La voluntad divina
Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.
Salmo 143:10
En el libro Reflections on Sant Mat Teachings, leemos que la voluntad del Señor (bhana) y su mandato (hukam) figuran entre los principios más profundos de Sant Mat. Los místicos han empleado la frase ‘la voluntad del Señor’ para expresar diferentes significados: la intención, el deseo o la voluntad del Señor, lo que le agrada, su felicidad o su aprobación, y su decreto. El significado de hukam es uno de los conceptos más importantes porque a través del hukam podemos aprender a vivir una buena vida, encontrar nuestro camino en la vida, y fundirnos con nuestra fuente.
En los siguientes versos del Jap Ji, Gurú Nanak expresa el alcance de la voluntad divina:
Por voluntad divina todas las formas han sido creadas,
la voluntad divina es indescriptible.
Por voluntad divina todas las formas tomaron vida;
por voluntad divina recibieron honor.
Por voluntad divina, algunas son superiores,
y otras inferiores;
esta voluntad determina la aflicción de unos
y la felicidad de otros.
Por voluntad divina algunos son perdonados,
mientras que otros deambulan sin fin en la transmigración.
Todos permanecen en la voluntad divina,
nadie está fuera de ella.
Oh Nanak, aquel que comprende la voluntad divina,
nunca más hablará con ego.
Podemos resaltar tres mensajes importantes en estos versos:
El primer mensaje que nos transmite es que todos estamos sujetos a la voluntad divina. La creación no ha llegado a existir ni funciona por sí sola. La creación ha sido creada por el Creador, que es omnipotente y omnisciente. El mundo es una obra que se desarrolla según la voluntad o mandato del Creador. Nada en la creación sucede sin su voluntad o mandato. De toda la escala de las ocho millones cuatrocientas mil especies de vida, la voluntad del Señor ha bendecido al ser humano con la gran fortuna de la forma humana.
En efecto, el ser humano es la cima de toda la creación, tiene la llave para desvelar el misterio del universo y ponerse en contacto con el Creador. Todos los místicos afirman que nacer como ser humano es una gran bendición, pero al mismo tiempo señalan que implica una mayor responsabilidad. Maharaj Jagat Singh dice en el libro La ciencia del alma:
Solo en la forma humana puede el alma realizar a Dios y volver a su hogar.
El segundo mensaje que nos transmiten estos versos es que recibimos nuestras penas y alegrías según la ley de la acción y sus consecuencias, según nuestros karmas. Debemos aceptar todos los altibajos de la vida como la voluntad de Dios, tanto felicidad como adversidad. Y cuando hacemos esto es cuando los consideramos por igual, cuando en el buen sentido aceptamos su voluntad. Hukam está relacionado con un estado de aceptación independientemente de si la situación en la que nos encontramos es buena o mala, o si nos trae pena o alegría. La siguiente historia ilustra este concepto (https://www.lawrencepresbyterianmanor.org/post/thank-you-god-for-everything):
Había un pájaro que vivía en el desierto. Estaba muy enfermo, sin plumas, sin nada que comer y beber, sin refugio para vivir. Maldecía su vida, día y noche. Un día, un ángel de Dios cruzaba por aquel desierto. El pájaro detuvo al ángel y le preguntó: “¿Adónde vas?”. El ángel respondió: “Voy al encuentro de Dios”. El pájaro dijo: “Por favor, pregúntale a Dios cuándo terminará mi sufrimiento”.
El ángel respondió: “Claro que sí”, y se despidió del pájaro. El ángel llegó al lugar donde estaba Dios y compartió con él el mensaje del pájaro. El ángel le contó la penosa condición del pájaro y le preguntó cuándo terminaría su sufrimiento. Dios respondió: “Durante las próximas siete vidas, el pájaro tiene que sufrir así, y no tendrá felicidad hasta entonces”. El ángel dijo: “Cuando el pájaro oiga esto, se desanimará. ¿Podrías sugerir alguna solución para esto?”. Dios respondió: “Dile que recite este mantra: ‘Gracias, Dios, por todo”.
El ángel volvió a encontrarse con el pájaro y le transmitió el mensaje de Dios. Y al cabo de siete días, el ángel volvió a pasar por el mismo lugar y vio que el pájaro era feliz. Le habían crecido plumas en el cuerpo, una pequeña planta crecía en la zona desértica, también había un pequeño estanque de agua y el pájaro cantaba y bailaba alegremente. El ángel se asombró de cómo había sucedido esto. Después de todo, Dios dijo que durante siete vidas el pájaro no tendría felicidad.
Fue a visitar a Dios para preguntarle de nuevo y él le respondió: “Sí, estaba escrito que el pájaro no tendría felicidad durante siete vidas, pero como el pájaro recitaba el mantra ‘gracias, Dios, por todo’, la situación ha cambiado. Cuando el pájaro cayó sobre la arena caliente, dijo ‘gracias, Dios, por todo’. Cuando no podía volar, decía ‘gracias, Dios, por todo’. Cualquiera que fuese la situación, el pájaro seguía repitiendo ‘gracias, Dios, por todo’, y así siete vidas de karma se diluyeron en siete días”.
Si desarrollamos esta actitud en la vida, sea cual sea la situación en la que estemos, siempre seremos más agradecidos. ¡Esto es aceptación! Y para lograr una mayor aceptación, podemos entrenar a la mente para no clasificar las cosas como buenas o malas. También nos puede ayudar a tener esa actitud, esforzarnos por intentar ver lo bueno en cada situación.
Y finalmente, el tercer mensaje que nos transmite es que el ego no nos permite comprender nuestra situación. Estos versos del Jap Ji no solo explican el concepto de mandato o hukam –como se ha indicado–, sino que también tratan el concepto de ego o haumai. La palabra haumai resulta de combinar dos palabras, hau y mai, que significan yo, mi o mío. Es la noción de lo que es mío, o cómo pienso, o lo que me pertenece.
En un extracto del capítulo Signs of his Grace, relativo al Jap Ji, leemos:
En general, queremos que todo gire a nuestro alrededor. Tenemos grandes expectativas sobre lo que debemos recibir y lo que los demás deben pensar de nosotros. Siempre queremos imponer nuestra voluntad a los demás y sobre las circunstancias, para que se adapten a nuestros deseos. ¡Hacerlo todo según nuestros deseos es ego! El ego es la causa principal que nos aleja de Dios. El ego es también la raíz de las cinco pasiones. El ego nos separa de Dios atrapándonos en la lujuria, la ira, la codicia, el apego y la avaricia. Bajo su influencia, no somos capaces de distinguir lo bueno de lo malo ni lo correcto de lo incorrecto, y realizamos actos que afectan nuestra integridad personal y nuestros valores morales. Así perdemos nuestra riqueza espiritual y nos alejamos del Señor.
Sin embargo, por más que el ego nos domine y nos conduzca a vivir dentro de una perspectiva ciega e ilusoria, los místicos afirman, con contundencia, que el mundo no funciona según nuestros deseos ni se creó por nuestra voluntad. Todo lo que sucede está dentro y forma parte del hukam. No hay nada absolutamente de lo que ocurre que pueda estar fuera del ámbito del hukam. Por lo tanto, si realmente entendemos con profundidad el hukam, seremos conscientes de la imperiosa necesidad de liberarnos del ego.
Entonces, ¿cuál es la voluntad de Dios? En pocas palabras, lo que él desea. Si vivimos con esta verdad profunda del hukam, lo lógico es que evitemos realizar acciones que le resulten inaceptables y nos centremos, en cambio, en hacer lo que le complace.
¿Cómo acatar su voluntad? ¿Qué es lo que él señala como su mandato principal? Podemos resumirlo en estos puntos:
- Lo que agrada a Dios es su voluntad.
- Él ha establecido el mandato, el método, para realizar el Nam.
- Nuestra práctica del Nam es lo que le complace.
En el Adi Granth, Gurú Nanak dice que su único deseo es que las almas realicen al Señor:
El único Nam es la orden del Señor:
Oh Nanak, el verdadero gurú
me ha concedido este conocimiento.
El Señor ha confiado a las almas la responsabilidad de realizarlo a través de un método particular de devoción. El Señor es Uno, y su voluntad es también una: practicar la devoción al Nam.
Vivir en la voluntad del Señor y seguir las instrucciones del maestro son equiparables. Entonces, ¿cómo cumplimos la voluntad del maestro? ¿Qué es lo que él señala como su voluntad principal? Es el Nam. Es la práctica de la meditación.
En este sentido, en Spiritual Perspectives, vol. III, Hazur Maharaj Ji explica:
¿Cuál es la voluntad del maestro? Ser firme en los principios en los que tenemos que construir nuestra meditación y atender a nuestra meditación. Esta es su voluntad, esta es su enseñanza, estas son sus instrucciones. Esta es la base sobre la que tenemos que empezar. La voluntad verdadera del maestro solo la podremos conocer cuando vayamos más allá del reino de la mente y maya. Ahora, mientras exista la mente, estamos en el reino de la mente, en la voluntad de la mente. Así que naturalmente tenemos que seguir las instrucciones del maestro con nuestro intelecto, nuestra firme fuerza de voluntad, obediencia y sumisión para poder llegar a ese nivel. Estas cosas son esenciales para empezar. Pero al final tenemos que llegar a ese nivel donde vivamos en la voluntad del Señor o en la voluntad del maestro que son lo mismo.
Hazur Maharaj Ji afirma que para conocer la voluntad del Señor simplemente tenemos que seguir sus enseñanzas, y así progresaremos espiritualmente. Y se nos dan cuatro principios que debemos obedecer: seguir una dieta lactovegetariana; no consumir bebidas alcohólicas ni drogas que alteran la mente incluido el tabaco y los cigarrillos electrónicos y todos los productos cannabinoides; llevar una vida honesta; y practicar al menos dos horas y media de meditación cada día. Los cuatro son esenciales, y el último es el más importante. Solo la meditación puede purificar la mente. Hazur Maharaj Ji siempre nos recordaba que tenemos que construir la atmósfera de meditación veinticuatro horas al día, y que debemos crearla con nuestras acciones diarias, y aprovechar toda la ayuda que nos proporciona leer libros espirituales, hacer seva, asistir al satsang y mantener firmemente los cuatro votos que hicimos en el momento de la iniciación.
Cuando practicamos la meditación, vivimos en la voluntad del maestro porque seguimos los principios de la espiritualidad. Es difícil aquietar la mente. Puede que nos resulte difícil encontrar la motivación para practicar la meditación, ya que hay muchas cosas que nos distraen. La influencia exterior sobre la mente es muy potente y el desequilibrio entre ‘hacer un poco de meditación’ y ‘nos queda tanto por vivir’ no facilita las cosas. No obstante, debemos hacer lo mejor que podamos, evitando la tentación de esperar a que las circunstancias mejoren o a que la mente coopere. Como nos recuerda el maestro, debemos practicar nuestra meditación a pesar de la situación en la que nos encontremos.
En el Adi Granth leemos:
Dulce es para mí tu voluntad, Señor;
nada busco sino tu verdadero Nombre.
Vivir en la voluntad del maestro significa aceptar nuestro destino, es decir, estar satisfechos con, o al menos tolerar, los acontecimientos de nuestra vida que hubiéramos preferido no tener que pasar. Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo. No obstante, si miramos hacia el pasado, probablemente podríamos identificar situaciones que parecían un desastre, pero que resultaron ser una bendición disfrazada. Con el paso del tiempo nos damos cuenta de esto, pero habría sido muchísimo más fácil haber estado dispuestos a aceptar los acontecimientos de la vida en lugar de resistirnos a ellos.
Aquí es donde nos ayuda la meditación. Con la práctica regular, la meditación refuerza nuestra capacidad para afrontar la lucha de la vida con ecuanimidad. Esto es esencial porque, por mucho que lo intentemos, no podemos cambiar nuestro destino.
Hazur Maharaj Ji explica en Spiritual Perspectives, vol. III:
¿Qué es entrega? Entrega es eliminar el ego, nuestro “yo”. Mientras la mente domine al alma, no podrá haber entrega. Cuando el alma domine a la mente, podrá decirse que uno está en condiciones de entregarse a alguien. Hay entrega, incluso en el amor físico, cuando supeditamos nuestra voluntad a la de otra persona. Intentamos unir nuestra felicidad con la felicidad de otra persona. Siempre procuramos hacer lo que le agrada al otro y nunca pretendemos imponer nuestra personalidad o amoldar a la otra persona a nosotros. En todo caso nos adaptamos a la voluntad de ella.
Esto es lo que nos gusta hacer siempre en el amor, incluso en este mundo. Continuamente procuramos cooperar con el otro y someternos a él. En el amor espiritual pasa lo mismo: tenemos que entregarnos al maestro. Esto significa que debemos abandonar nuestro ego y unir nuestro corazón con el suyo. Él está ya unido con el Señor, así que al unirnos con el maestro nos fundimos automáticamente con el Señor. Esto solo puede realizarse por medio de la meditación. Cuanto más meditamos, más estamos eliminando nuestro ego. Al hacerlo así, seremos atraídos hacia el maestro y automáticamente nos iremos entregando a él, y por medio de él al mismo Señor.
Podríamos imaginarnos el ego como una botella de cristal llena de agua de mar. Si tiramos la botella al mar, el agua se quedá en la botella, separada del mar. Pero si rompemos la botella, el agua formará parte del mar y se unirá al mar. En nuestra condición actual, es nuestro ego, nuestra mente y nuestro propio estado de separación, lo que encierra al alma y le impide fundirse con el Señor. Es lo que dificulta vivir en la voluntad del maestro.
La entrega solo es posible a través de la meditación, porque es lo que elimina nuestro ego. Cuanto más meditamos, cuanto más tiempo pasamos en su compañía, más empezamos a sentir su presencia en todas partes.
La obediencia, la aceptación y aniquilar el ego son facetas de vivir en la voluntad del maestro. A través de ellas, lentamente pero con firmeza, estamos limpiándonos y purificándonos para un día llegar a ser dignos de la reunión final.