Devoción viva
Merece la pena una vida,
incluso de un solo instante,
si se emplea en la devoción al Señor;
la vida de un millón de eones se malgasta
si en ella no hay rastro de amor por Dios.
Kabir, el tejedor del Nombre de Dios
¿Qué significa tomar refugio en un maestro espiritual? ‘Refugio’ es una palabra muy íntima y significativa. Cuando somos pequeños tomamos refugio en nuestra madre, padre y hermanos…, nos amparamos en ellos para afrontar los retos de la vida. Igualmente tomar refugio en un maestro espiritual, es ayudarnos de su fuerza para afrontar el gran reto que representa liberarnos de la esclavitud del cuerpo y de la mente llevando una vida auténticamente espiritual. Para triunfar en este gran reto es necesario confiar en nuestro guía y es también imprescindible practicar sus enseñanzas. Esa práctica es la expresión de nuestra devoción hacia él, es nuestra manera de responder a su generosa guía y protección.
La devoción al maestro siempre se resalta en cualquier sendero místico, es ‘el factor principal o la raíz del sendero’, porque del mismo modo que vemos que en la naturaleza, todas las hojas de un árbol, su fruta, etc., son el resultado de sus raíces, similarmente, toda percepción y realización interior se derivan exclusivamente de la devoción a un guía espiritual… La devoción no es un rezo o un concepto, es algo vivo que tenemos que sentir en nuestro corazón. En la vida, la devoción por el ser al que amamos nos lleva siempre a complacerle; igualmente la devoción a nuestro guía espiritual nos ha de llevar a cumplir con sus enseñanzas.
Queremos llegar a Dios, y el maestro nos dice que es posible si seguimos sus instrucciones, pero, eso sí, tenemos que seguirlas todas sin olvidarnos de ninguna: ser lactovegetarianos, no tomar drogas ni alcohol, ni productos derivados el tabaco, llevar una vida moral digna y meditar diariamente dos horas y media. Es más fácil y satisfactorio esforzarnos por seguir todos los compromisos que hemos adquirido desde la iniciación, que vivir con remordimientos continuos por estar fallándole a aquel a quien decimos amar. Por tanto, en este sendero debemos esforzarnos y seguir la única regla que tiene el amor: la entrega.
Y si bien, hasta cierto punto, hemos depositado nuestra confianza en el maestro que nos ha iniciado en el sendero del Surat Shabad Yoga o Ciencia del alma, nos queda ahora desarrollar verdadero amor y devoción por él. Y decir verdadero, quiere decir amor espiritual, interior, porque indiscutiblemente a nivel emocional todos sentimos amor hacia él. Hay una característica muy particular que experimenta todo discípulo con respecto a su maestro, y es que en algún momento tiene la certeza de que él es más que un simple ser humano… Y entonces surge espontáneamente una actitud devocional que crece a medida que nuestra consciencia se eleva.
En el libro Buddhism, Path to Nirvana se relata la leyenda de Angulimala, un conocido ladrón, y en ella se exalta el poder sublime que desprende la presencia física de un maestro.
En una ocasión, Buda caminó tranquilamente por el sendero donde merodeaba este ladrón, aunque la gente intentó disuadirle para que se alejara, y se cuenta:
"Angulimala vio en la distancia venir a Buda y empezó a perseguirlo con sus armas. Sin embargo a pesar de correr con todas sus fuerzas, no fue capaz de alcanzarlo… Y pensó:
‘Es asombroso, Aunque antes podía atacar y atrapar a un elefante, a un caballo o a un carruaje corriendo... ahora no soy capaz de alcanzar a este asceta…’.
Y quedándose quieto, le gritó: ‘Quédate quieto, asceta’. A lo que Buda, sin dejar de caminar, le contestó:
‘Yo estoy quieto, Angulimala, pero quédate quieto tú también’.
[…] El ladrón, sorprendido, dijo: ‘¡Aunque estás caminando, asceta, dices que estás quieto; y a mí que estoy quieto me dices que no lo estoy! Así que te pregunto: ¿Por qué dices que tú estás quieto, y yo no?’.
A lo que Buda le explicó: ‘Yo siempre estoy quieto después de haber dejado de lado el apego a todos los seres. Pero tú estás descarriado por tu apego a los seres vivos. Por lo tanto, yo estoy quieto (porque estoy en paz); pero tú no lo estás (porque no tienes paz)’.
Así, las sencillas y sin embargo profundas palabras de Buda penetraron en el corazón de Angulimala que arrojó sus armas, se postró a los pies de Buda, y le rogó que le aceptara como discípulo”.
Tal fue la encantadora y poderosa influencia de Buda en este ladrón. Y es que como todos los maestros ya realizados, él podía rescatar incluso a los seres más violentos y traerlos a su sendero sencillamente haciéndoles recapacitar.
Hoy en día, Baba Ji también nos regala su presencia para hacernos el camino más fácil. Como hemos dicho, la mente siempre está ocupada en algún aspecto rutinario o cotidiano, como la salud, el dinero y muchas otras cosas; ella domina toda situación fácilmente. Sin embargo, cuando contempla la forma física del maestro, la mente queda en shock: es tan fuerte la impresión que recibe, que genera emociones y sentimientos que la desbordan inexplicablemente. La razón no puede ayudarnos a entender por qué lloramos y reímos al ver al maestro… Solo sabemos que nuestro corazón se colma de una intensa alegría, de un gran afecto y amor.
En Luz divina, Gurú Ram Das lo describe bellamente:
Mi corazón salta alborozado cuando contemplo a mi satgurú.
No podemos frenar a nuestro corazón en esos instantes. Ya seamos mujeres u hombres, esto y mucho más nos sucede en la presencia del maestro, porque forma parte de su enseñanza. El contacto personal con el maestro eleva nuestra conciencia y al mismo tiempo nos hace la vida más gozosa. Por ejemplo, no es lo mismo el beso que le da una madre a su hijo cuando se levanta por la mañana, que recibir una carta en la distancia de él aunque esté escrita con mucho amor. Somos seres humanos precisamente para gozar de nuestra humanidad, y frente al maestro esa humanidad se despierta en plena potencia. Su presencia destapa el tapón de la frialdad y descarta cualquier pensamiento de soledad o vacío interior, pero sobre todo nos lleva a amarlo y a seguir sus enseñanzas.
Necesitamos amarlo físicamente para poder desarrollar nuestra devoción espiritual. La devoción a Dios se refleja en todos los santos, y la alquimia de su amor nos arranca de la devoción a la mente que hoy es la que nos domina. Somos intrínsecamente devotos de ella y fieles a todas sus demandas. Nuestro ‘yo’ tiene una necesidad…, y automáticamente la satisfacemos abundantemente… Nuestra mente tiene un deseo y corremos a cumplirlo sin demora… ¡Vemos una gran fortaleza en nuestras debilidades y una tremenda debilidad en nuestras virtudes! Ante esto, Baba Ji nos recuerda que nuestras fortalezas han de ser las que conquisten a nuestras debilidades… Y tanto la consciencia de esas debilidades como la fuerza para sobreponernos a ellas, nos la da el maestro a través de la meditación.
Por tanto, tenemos que ser conscientes de las debilidades que tenemos: solo así desarrollaremos mejor nuestras virtudes. Por ejemplo, es imposible vencer el orgullo si nos creemos humildes… Solo conociendo nuestra vanidad, intentaremos ser humildes. Por eso, para ver realmente en nosotros mismos todas esas debilidades necesitamos la infalible ayuda del maestro, porque él sabe cómo enseñarnos a superarlas.
Primero él, como un buen doctor, nos da el diagnóstico, y nos dice que somos débiles porque padecemos la enfermedad del ego, de la codicia, del desamor…, y después nos receta la medicina más potente del mundo, la que nos curará y nos hará fuertes: la meditación.
Recorrer el sendero implica un esfuerzo que nos embarca en la aventura de conocernos a nosotros mismos, lo cual es imprescindible antes de conocer a Dios. El maestro nos enseña, nos guía y protege durante todo el recorrido, pero nos deja muy claro que somos nosotros los que tenemos que controlar a la mente, y mientras no lo hagamos no obtendremos acceso al centro del ojo o tisra til. Aunque no debemos olvidar que nuestros esfuerzos están doblemente acompañados de la gracia del maestro, y además es él quien nos da la fuerza necesaria para elevarnos hasta ahí…, pues la misma fuerza que sostiene toda la creación nos está sosteniendo a nosotros también. Y esa fuerza es el Shabad, que es la esencia del maestro y la nuestra también.
Hay un libro maravilloso que se llama Cartas espirituales. Son cartas que escribió Baba Jaimal Singh Ji a su discípulo Baba Sawan Singh, llamado cariñosamente el Gran Maestro. Es un libro muy, muy especial, porque nos acerca a la estrecha relación de un maestro verdadero y de un auténtico discípulo. Y si las leemos con interés, aparte de adentrarnos en la forma de vida y en el seva que desempeñó el Gran Maestro, comprenderemos la importancia de la práctica espiritual: Baba Jaimal Singh le escribió al Gran Maestro en la carta nº 150:
Escucha el Shabad-dhun con amor y devoción, porque él es el creador y destructor del universo entero. El Shabad-dhun está investido de ilimitados poderes y milagros. Con gracia y compasión, vibra día y noche como una melodía ininterrumpida. Cuando te enfocas en él, se eleva la atención inmediatamente ¡Qué pena, entonces, que se dejen de lado tal gracia, tal auténtica felicidad, por los artificiales e inútiles alicientes de la presuntuosa mente!
Seguir las ilusiones del enemigo (la mente), es un acto grave, insensato, despreocupado y loco. Nunca hemos dedicado ningún pensamiento a reprimir la mente. Así que, ahora, piensa en el Shabad-dhun y agárrate fuertemente a él. Los asuntos del mundo no terminarán nunca, ¿por qué, pues, malgastas el tiempo en los ensueños y agitaciones de la mente?
Los asuntos del mundo no acaban nunca y lo sabemos bien, así pues tenemos que generar en el interior una profunda devoción y un amor completo, y no ese tibio sentimiento que demuestra nuestro día a día, y que solo vibra ante la presencia física del maestro. Al igual que en tiempos del Gran Maestro, nosotros discípulos imperfectos, tenemos la suerte de poder tener una relación estrecha y muy viva con Baba Ji. Lo vemos aquí en nuestro país o en cualquier otro al que él nos invita, y si estamos iniciados lo vemos en Dera también, y no solamente recibimos su darshan sino que tenemos el enorme privilegio de poder preguntarle directamente sobre nuestras inquietudes espirituales. Podemos escribirle una carta, e incluso mirarle a los ojos personalmente y pedirle guía y ayuda para recorrer el sendero. Pero en lugar de eso, le decimos: “Maestro bendice a mi familia…, ayúdame a casar a mis hijos, ayúdame a curarme esta enfermedad, etc.”. Y sobre todo le decimos algunas veces: “Maestro te quiero mucho, pero no puedo meditar a diario, dame tu gracia para poder hacerlo”.
Con estas preguntas está claro, como dice en la carta Baba Jaimal Singh, que “… Nunca hemos dedicado ningún pensamiento a reprimir la mente”. ¡Ya es hora de hacerlo!, pues como dice también la carta: “… Seguir las ilusiones del enemigo (la mente), es un acto grave, insensato, despreocupado y loco”. Y aunque no parecemos estar locos, lo que no cabe duda es que somos muy, muy despreocupados… Seguimos malgastando incluso el precioso tiempo de su compañía en vanas peticiones. Ante esto, tenemos que observar si estamos andando tan solo por el borde del camino, mirando hacia fuera todo el tiempo y deseando más las cosas del mundo que las del espíritu.
El maestro nos ha dado el Shabad, ese poder vibrante de Dios en acción, para que aferrándonos a él podamos realizarnos interiormente y contemplemos la obra de Dios en toda su inmensidad. Pagando nuestros karmas estamos ajustando nuestras deudas, pero sin amor y devoción al maestro que es la personificación del Shabad, no podremos tener el suficiente empuje para controlar a la mente. Solo el simran y el bhajan diarios, solo la meditación nos da la fuerza necesaria para apagar el fuego de los deseos y empezar a desear la proximidad interior del maestro.
Cuando el Shabad penetre en lo más profundo de nuestro corazón, quedarán saldadas todas nuestras cuentas kármicas. Estamos presos en nuestros cuerpos precisamente por causa de nuestros karmas. Sin embargo, los místicos nos explican que no importa lo grande que sea un montón de paja, pues una pequeña chispa de fuego lo reduce a cenizas en un instante. De la misma manera, nuestros karmas se eliminan por la práctica del Shabad.
Hazur Maharaj Ji nos dice en Luz sobre Sant Mat que los santos no eluden ni rechazan a nadie:
… Sabemos que todos los seres son esencialmente puros, que son chispas de la divina fuente. La adicción al deleite sensual los ha vuelto impuros; pero el Nam los convertirá de nuevo en santos e inmaculados. Puede que esto no se consiga en una sola vida; puede que esto lleve dos o tres vidas; pero con certeza algún día serán uno con Dios”. Por esta razón los santos nos impulsan a que meditemos en el Shabad, y tenemos que hacer todo lo posible por vivir en esa interiorización.
El maestro es el único puerto seguro y estable en la tempestad del océano de la vida: refugiémonos en él. Su amor no duele, solo reconforta…, proporciona alegría y paz duraderas que es lo que siempre hemos buscado, lo que siempre hemos necesitado; y además nos lleva a cumplir el verdadero propósito de la vida: regresar al Padre.
Puedes traer madera de aquí y de allá
y apilarla en un montón.
Verás cómo un poco de fuego
lo reduce todo a cenizas.
Así de rápido se consume
el vasto almacén de nuestros karmas,
cuando los santos aplican al discípulo
la ardiente chispa del Shabad del Señor.
Gurú Ram Das, citado en Luz divina
Solo podrás renunciar al mundo
cuando encuentres el tesoro de la devoción.
La verdadera renuncia solo te llegará
cuando supliques la gracia del Señor
en el cuenco de tu corazón.
Sultán Bahu
Cuando, a través de la meditación,
podamos ver al maestro como la encarnación
del Shabad, entonces,
seremos receptivos a todo el poder purificador
y transformador de sus enseñanzas.
Esta receptividad la obtendremos únicamente
de la meditación. Sin la meditación,
solo percibiremos una fracción
de una fracción de su amor
y de su sabiduría.
Meditación viva
Un verdadero devoto no desea nada,
excepto el darshan del Señor;
nada material, ni virtud ni incluso la salvación.
Los ocho poderes milagrosos lo siguen
como esclavos,
pero él no muestra ni el más mínimo
interés en ellos.
Sant Charandas