Meditar, servir, trabajar…
En medio del mundo, haz seva, y recibirás un lugar de honor en la corte del Señor. Dice Nanak, ¡solo así se vive en un estado de alegría!
Gurú Nanak. Adi Granth
Sant Mat es un sendero de equilibrio. Los místicos nos dicen que la liberación no se encuentra ni en la indulgencia ni en la renuncia, sino en el camino intermedio entre ambas. El Buda lo llamó el Camino del Medio. Kabir Sahib abogó por el sendero de la moderación en su singular estilo metafórico: “No es bueno hablar en exceso, ni tampoco guardar demasiado silencio; la lluvia excesiva no es útil, ni tampoco el sol abrasador”.
Los sevadares enfrentan el reto de mantener en equilibrio tres aspectos: la meditación, la vida mundana y el seva. Mantener el equilibrio no significa dar el mismo tiempo o prioridad a cada uno. La meditación es, sin duda, nuestra prioridad principal. También tenemos que hacer justicia a nuestra vida mundana, que incluye ganarnos la vida honestamente; cumplir nuestras responsabilidades con la familia, los amigos y la comunidad; cuidar nuestra salud y, de vez en cuando, disfrutar de actividades de ocio. El seva físico tiene un valor incalculable, pero es algo extra que hacemos sin descuidar la meditación ni los compromisos mundanos.
… A nivel práctico, podemos considerar un planteamiento en dos fases para mantener el equilibrio entre nuestro trabajo interior y exterior. En primer lugar, podemos practicar mantener la mente enfocada mediante una meditación diaria constante. En segundo lugar, podemos cambiar por completo nuestra actitud hacia las tareas del día a día.
Con respecto al primer enfoque, una vez le preguntaron a Hazur Maharaj Ji (Perspectivas espirituales, vol. III) cómo encontrar ese equilibrio, y él respondió:
Cuando estamos por encima, nuestro maestro es Dios. Para mantener el equilibrio en el mundo, debemos mantener la atención en el centro del ojo. Si lo hacemos y estamos apegados al espíritu interior, podremos mantener el equilibro en el mundo. Seremos capaces de cumplir con nuestras obligaciones y alcanzar la meta para la que hemos obtenido esta forma humana. Esto es conservar el equilibrio.
La meditación es la práctica que lleva nuestra atención al centro del ojo y nos apega al espíritu interior. Así que lograr el equilibrio comienza por hacer de la meditación una prioridad. Cada día hacemos nuestra meditación por un mínimo de dos horas y media y luego dedicamos tiempo al seva y a los asuntos mundanos; dicho enfoque asegurará que nada se descuide.
Las distintas etapas de la vida traen consigo retos y oportunidades diferentes, y cada etapa requiere un enfoque diferente para encontrar el equilibrio. Hasta cierto punto, muchos de nosotros necesitamos dar prioridad al trabajo mundano sobre el seva. Más adelante en la vida, el trabajo mundano disminuye y podemos dedicar más tiempo al seva. Pero durante todo este proceso, nuestro compromiso con la meditación nos mantiene firmes.
En resumen, la meditación es el eje sobre el cual gira el equilibrio de nuestra vida. En lugar de luchar por crear equilibrio, simplemente debemos priorizar la meditación.
Entonces, la meditación evitará que nos vayamos a los extremos, y el equilibrio entre seva y trabajo mundano se producirá naturalmente. Solo la meditación tiene el poder de centrarnos y darnos estabilidad.
La segunda parte de nuestra búsqueda de equilibrio es cambiar la perspectiva sobre el trabajo diario. Si pensamos en la meditación, el seva físico y el trabajo mundano como tres actividades separadas, probablemente experimentaremos una especie de disonancia: una tensión entre el enfoque interior de la meditación y el enfoque exterior del seva y el trabajo mundano. Y puede que terminemos oscilando entre los extremos al intentar equilibrarlos. Pero el maestro no ve una separación entre lo mundano y lo espiritual, y nos anima a cambiar la perspectiva con la que vemos la totalidad de nuestra vida.
Uno de los temas que se entretejen en las cartas de Baba Jaimal Singh (Cartas espirituales) a Maharaj Sawan Singh es que tanto el trabajo interior como el exterior son el trabajo del maestro:
Todo trabajo es suyo; permanece feliz donde él te coloque, y haz cualquier tarea como si fuera la labor del satgurú.
Cuando vemos la vida desde esta perspectiva —que todo trabajo es su trabajo— descubrimos un cambio de paradigma en nuestra actitud hacia las tareas cotidianas. Cuando abordamos cada tarea como si fuera trabajo del maestro, esa tarea automáticamente se convierte en seva.
En una ocasión, alguien preguntó a Hazur Maharaj Ji (Perspectivas espirituales, vol. III) si había una forma de considerar las tareas mundanas como una forma de seva, y él respondió:
Si mantienes al Señor y al maestro en tu mente durante las veinticuatro horas del día, cualquier cosa que hagas es seva.
La clave está en ese ‘si…’: Si dejamos de lado el ego, si mantenemos al Señor y al maestro en nuestra mente cuando hacemos nuestro trabajo, actuando como agentes suyos, entonces es posible vivir una vida espiritual no solo durante las dos o tres horas en que meditamos, sino también mientras nos dedicamos a las actividades del mundo.
Podemos imaginar nuestra vida diaria como dos esferas concéntricas: el trabajo espiritual es la esfera interior, mientras que el seva y el trabajo mundano forman la esfera exterior que la rodea. Ambas esferas coexisten simultáneamente como un todo interconectado, y entramos y salimos de ellas a lo largo del día. La presencia del maestro entonces irradia desde la esfera interior hacia todo lo que hacemos en la esfera exterior, y esto es lo que nos da equilibrio.
En el libro The Practice of the Presence of God, el autor describe cómo el hermano Lorenzo meditaba con regularidad y luego llevaba esa actitud de oración a su vida diaria y al seva, impregnando sus actividades con una profunda atmósfera espiritual. Como resultado, lograba conectarse con el Señor tanto durante las tareas mundanas como en la meditación.
El autor escribe:
Él creía que era un gran error pensar que el tiempo de oración debía ser diferente de los demás momentos del día. Deberíamos estar tan cerca de Dios cuando estamos involucrados en nuestras actividades diarias, como cuando nuestra oración nos une con él en nuestro tiempo de oración.
De forma similar, en el libro In the Footsteps of the Master se describe la actitud de Sardar Bahadur Ji hacia las actividades de su vida:
Todo lo que hacía, todas sus obligaciones, ya fueran espirituales o temporales, las hacía en nombre del maestro. Cuando éramos jóvenes, tras nuestra iniciación, nos aconsejaba repetidamente que todo lo que hiciéramos —ya fuera nuestro simran y bhajan, o estudiar para un examen o realizar cualquier tarea oficial— debíamos hacerlo en nombre del maestro o para el maestro. Debíamos considerar cada deber como trabajo del maestro y no como algo propio. Si considerábamos cada tarea como trabajo del maestro, no podíamos sino hacerla con el mayor amor y devoción, y por tanto, con lo mejor de nuestras capacidades. Y así era como él lo hacía.
En el libro Cartas espirituales, Baba Jaimal Singh dice:
Cuando se recuerda al satgurú con amor, todo trabajo espiritual y mundano se vuelve placentero, y la mente no siente aflicción. Entonces incluso las actividades mundanas dan fruto espiritual.
De todo esto surge una idea clara: no hay línea que separe el trabajo interior del exterior. De hecho, el maestro utiliza nuestro seva y las tareas mundanas como vehículos para revelarnos percepciones espirituales profundas.
A medida que crece nuestra comprensión de su verdadero potencial, comenzamos a darnos cuenta de que el seva lo abarca todo: el seva físico es seva; la meditación es seva; y cuando aprendemos a infundir nuestro trabajo mundano con el seva de la mente —haciéndolo como servicio al maestro y con la actitud correcta—, entonces ese trabajo también se convierte en seva. Poco a poco, nuestra vida entera se transforma en una vida de servicio.
Con el tiempo, los aspectos interiores y exteriores de nuestra vida comienzan a fusionarse, y nos olvidamos de distinguir entre ellos. Hazur Maharaj Ji, en el libro Muere para vivir se refiere a todo esto como ‘meditación’, no solo a las dos horas y media, sino a la vida entera:
La meditación es una forma de vida. No es simplemente encerrarse en una habitación por unas horas y luego olvidarse de la meditación el resto del día. Debe tomar una forma práctica, reflejándose en cada acción diaria y en toda tu rutina… Todo lo que hagas debe prepararte conscientemente para la próxima meditación. Así, la meditación se convierte en una forma de vida, ya que vivimos en la atmósfera que creamos en la meditación.
De los místicos aprendemos esta asombrosa verdad: Si llevamos una vida equilibrada, entonces, incluso cuando nos involucramos plenamente en este mundo, podemos alcanzar la liberación.
Gurú Arjan Dev dice en el Adi Granth:
Mientras se ríe, se juega, se viste y se come, se alcanza la liberación.
Como todo en el camino interior, el equilibrio llega de forma gradual. A través del ensayo y error, de la meditación, de vivir la vida, de observar atentamente cómo el maestro vive la suya, vamos aprendiendo lentamente el delicado arte del equilibrio.
En The Mathnawi of Jalaluddin Rumi leemos: “Observa estas dos cualidades: contracción y expansión en los dedos de tu mano. Seguramente, después de cerrar el puño, viene la apertura. Si tus dedos permanecieran siempre cerrados o siempre abiertos, sufrirías. Tu trabajo y tus acciones están regulados por estas dos cualidades. Estas dos condiciones son tan importantes para ti como lo son las alas para un pájaro.
Rumi explica que el equilibrio consiste en comprender los altibajos de la vida como una parte necesaria del todo. Él dice que si la mano se inclinara hacia cualquiera de los extremos: siempre abierta o siempre cerrada, quedaría paralizada; solo puede hacer cosas abriéndose y cerrándose una y otra vez. La mano no se cuestiona si está lidiando con tareas agradables o desagradables: simplemente hace lo que debe hacerse cuando es necesario. Lo mismo sucede con el movimiento de las alas de un pájaro. Para que pueda volar, sus alas deben extenderse y replegarse de manera alternada. Este cambio de una actividad a la siguiente y de un estado a su opuesto es natural y esencial. Ser conscientes de que la vida implica esta alternancia —entre trabajo y descanso, comodidad e incomodidad, alegría y tristeza— es fundamental para mantener el equilibrio.
El maestro personifica este estado de equilibrio, este estado de esfuerzo sin esfuerzo. Con la práctica consciente, tal vez llegue el día en que nosotros también podamos pasar con fluidez de la meditación al seva, del seva a una actividad mundana, y de allí nuevamente a la meditación, entregando a cada tarea nuestra atención plena, nuestra presencia más profunda, hasta que llegue el momento de pasar sin esfuerzo y con naturalidad a la siguiente tarea. Maharaj Sawan Singh, dice en Philosophy of the Masters, vol. V:
Si el cuerpo, la mente y el alma actúan en armonía y equilibrio, el resultado es paz, felicidad y una vida ideal.
Extractos del libro Seva