege de las inclemencias del tiempo, llevar una vida moral protege nuestras acciones de las tentaciones y bajas tendencias, nos ayuda a mantener el equilibrio y nos protege para que vivamos en paz con todo lo que nos rodea.
Y el cuarto compromiso es la meditación: dedicarle diariamente dos horas y media de nuestro tiempo a la meditación. No hay mejor explicación que la que se da en el libro del yo al Shabad, donde su autor nos dice:
Para volver a conectarnos con nuestra consciencia superior, los maestros espirituales nos recomiendan ser vegetarianos, y vivir una vida moral y honesta en la que nos abstendremos de alcohol y de drogas que alteren nuestra mente. Esta forma de vida se convierte en la base para la práctica de la meditación del Shabad, el camino para centrar la atención en el sonido interior en la sede de nuestra consciencia, y contactar con la radiancia sonora interior que es el Shabad. Si hacemos esto, alcanzaremos la propia realización y la realización de Dios.
Un maestro verdadero vivo puede ayudarnos a conectar de nuevo conscientemente con el Shabad. El éxito depende de nuestra receptividad, de la práctica y del compromiso. Todos los días antes de sentarnos a meditar, tenemos que recordar que eso es lo único importante que haremos ese día. Todo lo demás es como los periódicos del día anterior: eventos que parecen importantes cuando ocurren, pero que tras unos días o semanas los olvidamos y son irrelevantes.
Baba Ji suele explicar en sus satsangs que un niño en su etapa formativa primero va a la guardería, después al colegio, a continuación al instituto y más tarde a la universidad. Tenemos que avanzar, no podemos quedarnos siempre en la guardería (en el ABC de las enseñanzas). Ya hemos leído, ya hemos comprendido, ya hemos pasado unos cuantos años durmiendo en el sillón de meditar. ¡Ahora tenemos que estar despiertos! Y permanecer despiertos depende del interés que pongamos en lo que estamos haciendo. No nos dormimos delante de la televisión cuando vemos una película; tenemos que observar por qué nos dormimos en la meditación y ponerle remedio: podemos lavarnos la cara, dar unos pasos; lo importante es mantenernos inmóviles durante dos horas y estar conscientes y despiertos con la atención fija en el centro del ojo durante ese tiempo. De ese modo, durante la media hora restante podremos escuchar el sonido interior alto y claro. ¡Es el momento de avanzar y pasar de curso!
Así que depende de nosotros aprovechar las enseñanzas y seguir las indicaciones que el maestro nos da. Los cuatro compromisos que nos pide que cumplamos, son una protección, son un regalo y no una carga; son los primeros peldaños de la escalera de la liberación, y si los cumplimos, la realización de Dios es posible.