Satsang: atmósfera de gracia
Para aquellos que tienen la enorme buena suerte de asistir al satsang, el aire fresco de su espiritualidad vigorizante les conferirá la misma salud espiritual y frescura y, en un corto plazo de tiempo, tales personas mejorarán.
M. Sawan Singh. Filosofía de los maestros. (Abreviado)
Aunque es cierto que el idioma con el que se imparte el satsang es importante, porque está dirigido a la mente, a la comprensión de las enseñanzas, no es menos importante el sentimiento de acercamiento al maestro que crea en nosotros, así como hacia las enseñanzas y también hacia el resto de los hermanos en el camino.
En el satsang hacemos una parada entre las muchas tensiones, problemas y preocupaciones del mundo para imbuirnos en la bondad, armonía, quietud y amor del maestro. Si asistimos a él con un espíritu sincero, el idioma no es el factor principal. Maharaj Charan Singh dice en Discursos espirituales, vol. II:
Si un hombre ciego pasea por un jardín, no disfrutará de la belleza de las flores, pero podrá disfrutar de su fragancia.
¿Cuál es esta fragancia y ambiente tan poderoso que sentimos? Es la fragancia espiritual del maestro, que infunde claridad en nuestra mente y amor en nuestro corazón, dándole a nuestra vida la fuerza interior y dirección adecuada para disciplinarnos en el logro de la realización de Dios. El Gran Maestro dice en el libro El amanecer de la luz:
Las personas que asisten a los discursos de un satgurú son atraídas de manera natural hacia la espiritualidad. Por consiguiente, el satsang, la compañía de almas espiritualmente despiertas es indispensable para tener éxito en la práctica de la disciplina espiritual.
Kabir expresa igualmente en el libro Kabir: The Great Mystic que la compañía de almas espiritualmente despiertas, los santos, es de suma importancia:
Mantén la compañía de los santos, oh Kabir,
aunque tengas que vivir de pan seco.
Su compañía es más valiosa
que todo el resto en este mundo.
(…) Mantén la compañía de los santos, Kabir,
pues es como visitar la tienda
de un vendedor de perfumes;
aunque él no te dé ningún perfume,
al menos disfrutarás de la fragancia.
Mantén la compañía de los santos, Kabir,
ya que el tiempo que pases con ellos
no es en vano (…)
Los días que permaneciste sin la compañía
de los santos fueron malgastados
total y absolutamente,
pues la vida sin el amor a un santo,
sin devoción al Señor,
es como la vida de los animales.
Kabir nos hace pensar en este poema sobre cómo vivir la vida de forma provechosa, sin malgastarla. Y justo este aspecto tiene especial relevancia para los maestros espirituales. Ellos invitan a sus seguidores a hacerse la siguiente pregunta: ¿Empleamos la vida en satisfacer nuestras aspiraciones en este mundo, o acaso creemos que Dios le ha dado un propósito más elevado a nuestra vida? Es en los satsangs de los maestros, en sus discursos, donde nos proporcionan la enseñanza que, sin duda, da respuesta a la anterior pregunta. Sus enseñanzas siempre son coincidentes y las expresan de este modo: Si somos criaturas con capacidad para pensar y reflexionar, y no le damos a nuestra vida una finalidad más elevada que el resto de seres de la creación, un propósito que fomente la relación de amor a nuestro Creador, entonces habremos vivido en vano, pues como dice Kabir, sin el amor al Señor nuestros días se malgastan absolutamente.
Los maestros continúan explicándonos que si no vivimos en el amor a Dios es porque la mente dirige nuestras vidas. Gurú Nanak expresa:
Si conquistas tu mente, has conquistado al mundo.
Esta afirmación de Gurú Nanak sobre conquistar a la mente es la gran verdad que enseñan los maestros en sus satsangs, una vez que nos han rebelado el fin superior hacia el que dirigir nuestras vidas. Ellos, a través de sus enseñanzas, nos dan a conocer la forma de conquistar a la mente, y si no aprovechamos la oportunidad de seguir las enseñanzas espirituales que el maestro nos imparte en el momento de la iniciación, entonces la mente seguirá dominándonos y no habrá salvación para nosotros. Nuestra vida será infructuosa y seguiremos vez tras vez naciendo y muriendo dentro del círculo de la reencarnación.
Las acciones gobernadas por la mente nos esclavizan al mundo; es como si sembráramos semillas que nos atarán a la creación para recoger forzosamente sus frutos. En este sentido, es conocida la historia de Sardar Bahadur que, antes de ser maestro, asistió al satsang –como solía hacer– y allí escuchó precisamente, ‘que solo la práctica de la audición del sonido era verdad y que el resto era sembrar semillas para vidas futuras’. Cuando acabó el satsang le preguntó al Gran Maestro si lo que había escuchado en el satsang era cierto, y el Gran Maestro afirmó: “Sí, solo la práctica de la audición del sonido es verdad, el resto es sembrar semillas para vidas futuras”.
No deberíamos ponerle ningún límite al poder que tiene el satsang; es algo sutil donde juegan dos factores: nuestra receptividad y la infinita gracia del maestro. Por eso se dice, que tal vez una palabra, una frase del satsang, y nuestra propia actitud puede darnos un nuevo impulso, infundiéndonos una devoción más genuina para acabar así con el curso negativo que pueda estar socavando nuestra devoción, en un momento dado.
El satsang es una necesidad, todos lo necesitamos y nadie debería permitirse el lujo de prescindir de él. Como Kabir expresa, aunque tengamos que vivir comiendo pan seco, el satsang es más valioso que el resto de cosas del mundo. Deberíamos asistir como mendigos que necesitan el pan espiritual, ese alimento básico e imprescindible que nuestra impura mente tanto necesita. ‘Como mendigos’, quiere decir con una actitud humilde, con mente abierta, sencilla. Sin arrogancia o predispuestos a juzgar. Solo cuando hay verdadera receptividad obtenemos beneficio del satsang.
El objetivo de los satsangs es crear una atmósfera adecuada para la meditación, crear ese ambiente de amor en el que permanezcamos en la constante compañía del maestro, que debe constituir la fortaleza con la que vivamos a salvo en el mundo. El ambiente del satsang nos ayuda a desempeñar nuestras responsabilidades mientras atesoramos en el corazón la firme determinación de practicar la meditación con plena devoción.