El maestro responde
Cuando llegues al tercer ojo, encontrarás al maestro esperándote allí. Después ya nunca te dejará.
Puedes ir a Europa, América, África o cualquier otra región o país, él siempre estará contigo, en todo tiempo y lugar. Estás sentado en tu habitación con todas las puertas cerradas, piensas en el maestro y ¡he aquí!, él está ante ti. Hazle cualquier pregunta y él contestará. Él te ayudará a salir de tus dificultades. En cada dolor y en cada problema, él te guiará. En las montañas, colinas, bosques y océanos, él te protegerá y te guardará. Este es el auténtico camino de la devoción…
La llamada del Gran Maestro
P. ¿Podrías explicar cómo hacer simran con amor y devoción? Para mí son solo palabras y no entiendo su significado.
R. Poniendo toda la mente en estas palabras, automáticamente sentiremos el amor y la devoción. No dejemos que ningún otro pensamiento entre en nuestra mente. Dejemos que la totalidad de nuestro ser, la totalidad de nuestra mente, estén en el simran. El amor llega de forma automática. La idea es que el amor crea fe y la fe nos ayuda a practicar. Si amamos a alguien, es natural que tengamos fe en él, y si tenemos fe en él, naturalmente, querremos seguir sus consejos. Así que si tenemos amor por el maestro, amor por las enseñanzas, tendremos fe. Y si tenemos fe en que lo que estamos haciendo es correcto, entonces practicaremos automáticamente.
P. He leído en los libros que, en cierto grado, el amor se puede generar, pero no se dice cómo hacerlo. Cuando llegas a cierta edad y haces balance de ti mismo, te das cuenta de que la mayoría de nosotros somos estúpidos y egoístas, y que todo ese duro caparazón de ego podría romperse si tuviésemos más amor. ¿Cómo podemos generar ese amor?
R. Podemos ser receptivos a la gracia del Señor. Cuando llueve, si ponemos una taza bocabajo, no recogerá agua. Pero si la ponemos bocarriba se llenará. Del mismo modo, podemos ser receptivos a su gracia. El Señor nos ha dado el entorno, las facilidades y la compañía para poder fortalecer el amor mutuo y ayudarnos entre nosotros. Son todo medios para generar amor y poder ser receptivos a estas cosas. Pero aun así, todo está en manos del Señor. Él nos infunde su amor. Es entonces cuando sentimos que le amamos o que estamos separados y queremos unirnos a él. Él es quien nos atrae interiormente. Eso está completamente en sus manos. A menos que nos dé los medios, no podemos generar ese amor por nosotros mismos. La meditación genera amor. La meditación crea esa punzada en nosotros, ese deseo de ser uno con el Padre. La meditación hace que nos demos cuenta de que la vida no vale la pena sin él. La meditación nos hace conscientes de lo ficticio que es lo que perseguimos en este mundo. Todo es su gracia. Es todo efecto de la meditación.
P. ¿Podría ser, maestro, que la alegría emocional que la mente llega a experimentar al lograr la unión espiritual, comience a elevar la consciencia?
R. Esa alegría es un estado de consciencia, pero está mezclada la mente; la mente está entremezclada. Solo podemos librarnos de la mente cuando vamos más allá del reino de la mente y maya. Hasta esa etapa, la alegría emocional es solo un estado de consciencia. Se trata de una mente superior, una mente noble, pero la mente sigue estando presente. Verás, en realidad la meditación, el amor que estamos tratando de desarrollar, es para la mente. El alma, por naturaleza, por instinto, está enamorada de la fuente, enamorada del océano divino, ya que es una gota de ese océano divino. Así que la cualidad del amor está en realidad en el alma.
… El alma está potencialmente enamorada del Padre, ya que es parte del Padre. Por lo tanto, todos nuestros esfuerzos en la meditación son para crear amor, devoción y fe; todo es para la mente. Verás, tenemos que ganarnos la amistad de la mente y desprenderla de sus instintos animales. No podemos tener mejor amigo que la mente y no podemos tener peor enemigo que la mente. Así que para lograr nuestro objetivo solo tenemos que convertir la enemistad en amistad.
Por eso a menudo hablamos de que el noventa y nueve por ciento de la meditación es para la mente; en cierto sentido, para los karmas y pecados que hemos ido acumulando en vidas pasadas, porque todo eso es ahora un lastre para el alma, es escoria en el alma. Poco a poco queremos eliminar ese peso del alma.
M. Charan Singh. Perspectivas espirituales, vol. II