Cultivar la actitud adecuada
Se le preguntó al presente maestro: ¿Qué es la meditación para ti? Él contestó: Para mí, la meditación significa mi maestro. Si estoy cumpliendo con lo que mi maestro me ha pedido que haga, y si lo estoy complaciendo, entonces, ¿qué más podría pedir?
A Wake up Call
Nuestra actitud en meditación debe ser la de presentarnos ante el maestro interior, desnudos de propósitos o agendas, sin esperar resultados ni visiones internas. Poniendo a un lado las preocupaciones y los deseos, dejamos ir todos nuestros conceptos o ideas preconcebidas. Con delicada y total atención en el simran o en el sonido, nos hacemos receptivos al camino del Shabad. Con el tiempo, la paciencia, devoción, aceptación y entrega que adquirimos en la meditación será transferida a todos los aspectos de nuestra vida diaria.
El vivir en esa atmósfera es vivir una vida sencilla, alegre y relajada. El efecto de esa paz y gozo que da la meditación te permite ajustarte al clima de la vida, manteniendo tu ecuanimidad y equilibrio. A través de estar continuamente adaptándote a los patrones siempre cambiantes de tus karmas, estarás feliz al enfrentar tanto los buenos como los malos karmas. No puedes cambiar el curso de los sucesos dictados por tu destino. Pero obedeciendo a tu maestro y atendiendo a la meditación, permaneces alegre y relajado a medida que atraviesas tu destino.
M. Charan Singh. Muere para vivir
No podemos forzar el crecimiento de un árbol que hemos plantado. El árbol tiene su propio tiempo de crecimiento. Nuestro trabajo consiste en hacer un hoyo, plantar la semilla, cubrirla con tierra, fertilizarla, regarla, protegerla de insectos y plagas y cuidarla cada día. Ese es el alcance de nuestro esfuerzo. La velocidad a la que crece el árbol no depende de nosotros. Si nosotros tenemos esta actitud para con nuestra meditación, no estaremos obstruyendo el trabajo del maestro, y no cabe duda de que el árbol de la espiritualidad crecerá y dará fruto en nuestra vida. Si tratamos de acelerar el crecimiento del árbol sin esperar a que enraíce debidamente, entonces puede ser arrancado y destruido por los vientos del mundo de Kal. Si nos apresuramos, tratamos de imponer nuestras expectativas o forzar visiones, entonces solo estaremos complicando el trabajo del maestro.
Nuestra única preocupación debe ser mantener el simran en la mente, en el centro del ojo, y ser receptivos al sonido. De eso y solo de eso, somos responsables. A nosotros nos corresponde seguir las instrucciones del maestro y dejarle el resto a él. De esa manera, si los resultados llegan o no, estaremos haciendo lo correcto. Nuestra parte en la meditación es mantener nuestra atención en el esfuerzo, no en los resultados. El esfuerzo depende de nosotros. Los resultados no.
En el Tao Te Ching leemos: “Haz tu trabajo, luego retírate. Ese es el camino del cielo”. Y en el Bhagavad Gita, Krishna le aconseja a su discípulo Arjuna que no se preocupe de los resultados, que tan solo se ocupe de las acciones. Luego le dice que los necios se apegan a sus acciones esperando resultados, mientras que los sabios ejecutan sus acciones tan solo por el Señor, indiferentes a los resultados. Los maestros de todas las tradiciones enfatizan el mismo punto: olvídate de los resultados; el esfuerzo está en tus manos, los resultados no. Si somos constantes en nuestra práctica de meditación, aprenderemos a estar desapegados de los resultados. Entonces no nos alegraremos ni sufriremos cuando nos pasen cosas buenas o malas. Nos entregaremos y fluiremos en armonía con el camino del Shabad. ¡No nos preocupemos por los problemas de la vida! Esto es algo que, como discípulos de un maestro vivo, podemos recordarnos a diario. Tanto las cosas buenas como las cosas malas de la vida nos mantienen apegados a esta creación. Cuando nos sentamos en meditación con un corazón pesado, lleno de cargas y preocupaciones, es muy difícil llevar nuestra atención al centro del ojo. Cuando nos tomamos todo demasiado en serio y no sabemos reírnos de nosotros mismos, solo conseguimos hacer más pesada nuestra carga en la vida y más fuerte nuestro ego. Si utilizamos nuestro sentido del humor para aligerar nuestra carga y nos reímos de nuestros problemas, entonces, nos sentaremos en meditación con una actitud alegre y relajada y será más fácil recoger nuestra atención. Para los discípulos, el reto es cultivar una actitud mental que nos permita atender a las cosas del mundo como un deber y con un corazón ligero. Si tenemos una actitud positiva, este mundo puede ser una fuente de alegría, que nos inspire a ver la voluntad divina en todo y adorar al Señor a través de su creación.
Una actitud positiva nos da la capacidad para aceptar nuestra situación, y la inspiración para renovar nuestro compromiso con la meditación. Con la actitud correcta, buscamos lo positivo en todo y aprendemos a identificarnos con el Shabad en nuestro interior y en todas las formas de vida. Pero, lo más importante, con la actitud correcta, al hacer nuestra meditación nos enfocaremos en el esfuerzo. Entonces, pase lo que pase, mantendremos nuestro equilibrio sin que nos afecten las tormentas que son parte ineludible de la experiencia de ser humanos.
Deja que él haga las cosas a su manera, y no del modo en que tú deseas. Trata de adaptarte a todo lo que él hace y nunca serás infeliz.
Maharaj Jagat Singh. La ciencia del alma
Meditación viva