Caminos de búsqueda
Cuanto más corremos hacia el exterior en busca de la felicidad, más frustrados y desgraciados nos sentimos. Así que opino que nuestra búsqueda está mal orientada. Solo podremos ser felices si buscamos la felicidad en nuestro interior. Y si no encontramos esa felicidad en nuestro interior, la vida no merece la pena de ser vivida.
M. Charan Singh. Perspectivas espirituales, vol. I
Hay historias que no empiezan con una gran revelación, ni con un relámpago que estalla en la oscuridad. A veces, el inicio de un despertar espiritual es silencioso…, como un suspiro apenas perceptible en medio del ruido del mundo. Va aflorando de forma constante, se infiltra silenciosamente en situaciones, en personas que llegan a nuestra vida sin aparente motivo, y hasta en los detalles más insignificantes del día a día; y llegado el momento, nada impedirá que vea la luz.
En esta historia se cuenta la experiencia de alguien que como muchas otras personas vivió en una generación marcada por el cambio, sintió que la libertad no era un ideal distante, sino una posibilidad real. Con entusiasmo, los jóvenes comenzaron a vivir con una energía nueva, impulsados por el deseo de explorar, crear y ser dueños de su propio destino. También ella sintió que la libertad era posible y propia, no solo una promesa lejana…, y la buscó. Con esa creencia y en plena juventud, vivió intensamente: quería viajar, evitar las ataduras, asumir pocas responsabilidades y conocer gente nueva. Por un buen tiempo, ese estilo de vida le funcionó y la satisfizo: trabajos esporádicos, nuevas ciudades, amistades fugaces, noches largas y despreocupadas en las que ensoñaba un ‘no sé qué’ fuera del yugo de una vida rutinaria y estereotipada.
Pero con los años, algo fue cambiando. Sin previo aviso, esa vida que antes parecía tan deseada se volvió insípida. Ya no había entusiasmo, ni emoción, ni tenía un sentido claro. Durante casi un año se sintió apagada, desmotivada, como si su brújula interior hubiese dejado de funcionar. Un gran vacío comenzó a ocupar el lugar que antes llenaba el afán por vivir y la aventura. ¿Quién no ha atravesado una situación parecida? Momentos en que parece que la vida no da más de sí, como si nada quedase por hacer. ¿Dónde estaba el motor que hasta entonces había funcionado a toda marcha?
La vida continúa igual, sigue su curso de siempre, pero nosotros hemos cambiado. Y es entonces cuando nos damos cuenta de que por más que nos empeñemos en disfrutar y sumergirnos en el mundo, ya no es suficiente. Algo más profundo y poderoso en nuestro interior está insatisfecho. Nos sentimos solos y extraviados; perdemos la razón de ser.
Es aquí donde, como expresan los maestros espirituales, comprendemos que nuestra vida no está en nuestras manos y que tal vez haya un propósito en todo lo que nos ocurre. Hazur Maharaj Ji, expresa en el libro Perspectivas espirituales, vol. I:
No importa cuántos amigos tengamos, cuántas buenas relaciones o cuánta riqueza material poseamos. Cuando nos quedamos a solas, sentimos que estamos solos en el mundo. Teniéndolo todo, estamos totalmente solos. No sentimos satisfacción en nuestro interior. Aun así, seguimos anhelando algo que desconocemos, algo que no podemos explicar. Esa es la inclinación natural del alma hacia su propio origen…
Situaciones como estas nos llevan inevitablemente a reflexionar. Nos impulsan a mirar hacia dentro, a tratar de comprender el porqué de la soledad que sentimos y a intentar llenar ese vacío. Los místicos afirman que todos, en algún momento, pasamos por esta etapa. Sin embargo, es la gracia divina la que puede movernos verdaderamente hacia el interior. Hazur Maharaj Ji lo expresa en el libro Perspectivas espirituales, vol. I:
Esta soledad puede dirigirnos hacia los sentidos y puede también dirigirnos hacia el Padre. En ese momento es necesaria la gracia. Si su gracia nos llega, entonces tendremos la oportunidad de estar en semejante compañía y ambiente que seguiremos el sendero hacia el Señor.
Y tal como continúa el relato, su necesidad la llevó a abrazar la gracia que el Señor siempre derrama. Así comenzó a inclinarse hacia objetivos más elevados e interiores, reflejo de la búsqueda que la impulsaba. Hazur Maharaj Ji expresa en el mismo libro:
La búsqueda está en cada uno de nosotros. Si conocemos el camino verdadero o no es algo muy diferente, pero todos buscamos de una manera u otra, ya que el alma siempre se siente inclinada hacia su origen.
En medio de esa etapa confusa, apareció un amigo que le habló de la dieta vegetariana y de ciertas ideas de la filosofía oriental. Eso abrió una puerta. Poco a poco, comenzó a leer libros de místicos, pensadores de oriente, textos antiguos que hablaban de algo más profundo. Ahí encontró respuestas a preguntas que llevaba años haciéndose en silencio. No tardó en asimilar perfectamente la teoría sobre la ley del karma y la reencarnación. Le resultaban familiares, como si siempre hubieran estado en su interior esperando ser recordadas. Al poco tiempo, llegó el encuentro con un maestro. Las enseñanzas de este guía encendieron algo poderoso: comenzó a meditar cada día, siguió una dieta sin carne, pescado ni huevos, y vivió por varios años una transformación profunda.
Durante esa etapa se sintió muy satisfecha y en paz consigo misma. Sin embargo, como sucede tantas veces, la vida dio otro giro. Formó una familia, y con ello vino una nueva rutina que la fue alejando, poco a poco, de la práctica y del camino espiritual que seguía. Aunque la meditación quedó atrás y las enseñanzas entraron en pausa, ella continuó con la dieta lactovegetariana. No fue una decisión del todo consciente, sino más bien una fidelidad intuitiva hacia una forma de vida de la que no podía desprenderse. Sin poder explicarlo del todo, era como si conservando esa forma de alimentarse preservaba una verdad mayor que aún no terminaba de comprender.
Después de algunos años, volvió la necesidad de reconectar con la espiritualidad. No solo con el aspecto práctico, sino con personas que vivieran ese mismo sentimiento. El deseo de encontrar a un verdadero maestro volvió con fuerza. Después de atravesar un proceso personal bastante difícil se encontró sola, y tras reflexionar un poco sobre el rumbo de su vida empezó a asistir a clases de yoga, donde encontró un ambiente más afín a sus ideales.
Fue allí donde escuchó que un maestro de la India daría una charla en su ciudad. Fue con un grupo de amigos, abierta, sin demasiadas expectativas. Pero cuando terminó la charla y salió de la sala, algo en su interior supo con total claridad que ese era su verdadero maestro. Ese era el camino que había estado buscando durante años, incluso cuando no era consciente de estar buscándolo. ¿Por qué tuvo esa certeza de que había encontrado al maestro? ¿Por qué este maestro, y no otro, despertó ese puro sentimiento al verlo? Hazur Maharaj Ji nos explica en el libro Muere para vivir:
… Cuando te enamoras de alguien, automáticamente, corres tras esa persona. Pero ¿quién hace que te enamores? Dices: “No lo sé, simplemente me he enamorado”. Nunca calculas que vas a enamorarte. Después de enamorarse, correr tras el amado es algo natural. No tienes que esforzarte para correr tras el amado, ni tampoco tuviste que esforzarte para enamorarte.
Hay algo dentro de ti que te impulsó a amar a esa persona. Te encontraste indefenso ante el amor, y ahora hay algo dentro de ti que te hace correr tras esa persona.
Y más adelante también dice:
Intento explicar cada día que el Señor mismo crea su propio amor y deseo dentro de nosotros. Si no fuera por esa semilla de su amor y su devoción que siembra en nosotros, nunca pensaríamos en el Padre. Él siembra esa semilla. Luego nos proporciona esos ambientes, esa atmósfera, las circunstancias en las que nuestro amor y devoción al Padre se fortalecen. Entonces descubrimos la técnica y el sendero que nos lleva de vuelta al Padre, y encontramos al guía que puede llevarnos de nuevo hasta él.
Desde ese día, su vida tomó otro ritmo. Las enseñanzas de ese maestro no solo le ofrecieron respuestas, sino dirección. A partir de entonces, supo que había encontrado exactamente lo que tanto había anhelado: un guía espiritual auténtico y un sendero que daba sentido a todo lo vivido.
Hoy ella expresa que solo puede sentir agradecimiento por haber encontrado un guía y maestro tan especial en este maravilloso viaje de la espiritualidad.