El maestro responde
Noche y día le busqué,
miré y miré hasta que mis ojos enrojecieron.
Cuando buscando de esta suerte
al fin pude hallarle,
el buscador y el buscado
se convirtieron en uno.
Kabir, el tejedor de Nombre del Señor
P. Maestro, deseo amar más al gurú. ¿Debo de rezar para conseguirlo o esperar en silencio?
R. No hay que esperar en silencio, solo meditar en silencio. Eso ayudará en todos los sentidos. La meditación crea amor, lo refuerza, ayuda a que el amor crezca hasta el punto en el que nos convierte en uno con el Padre. Ayuda a deshacernos de nuestra propia identidad, nuestra individualidad, y convertirnos en uno con el Padre. Ese es el alcance del amor.
P. Maestro, tengo una pregunta. ¿Puedes, por favor, hablarnos sobre cómo crear más amor y devoción en la meditación y cómo relajarnos?
R. Bueno hermana, la semilla del amor está en todos nosotros. Solo tenemos que ayudar a la semilla a crecer, crecer y crecer hasta que se convierta en una con el Padre. Como ya he dicho, el alma es una gota del océano divino y está siempre atraída hacia su origen. El alma siempre está ansiosa por volver a su origen. El amor y la devoción están en el alma. Es la mente la que nos mantiene atados a esta creación, mientras que el alma es cada vez más infeliz aquí. Está muy triste. Por eso tenemos ese sentimiento de soledad, sin importar lo que tengamos en esta creación. Siempre nos sentimos solos. Sentimos que nada nos pertenece y que nosotros tampoco pertenecemos a nadie. Solo tratamos de engañar a los demás, y los demás nos tratan de engañar. Esto es el alma, porque realmente pertenece al Señor y el Señor nos pertenece a nosotros. Esa chispa divina de amor está dentro de todos nosotros. Por eso tenemos que ayudar a crecer a esa semilla divina mediante la meditación.
Si hay mucha herrumbre en un cuchillo y lo frotamos con una piedra de arenisca, poco a poco la herrumbre desaparece y el cuchillo brilla. De modo similar, nosotros estamos frotando nuestra mente con el Shabad y el Nam en el interior para que toda la herrumbre de nuestra mente desaparezca, quede eliminada por completo y el alma brille desde el interior. Esto es verdadero amor, verdadera devoción. Por eso decimos que Dios es amor y amor es Dios. El Señor es amor, y únicamente mediante el amor podemos volver a él.
Amor significa convertirse en otro ser, fundirse en el otro, perder nuestra identidad, convertirse en el otro. Esto es amor. Nosotros dejamos de ser, solo el objeto de nuestro amor existe. Eso es amor. Entonces solo existe el Señor, nosotros no. Eso es amor.
El propósito de la meditación es crear ese amor interior por el Padre, porque la relación del alma con el Padre es de amor. No es una relación debida a la religión, la casta o el credo. Por eso Cristo dijo, ama al Señor con todo tu corazón, con todo tu cuerpo, con toda tu alma. Eso es amor. Él también dijo, bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Aquellos que le echan de menos, aquellos que están deseosos de ser uno con él, los que tienen anhelo; esos son los afortunados.
P. Maestro, cuando meditamos en la forma radiante del maestro y establecemos contacto con esa forma, ¿se trata de una persona individual o es una especie de consciencia universal con lo que contactamos?
R. Esa persona individual toma forma desde la consciencia universal, la forma real del maestro es el Shabad. El maestro toma esa forma del Shabad, pero le vemos como se le ve exteriormente. En realidad, es el Shabad. Tal y como habrás podido leer en la Biblia, Cristo explicó esto mismo de una forma muy bella: Ahora que estoy con vosotros no tenéis fe en mí. Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de un poco más me volveréis a ver. Entonces no os quedarán dudas, porque todas se aclararán. En realidad, lo que está indicando es que él está interiormente con sus discípulos, y que cuando haya dejado su cuerpo físico le contemplarán en su forma radiante. Les dice esto porque los discípulos se sienten muy desalentados porque se va a marchar. Les asegura que si bien ahora, mientras él está en el cuerpo, tienen muchas dudas, cuando pasado un tiempo le contemplen dentro, no les quedará absolutamente ninguna duda.
Así que la forma radiante del maestro está dentro, y en realidad es el Shabad, el Shabad encarnado. De hecho, nuestro auténtico maestro es el sonido, el Shabad. Pero debido a que en el mundo físico solamente un ser humano puede ser maestro de otro ser humano, los maestros tienen que venir del Shabad en forma de seres humanos para ponernos en el sendero y unirnos de nuevo con el océano. Por lo tanto, fuera vemos al maestro como un ser humano, dentro él toma su forma de ese Shabad, de esa consciencia universal.
Spiritual Perspectives, vol. II