El método de la meditación
La religión de todas las religiones es la autorrealización. Ese es tu deber.
Citado en Sarmad: Martyr to Love Divine
Los maestros espirituales nos explican que nuestra tarea principal en la vida es comprender quiénes somos realmente. Y esta pregunta no se responde diciendo: Soy tal persona, mi nombre es…, pertenezco a esta familia, a este país…, etc. No, no se refieren a esto sino al conocimiento que va más allá de los aspectos relacionados meramente con nuestra personalidad. Es la espiritualidad la que nos permite llegar a ese conocimiento de quién somos. Y en esa medida, si nos conocemos a nosotros mismos podremos llegar a conocer a nuestro Creador, quien es el origen del que provenimos, y quien nos ha dado la existencia.
Se puede afirmar que la búsqueda de este conocimiento es también la búsqueda del sentido de la existencia. Ese ‘sentido’ que tiene que ver con tantas preguntas conocidas, como ¿para qué vivimos? ¿Hacia qué objetivo dirigimos nuestras vidas? ¿Acaso la respuesta es nacer, reproducirse, o desarrollarse personalmente en los ámbitos familiar, profesional, etc.? ¿Eso es todo lo que le pedimos a la vida o lo que esta da de sí para nosotros?
Los místicos nos explican que precisamente el conocimiento de nosotros mismos no tiene nada que ver con el conocimiento resultante de las experiencias que obtenemos a través del cuerpo y de la mente, y con las metas que logramos en este mundo de fenómenos. Ese conocimiento de nosotros mismos se refiere ‘al ser real’, ‘el alma’.
En Philosophy of the Masters, vol. I, el Gran Maestro explica:
Hay una consciencia superior en cada uno de nosotros, pero solo podemos percibirla después de concentrar la atención en el centro del ojo espiritual. Los santos han llamado ‘surat’ o alma, a esta energía consciente. El alma es también otro nombre de la atención combinada con la consciencia. Está en nuestro interior y es la misma vida y esencia de todo nuestro ser. Debemos entenderla y conocerla (es decir, conocernos a nosotros mismos), y así liberarnos de los lazos de este mundo. Esta es la enseñanza de todos los santos.
Sobre este aspecto, en una sesión de preguntas y respuestas de audio del maestro Maharaj Charan Singh, que está recogida en la pág. web de RSSB nº 9, un discípulo pregunta:
P. ¿Maestro, hay algo en mí que pueda reconocer al alma?
R. Tu mente.
P. ¿Eso es el alma?
R. No, tú has dicho: ‘qué es lo que hay en ti’ que pueda reconocer al alma. (…) La mente reconocerá al alma a cierto nivel de consciencia y eso sucede en la segunda región.
P. ¿Pero en mi presente nivel de consciencia hay algo que pueda reconocer que yo soy alma realmente?
R. No, porque estamos totalmente dominados por la mente. La mente está dominando al alma y la tiene absolutamente bajo su control. Así que no puedes reconocer a tu alma para nada. Cuando trasciendas el dominio de la mente y maya, cuando la mente ya no exista, entonces serás ‘tú’ verdaderamente, serás el alma.
Por eso, la cuestión del alma y Dios es tan discutida entre las personas, es algo que se presta a la argumentación y al debate: porque no podemos ver al alma y a Dios con estos ojos físicos. Podemos pensarlo e imaginarlo, pero hasta que no tengamos una experiencia personal, cada cual mantendrá sus teorías y distintas perspectivas.
Los místicos señalan que es con otra dimensión de nuestra persona, con un enfoque y esfuerzo distinto al que hacemos para obtener las cosas del mundo, como podremos acercarnos a la experiencia del alma y Dios. No es algo externo, es una búsqueda totalmente en nuestro interior.
¿En qué dirección deben dirigirse esos esfuerzos? o ¿qué tenemos que hacer para materializar esa búsqueda? Tenemos que dirigir nuestra atención al interior, atravesar las barreras de todo lo que es material y temporal. Y eso podemos hacerlo con el método que nos enseñan los maestros. Un método de meditación con el que trascendemos cuerpo y mente, y como consecuencia de forma natural percibimos nuestra esencia permanente.
En el libro Discursos espirituales, vol. II, de Maharaj Charan Singh encontramos una explicación acerca de este método:
El objeto de la práctica interior es liberar al alma de su esclavitud al cuerpo y a los objetos de este mundo. Esta práctica puede dividirse en tres partes:
- La que se refiere a la lengua del alma, y se llama ‘simran’, repetición o recuerdo.
Porque son los pensamientos y los deseos del mundo los que nos llevan a realizar acciones que nos atan a él, y debemos sustituirlos por el pensamiento y repetición constante del simran (los cinco nombres que se nos dan en la iniciación).
- La que ha de hacerse con el ojo del alma, y es conocida con el nombre de ‘dhyan’ o contemplación.
Porque nos apegamos a las caras y rostros de este mundo y, por tanto, debemos sustituirlos por la contemplación del rostro del maestro y la luz interior.
- La práctica que se hace con el oído del alma, y se llama ‘bhajan’, o audición del Shabad, o voz de Dios.
Porque es la voz interior, la voz del Señor la que nos llama y nos proporciona una dicha superior capaz de desapegarnos y cambiar el curso del apego a este mundo.
El énfasis de este método reside en la práctica, y para abordarla es esencial contar con la guía de un maestro espiritual realizado. En efecto, un maestro espiritual no pretende involucrarnos en cuestiones intelectuales, sino que, como un ser autorrealizado, tiene la capacidad de guiarnos en el sendero espiritual, para que nosotros mismos hagamos realidad la experiencia del viaje interior de unión con nuestro Creador o realización. Desde el momento de la iniciación, el maestro guía amorosamente al discípulo en la práctica de la meditación y en todos los aspectos de la vida a lo largo de todo el camino hasta completar la meta.