¡Qué afortunados somos!
Pedimos que el Señor satisfaga los deseos de nuestra mente, en lugar de pedir a la mente que se resigne a la voluntad del Señor. Él conoce mejor lo que es bueno para nosotros. ¿No sería mejor dejar todo en sus manos?
M. Charan Singh. Luz divina
Se nos dice que el tiempo es una ilusión: la única realidad que existe es el ahora. El pasado es un recuerdo, el futuro un sueño: todo lo que tenemos es el presente. En este sentido, Hazur Maharaj Charan Singh Ji nos aconseja en el libro En busca de la luz:
Olvida el pasado, vive y medita en el presente, y no te preocupes por el futuro.
Pero ¿podemos vivir nuestras vidas centrándonos únicamente en este momento? ¿Acaso eso significa que podemos quedarnos sin hacer nada y esperar a que el maestro nos ponga en la mente lo que tenemos que hacer a continuación?
Alguien le hizo la siguiente pregunta a Hazur Maharaj Ji, que se cita en Spiritual Perspectives, vol. III:
Lo que le dijiste a una joven sobre que todo lo que tiene que pasar ya ha ocurrido, me inquieta mentalmente. ¿Es un truco de mi mente pensar que puedo evitar planificar mi futuro o preocuparme de cosas futuras y simplemente aceptar lo que venga cada día?
Hazur Maharaj Ji comienza su respuesta:
Bueno, si está en nuestro destino continuar haciendo planes, ¿cómo lograremos evitarlo?, y si no está destinado que aceptemos el destino, ¿cómo podremos aceptarlo?
Él dice que si está en nuestro destino seguir intentando planificar el futuro, no podremos evitar hacerlo. En otras palabras, por más que lo intentemos, no podremos evitar querer seguir controlando las cosas.
A veces nos preguntamos: ¿Es el destino tan preciso, tan detallado? El maestro nos dice que nuestro destino fue escrito antes de que naciéramos. Todo fue planeado para nosotros. Todo, incluyendo si podemos dejar o no que Dios se ocupe de todo. Incluyendo si aceptamos nuestro destino; si podemos rendirnos a su voluntad, que es lo que realmente significa aceptar nuestro destino, no luchar contra todo aquello que sucede en nuestras vidas.
Y continúa diciendo:
¿Pensamos que es posible que algunas cosas estén en nuestras manos y otras no? Nuestros pensamientos no están en nuestras manos. Aceptar el destino no está en nuestras manos. No aceptar el destino tampoco está en nuestras manos. Nuestro pensamiento se verá condicionado de la manera en que ya ha sido destinada.
Hazur Maharaj Ji dice que la forma en que pensamos es la forma en que está destinado que pensemos. No tenemos el control de nada, absolutamente nada está en nuestras manos, incluyendo los pensamientos que llenan nuestras mentes.
Así que cuando la persona pregunta: “¿Puedo evitar planificar el futuro o intentar ocuparme de las cosas futuras y simplemente aceptar lo que sucede en el día a día?”, el maestro responde: Sí, si está en tu destino hacerlo. No, si no está en tu destino.
Hazur Maharaj Ji continúa y habla de cómo sería nuestra vida si fuéramos capaces de dejárselo todo a Dios. Dice:
¿Qué más podemos querer, si podemos confiarnos al Señor? ¿Qué más queremos? ¿Pensamos que sabemos más que el Señor? ¿Qué más podemos querer: que él nos cuide, que nos libere de planificar todos nuestros pensamientos, que tome nuestro destino en sus manos? ¿Qué más podemos querer en esta vida? Estas son las personas más afortunadas.
Si podemos dejar de intentar controlar nuestras vidas y dejar que Dios lo maneje todo por nosotros, si podemos ser inocentes y confiados como los niños pequeños que juegan todo el día sin ninguna preocupación –sin preguntarnos si obtendremos más beneficios en el negocio, o en cómo acrecentar nuestra fama–, somos las personas más afortunadas del mundo. ¡Qué maravilloso sería que pudiéramos relajarnos así y dejar que él se encargara de todo por nosotros!
No obstante, si a pesar de todo estamos luchando ahora mismo por lograr una confianza total en él, en abandonarnos totalmente a su voluntad, está bien. Evidentemente estamos destinados a mantener esa lucha con nuestra mente. Si todavía no podemos evitarlo –porque esto puede estar en nuestro destino–, solo tenemos que seguir adelante y tomar las decisiones más sabias que podamos. Generalmente planeamos cuándo haremos nuestra meditación, cuándo podemos hacer el próximo seva y así sucesivamente. También cuánto tiempo pasaremos en nuestro trabajo, cuándo podremos tener un tiempo con nuestra familia… ¡Tenemos tantos planes en la cabeza siempre! Pero ¿tenemos en cuenta que el karma que el maestro permite que paguemos decidirá finalmente cuál de nuestros planes se llevará a cabo y cuál no? Y lo más importante, cuando nuestros planes no funcionan, ¿intentamos aceptarlo?
A Hazur Maharaj Ji, en Spiritual Perspectives, vol. III, un discípulo le pregunta: “Maestro, ¿a qué te refieres cuando hablas de girar la copa hacia arriba?”.
Y su respuesta es:
Ser receptivos al amor del Padre en nuestra vida diaria, aceptar todo lo que nos da incondicionalmente, sin titubear, sin juzgar. Aceptar con gratitud lo que nos da, porque él nunca hace nada incorrecto.
Todo lo que el Señor hace es correcto. Tal vez no lo veamos así desde nuestra limitada perspectiva, juzgando como lo hacemos desde donde estamos en esta creación, pero desde la perspectiva del Señor que está mirando el panorama general, todo es correcto. Si pudiéramos ver el mundo desde la perspectiva del Creador, sabríamos que todo lo que sucede en nuestras vidas es perfecto para que podamos pagar las deudas kármicas y progresar en nuestra meditación. Hazur Maharaj Ji continúa:
Cuando uno no está ahí, entonces, ¿quién debe juzgar lo que está mal y lo que está bien? La conciencia de que no existimos nos vendrá; solo él existe.
Hazur habla de la etapa de nuestra evolución espiritual en la que perdemos nuestra identidad y nos fusionamos con el Padre. Entonces sabemos que él está en nosotros y nosotros en él; no hay diferencia. Y si alcanzamos esta etapa mientras estamos vivos, a través de nuestra práctica de meditación, entonces, mientras pasamos por nuestros karmas, confiaremos en él implícitamente y aceptaremos plenamente su voluntad. Nos desprenderemos de todo y dejaremos que él se haga cargo, porque, como dice Hazur Maharaj Ji, cuando estamos unidos a él, ya no existe un ser separado que juzgue lo que está bien o mal.
Cuando el maestro nos inicia, promete llevarnos de vuelta a sach khand, y para lograrlo debemos unirnos al Señor. Así que si somos iniciados, está en nuestro destino ser una de esas personas afortunadas que pueden dejar de planificar y permitir que el maestro se ocupe de nuestras vidas. Pero si aún entorpecemos sus planes con los nuestros, todavía podemos practicar lo que Hazur Maharaj Ji dice a continuación:
Lo que venga de él, lo aceptamos con alegría, con gratitud.
Debemos ser felices y agradecidos, sabiendo que todo lo que nos pide que hagamos es en nuestro mejor interés espiritual. Puede que no siempre sea obvio que todo es para nuestro bien, pero dentro de las cosas que nos pasan y que nos pueden parecer malas, debemos tratar de ver el lado bueno.
Hazur Maharaj Ji concluye su respuesta, hablando de cómo vemos nuestros karmas cuando nos fusionamos con Dios:
Ni siquiera diferenciamos entre lo que es bueno y lo que es malo porque el que diferencia ya no existe. Nos hemos unido al Padre.
Un accidente catastrófico, una muerte en la familia, ganar la lotería, ser acusado de un crimen y ser encarcelado, construir la casa de nuestros sueños, ver las malas notas de nuestro hijo… Todo eso no nos hace perder el equilibrio porque cuando estamos unidos a él perdemos nuestra identidad, ya no hay dos seres: yo y el Señor separados. En la unión verdadera solo queda uno: el Señor. Un solo ser. Fusionados realizamos al Creador, y desde ese punto de vista la creación es perfecta. Todo es bueno, no importa lo que pase.
Esta unión puede ocurrir mientras estamos vivos a través del proceso de nuestra meditación, muriendo mientras vivimos: nuestra mente y alma anudadas juntas retirándose del cuerpo, como ocurrirá cuando muramos nuestra muerte definitiva al final de nuestra vida.
Mientras tanto, podemos recordar que, lo sepamos o no por experiencia, el maestro ya está cuidando de nosotros; ya ha tomado nuestro destino en sus manos. Él está listo para liberarnos de nuestro constante planificar, de todo nuestro vano pensamiento.
¡Qué afortunados somos!