Introducción
A diferencia de mantener o sostener teóricamente principios o creencias espirituales, la espiritualidad implica un proceso que se va aprendiendo en la misma vida. Inicialmente pensamos que estaremos totalmente centrados en nuestra meta espiritual, pero con el paso del tiempo la realidad cobra vida y nos damos cuenta de que nuestras necesidades cambian, las circunstancias que nos rodean cambian, y forzosamente nuestra actitud cambia. La lucha, nada fácil, por conseguir que los quehaceres de la vida no se superpongan a la dedicación espiritual es el escenario real en el que se desenvuelve la vida de un seguidor de las enseñanzas.
Los maestros espirituales no nos recomiendan el aislamiento de la sociedad. La familia, la formación, la profesión, etc., forman parte de la vida y han de sobrellevarse junto con la espiritualidad. Y es precisamente en esta situación, donde encontramos las circunstancias y el entorno adecuados para poder desarrollarnos y completar nuestra meta. El tan ansiado equilibrio que todos necesitamos, solo podemos conseguirlo cuando somos capaces de mantener la práctica de la meditación como prioridad. Es entonces cuando el afrontar la vida se convierte en una experiencia fortalecedora, que nos ayuda a madurar humana y espiritualmente mientras seguimos el camino sin desviarnos.
Ese es el camino: espiritualidad en la vida. Nada más y nada menos que la vida que cada uno tiene asignada, y en la que la generosa protección y la amorosa guía del maestro espiritual son una realidad a cada paso.
Debemos dedicar nuestro amor, nuestra devoción al Padre, mientras vivimos en este mundo, cumpliendo con todas nuestras funciones y obligaciones.
Maharaj Charan Singh. Así dijo el maestro