Meditación y claridad mental
Cada respiración que efectuamos sin pensar en
el Señor, es tiempo perdido. Cada día es un
nuevo paso hacia el fin de esta vida. El tiempo
es breve, y tenemos mucho que hacer. No
sigamos la voz de la mente, que está siempre
dispuesta a apartarnos del sendero.
Maharaj Charan Singh. En busca de la luz
A medida que nuestra práctica de meditación se vuelve más estable, comenzamos a ver el proceso de la vida de una manera más objetiva.
Vemos a las personas y a los sucesos como lo que son verdaderamente, en lugar de seguir viendo nuestras propias proyecciones sobre ellos. Entonces es posible ser testigos y observadores de que nuestros pensamientos y emociones son tan solo: pensamientos y emociones, proyecciones mentales personales. Al ver con claridad estas proyecciones, nos deshacemos de ellas sin que nos afecten más. La ligereza de corazón que experimentamos nos permite profundizar en nuestra práctica de meditación. Cuanto más profundizamos, con mayor claridad vemos la naturaleza de la mente.
(…) A través de la práctica, podemos llegar a pensar con claridad.
Vale la pena cultivar este hábito, ya que nos puede ayudar a no caer en nuestras propias trampas mentales. Podemos ayudarnos, razonando y pensando las cosas a la luz de la perspectiva espiritual de los santos; usando nuestro sentido común para sopesar si lo que pensamos es razonable, lógico y verdadero; examinando si nuestras conclusiones nos llevarán más lejos o más cerca de nuestro objetivo espiritual.
Sin embargo, la verdadera claridad mental la alcanzaremos únicamente cuando las corrientes de pensamiento se asienten, cuando a través de la práctica del simran se aquieten las ondas mentales en el centro del ojo espiritual.
Para lograr mantener nuestra atención en el centro del ojo, es esencial que en el momento de la meditación dejemos todas esas cosas que demandan normalmente nuestra atención. Es esencial que nos recordemos constantemente que es nuestra percepción de los sucesos y de las personas lo que nos afecta; que es nuestra percepción de la vida la que nos hace sufrir, más que las personas y las cosas en sí mismas. Si somos capaces de darnos cuenta de este hecho y abandonamos nuestras obsesiones, entonces será más fácil concentrarnos en nuestra meditación. La percepción correcta ayuda a fortalecer nuestra capacidad de concentración. Es por esto que resulta crucial que pongamos todo nuestro esfuerzo en ejercitar el control sobre nuestros pensamientos.
Con claridad mental podemos ver que no vale la pena seguirle el hilo a muchas de las preocupaciones que nos impiden hacer el simran. Esas preocupaciones son personales, pues están basadas en nuestras concepciones distorsionadas de la realidad y no tienen trascendencia duradera. Por ejemplo, nuestro impulso de culpar a las circunstancias o a las personas es un autoengaño. Démonos cuenta de que las personas o los hechos no nos dañan, es nuestra forma de ver el mundo la que nos daña. Los hechos son impersonales; los demás no tienen la culpa; es nuestra propia percepción la que está equivocada. Lo que los demás piensan o dicen sobre nosotros no está bajo nuestro control: la opinión de los demás es su propia opinión, así que no deberíamos dejar que afecte nuestra meditación. Puede ser que los demás no sean lo que esperamos de ellos, pues cada persona tiene que pasar por su propio drama individual. Dada la ley del karma, es absurdo pensar que podemos hacer que los demás se ajusten al drama particular de nuestra propia vida.
Sucesos tales como el principio o el fin de una relación, las luchas de poder en nuestro trabajo o en nuestro seva, el caer enfermos, el volvernos ricos o pobres, ninguno de estos hechos está bajo nuestro control. La mayoría de ellos fueron determinados mucho antes de que naciéramos por nuestras propias acciones en nacimientos anteriores. Sacaríamos mucho más provecho si en lugar de tratar de controlar a otras personas, eventualidades o circunstancias, nos pusiéramos a controlar nuestros propios pensamientos.
¡De qué nos serviría controlar el mundo entero, si no podemos controlarnos a nosotros mismos! Lo cierto es que no podemos escoger muchas de las cosas que nos pasan, pero sí podemos elegir cómo reaccionamos ante lo que nos sucede: ¿Reaccionaremos de manera positiva? Eso sí lo podemos escoger. ¿Volveremos nuestra atención a la vida interior? Y de ser así, ¿qué elegiremos ahí?
Podemos decidir hacer simran o seguir ocupados con nuestra conversación interna. ¿Abandonaremos nuestra aparente necesidad de dejar que nuestros pensamientos y sueños nos entretengan infinitamente? Podemos cultivar el ser receptivos al sonido. ¿Le daremos tiempo a nuestra práctica espiritual? Podemos escoger tranquilizar a nuestra mente, cultivar claridad de pensamiento y tomar un camino de felicidad y libertad interior.
¿Seguiremos trabajando en nosotros mismos para fortalecer nuestro simran? ¿Qué escogeremos?
Espiritualidad básica