Su amor; dentro de nosotros
Dios es un círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna.
Blaise Pascal. Pensamientos
¿Cuándo nos amamos unos a otros? Cuando tenemos un corazón puro, cuando hay devoción en nuestro corazón; solo entonces nos amamos mutuamente.
Cuanto más cerca estemos del Señor, más cerca estaremos entre nosotros. Cuanto más amor y devoción al Señor haya en nosotros, más cercanos y unidos estaremos entre nosotros. Cuanto más alejados estemos de él, más nos distanciaremos unos de otros. Cristo dijo: Amaos los unos a los otros, pero nosotros olvidamos el verdadero sentido de esta frase. Únicamente podemos amarnos cuando vemos al Señor en los demás. Cuando dentro de nosotros hay amor al Señor, nos amamos los unos a los otros. Entonces no amamos a las personas, sino que amamos al Señor que está dentro de cada uno de nosotros. Entonces no nos perdemos en individualidades o personalidades. Estamos perdidos en el amor al Señor.
Cuando estamos sintonizados con él, lo encontramos en cada persona. Cuando vemos al Señor en cada persona, no surgen cuestiones de superioridad o inferioridad, no aparece el problema del ego, no hay lugar para el odio. Así que para amarnos mutuamente debemos tener ese amor, su amor, dentro de nosotros. Entonces nos daremos cuenta de que también estamos cerca unos de otros.
Todas las naciones, todos los gobiernos están interesados en establecer la paz en el mundo. Enfocan el problema desde un punto de vista político, económico o social, pero intentándolo desde esos niveles nunca conseguiremos la paz para el mundo. Jamás podremos convertir a todos los gobiernos y naciones a una ideología de ese tipo. Si, por el contrario, enfocamos el problema desde la perspectiva espiritual, podremos acercarnos mucho más unos a otros. Pero la dificultad estriba en que no intentamos acercarnos desde la perspectiva espiritual.
Si todos tomaran conciencia de que tienen que amar al mismo Señor, sabiendo que el Señor está dentro de cada uno de nosotros e hicieran un esfuerzo por buscarle dentro, entonces estaríamos más cerca del Señor y también más cerca entre nosotros, y los gobiernos y países se acercarían entre sí automáticamente.
Si nuestro objetivo fuera el mismo, si nuestro amor fuera el mismo, entonces nos amaríamos mutuamente. Pero si nos olvidamos del Señor, si le ignoramos, si no procuramos conocerle, y no obstante bajo esta perspectiva pretendemos crear paz en el mundo, nunca tendremos éxito, por muy diligentemente que lo intentemos. Por lo menos la historia no nos permite albergar muchas esperanzas a este respecto.
Para lograr paz externa hemos de tenerla dentro de nosotros. Y solamente podremos tener paz en nuestro interior cuando estemos en sintonía con el Señor, cuando nos encontremos cerca de nuestro destino, cuando estemos más cerca de él. Entonces no habrá ego, ni odio ni maldad de nadie contra nadie. Por el contrario, encontraremos amor en cada uno de nosotros y estaremos más unidos, ya que tendremos la misma visión espiritual.
Ahora pretendemos crear paz valiéndonos de las armas, mediante la autoridad, a través de reformas sociales, cambiando las estructuras políticas del mundo, convirtiendo a la gente a nuestra propia ideología política. Nunca podremos lograrlo de esa manera. Aunque los políticos lo intenten a su manera durante toda su vida, nunca tendrán éxito. Pensar así es tan solo un autoengaño. Estamos hablando de paz y nos preparamos para la guerra. No vivimos en paz en el mundo ni tampoco con nosotros mismos.
Si deseamos paz auténtica debemos buscarla dentro de nosotros. Cuanto más cerca estemos de nuestro destino y hogar, más paz tendremos dentro de nuestro ser, más paz encontraremos en todo el mundo y más cerca estaremos unos de otros.
Generalmente, cuando nos encontramos con satsanguis –aquellos que viajan por el mismo sendero– no se necesitan presentaciones, nos sentimos unidos entre nosotros. Simplemente nos encontramos y parece que nos conocemos desde hace siglos. ¿Por qué? Porque el objetivo es el mismo. El amor es el mismo. El destino es el mismo. Todos estamos cerca del Señor, y por eso también lo estamos mutuamente.
Para encontrar la paz, tenemos que buscarla en la dirección correcta. A menos que nos fundamos con esa luz, a menos que nos volvamos parte de esa luz, de la que Cristo dijo: Si tu ojo es único, todo tu cuerpo se llenará de luz; a menos que veamos esa luz dentro de nosotros, a menos que nos unifiquemos con esa luz, jamás conseguiremos la paz. Pero nadie intenta abrir ese ojo, nadie procura ver esa luz. Ignoramos, o mejor, ridiculizamos y nos burlamos de todo el que habla de esa luz, o de ese ojo único o tercer ojo. Así pues, ¿cómo vamos a tener paz en este mundo?
M. Charan Singh. Spiritual Perspectives, vol. I