El ejemplo que nos inspira
La virtud no necesita testigos;
es reconocida por su propia luz.
Cicerón. Sobre los deberes
El maestro nos enseña que, aunque cada uno de nosotros debe enfrentar dilemas morales complejos en la vida, haciendo todo lo posible por tomar las decisiones correctas, es un error juzgar a los demás o intentar imponer nuestros principios espirituales. Los maestros no juzgan. Siempre son afectuosos y positivos. Como Maharaj Charan Singh a menudo solía recalcar, si los maestros nos mostraran nuestras debilidades ¿acaso acudiríamos a ellos? Los maestros, diría él, no vienen a condenarnos, ¿qué mayor condena puede haber que la de estar separados del Padre?
Cada iniciado tiene una relación particular con el maestro; cada buscador batallando por encontrar la Verdad tiene una relación personal con el Señor en su interior. Ni el sangat en general, ni los sevadares que tienen un puesto de responsabilidad están allí para juzgar a nadie.
Maharaj Charan Singh expresó este punto en términos particularmente contundentes. Innumerables veces se le preguntó cómo debían reaccionar los iniciados ante aquellos que se habían desviado de los principios de Sant Mat. Siempre recalcó que no deberíamos señalar las debilidades de los demás. Lo importante, decía, era que cualquiera que deseara venir a satsang o hacer seva, se sintiera bienvenido. Como sangat, inspirado por el ejemplo de nuestro maestro, estamos juntos para amarnos, apoyarnos y servirnos mutuamente con humildad y amabilidad.
Podríamos preguntarnos sobre la suerte que hemos tenido de ser bienvenidos en el satsang. Podríamos reflexionar sobre las palabras de Soami Ji: “En realidad, el jeev no es merecedor del satsang… Únicamente después de asistir al satsang durante algún tiempo podrá hacerse digno de sentarse en él”. Un jeev es un ser vivo, una persona ordinaria. En otras palabras, tú y yo.
Una vez, en un monasterio, tuvo lugar un robo y los monjes pidieron al abad que identificara y castigara al ladrón. El abad no hizo nada. Días después, tuvo lugar otro robo y los monjes pidieron al abad que echara al ladrón del monasterio. De nuevo, el abad no hizo nada. Entonces, los monjes amenazaron con irse del monasterio si no se tomaba ninguna medida. El abad dijo: “Todos sois libres de marcharos del monasterio si así lo deseáis, porque sabéis que robar está mal. Pero ¿cómo puedo pedirle al ladrón que se vaya? Sin la tolerancia, la compasión y los principios nobles del monasterio, ¿cómo podrá aprender jamás a distinguir entre lo correcto y lo que no lo es?”. Las lágrimas caían por las mejillas del ladrón. Nunca volvió a robar.
(…) Al conocer al maestro y las nobles enseñanzas que nos imparte como una guía para vivir una vida moral y ética, la mayoría imaginamos que el sangat está formado por personas ejemplares. Pensamos que nos hemos unido a un grupo en el que todos son amables, honestos y estrictos en cuanto a criterios morales.
Entonces, simplemente porque están iniciados, los hacemos socios de nuestros negocios dando por hecho que son honestos en sus asuntos. Y luego nos escandalizamos cuando descubrimos que nuestro socio nos ha engañado o ha malversado nuestro dinero. Puede que elijamos una pareja matrimonial ‘satsangui’ presuponiendo que la etiqueta de ‘satsangui’ la convierte en una buena persona. Pero nos horrorizamos al ver que esa persona se ha transformado en un ser malhumorado y violento, o perezoso y deshonesto.
¡Con esta ilusión, en definitiva, nos hemos expuesto a la decepción, al desengaño! Tenemos que recordar que los iniciados en este sendero son exactamente iguales a los demás. Debemos hacer uso de nuestro sentido común en nuestras relaciones con los demás.
Cuando empezamos en el sendero, empezamos desde el punto en el que nos encontramos cada uno. Todos somos seres humanos corrientes, no somos diferentes de los demás, y desde luego no somos mejores; esperemos que tampoco peores. Se dice que el maestro no busca a las personas más santas y maravillosas para darles la iniciación. El porqué fuimos elegidos, el porqué algunos nos sentimos atraídos a seguir el camino espiritual y otros no, es algo que no sabemos.
Una vez le preguntaron al maestro actual cómo y por qué llegamos a sentir esa atracción hacia el sendero para ser iniciados por Maharaj Charan Singh. Dijo con una sonrisa: “Maharaj Ji simplemente nos recogió de la cuneta”.
A Wake Up Call