El juego del amor continúa
¿Cómo pueden aquellos cuyos corazones
están entusiasmados con este mundo
entender mi situación?
Entre tú y yo, mi Señor,
se alza el océano del amor.
¡Alcanzar tu presencia no es tarea fácil para mí!
Mendigo tu Nombre, para navegar hacia ti.
Sultán Bahu
La verdadera misión de los santos, al vivir entre nosotros, es elevar nuestra consciencia a su propio nivel. Tanto con el ejemplo como con sus enseñanzas, el maestro verdadero nos ayuda a retirar nuestra atención de las preocupaciones materiales del cuerpo y de la mente para interiorizarnos, y despertar a la Verdad: al poder y la belleza de lo divino. De ahí, la importancia de la presencia física del maestro en el mundo en todos los tiempos.
Cuando miramos las vidas de grandes santos como Gurú Nanak o Kabir Sahib, vemos que a pesar de los rudimentarios medios de transporte de que disponían en aquel entonces, viajaron ampliamente difundiendo sus enseñanzas e iniciando a buscadores en el sendero espiritual. Asimismo, el Gran Maestro emprendió giras de satsang hasta los 88 años, a menudo soportando grandes penalidades y molestias.
Posteriormente, Maharaj Charan Singh no solo viajó por toda la India, sino que desde 1961 realizó giras al extranjero para encontrarse con discípulos y buscadores. En todas esas giras, se llevaban a cabo reuniones de preguntas y respuestas en inglés que fueron grabadas, y que se encuentran en los tres volúmenes del libro Perspectivas espirituales.
En la Introducción de este libro se explica que en esas reuniones el maestro sabía que muchas de las preguntas que le hacían eran solo excusas para estar ante él y así atraer su atención, pero que él las aceptaba con agrado y mostraba su afecto como un padre que juega con sus hijos pequeños, levantándolos con alegría y abrazándolos cariñosamente. Hazur Maharaj Ji se acercaba a todos a su mismo nivel, y así, poco a poco, los animaba a llegar hasta el suyo. En este sentido, leemos:
A veces, esas reuniones de la tarde se percibían como un juego maravilloso, un cortejo entre amante y amado. Queríamos mantenerlo allí el mayor tiempo posible y él quería estar con nosotros. Como Hazur dijo una vez:
“Sé muy bien que muchas personas no tienen preguntas, incluso cuando hacen una pregunta. Y aunque tengan preguntas, no les interesa la respuesta, no quieren ninguna (…) solo quieren retenerme aquí; solo quieren escucharme. Soy muy consciente de esto. (…) Así que este juego continúa. (…) Durante los últimos treinta y cinco años, estas preguntas y respuestas se han estado llevando a cabo. No hay escasez de libros impresos, no faltan cintas grabadas; las mismas preguntas, las mismas respuestas… (…) Ellos quieren estar aquí y yo quiero estar con ellos; quieren estar conmigo, y aquí estamos”.
Igualmente, hoy día, con Baba Ji este juego continúa. Y con las sesiones de preguntas y respuestas que lleva a cabo, fomenta nuestra capacidad de entender Sant Mat como un camino espiritual para volver al Padre, pero también como un camino práctico destinado a guiar y dirigir nuestras acciones diarias. Y aunque sabemos que la respuesta definitiva a cada pregunta es: ‘practica tu meditación’, todos deseamos implicarnos en ese juego maravilloso que se desprende de su presencia física.
Anthony de Mello, nos ayuda a entender el porqué de esa actitud del maestro hacia nosotros. Él escribe en su libro El canto del pájaro:
Los discípulos tenían multitud de preguntas que hacer acerca de Dios. Y les dijo el maestro: “Dios es el desconocido y el incognoscible. Cualquier afirmación acerca de él, cualquier respuesta a cualquier pregunta, no será más que una distorsión de la verdad”. Los discípulos quedaron perplejos y dijeron: “Entonces, ¿por qué hablas sobre él?”.
“¿Y por qué canta el pájaro?”, respondió el maestro. “El pájaro no canta porque tenga una afirmación que hacer. Canta porque tiene un canto que expresar”.
Aquí, en esta historia, los discípulos buscan comprender a Dios y le hacen preguntas al maestro sobre él, pero la respuesta del maestro diciendo que Dios es algo incomprensible y desconocido los deja perplejos, y se cuestionan por qué, entonces, él les habla de Dios todo el tiempo.
Ante esto, el maestro compara el canto del pájaro con las palabras de los maestros, y les explica que son la expresión natural de su conexión con lo divino, de su experiencia espiritual. Porque un maestro encarna el poder divino, es una manifestación del Shabad en la forma física, y por tanto no puede evitar revelar a Dios en cualquiera de sus pensamientos, palabras y acciones. De ahí su poder de atracción, y la fuerte llamada que crea en todos aquellos que anhelan la espiritualidad. El canto de un maestro espiritual es el Shabad, y este poder y esencia va más allá del intelecto y las palabras.
Ahora bien, ¿buscamos al maestro solo para oír sus consejos a nuestras preguntas? ¡En realidad, algunos de nosotros no conocemos la lengua en la que se expresa el maestro, ya sea el hindi o incluso el inglés! Entonces, ¿qué atrayente secreto esconde su presencia? ¿Qué significado tiene ese juego de miradas que nos atrapa irresistiblemente? O lo que es lo mismo, ¿qué es el darshan?
El glosario de cualquier libro espiritual podría decirnos que darshan es ver, mirar intensamente al maestro con un profundo sentimiento de respeto y devoción y con la atención fija en él. Sin embargo, los maestros nos explican que es algo más: el darshan es participar del juego del amor; un juego que Baba Ji sigue jugando con nosotros sin desvelarnos su esencia en palabras, pero haciendo que aún sin entenderlo, ese amor nos llegue hasta la médula cantando canciones con él, por ejemplo, como una excusa para retenerlo unas horas más con nosotros.
¡No importa el pretexto que se necesite para estar juntos, lo importante es que su magia, nos envuelva todo el tiempo! Esa magia logra que sin siquiera saber por qué, no queramos separarnos de él. Tal vez sea debido al miedo de volver a nuestras vidas y olvidarlo o al miedo de dejar atrás un sentimiento tal dulce y hermoso como el que se produce al estar en su presencia. En realidad ni siquiera entendemos quién es el maestro, solo sabemos que su darshan nos hace mucho bien. Nos inspira como nada ni nadie en el mundo, nos eleva: llena nuestro corazón de gozo.
En el libro Tesoro infinito se menciona la siguiente anécdota sobre el darshan:
Una vez Hazur Maharaj Ji le dijo a Sardar Bahadur Ji: “Tus satsangs son muy cortos”. (…) Y Sardar Bahadur Ji contestó: “He sido profesor durante toda mi vida y sé que nadie puede concentrarse durante más de cuarenta y cinco minutos”. Al oír esto Maharaj Ji le dijo: “¿Pero ¿quién va ahí a escuchar el satsang? ¡Vamos para tener tu darshan!”. Ante esto, Sardar Bahadur Ji simplemente sonrió, porque sabía que las palabras venían del corazón de un verdadero discípulo que llegaría a ser maestro.
Hazur Maharaj Ji se atrevió a expresar esta gran verdad: ¡Vamos a tener su darshan! Y aunque estas palabras solo tienen sentido si las pronuncia un discípulo verdadero que atesora el darshan interior en su corazón, nosotros podemos seguir preguntándonos: ¿Qué es, pues, el darshan?, ¿por qué tiene ese poder y atracción tan grande sobre el discípulo?
En el mismo libro, Tesoro infinito, se responde esta pregunta:
Una vez, durante una de las reuniones en inglés, alguien preguntó a Maharaj Ji acerca del darshan. Y Maharaj Ji contestó: “Es cuando el discípulo no puede evitar mirar a su amado. Uno nunca debería calcular que el darshan producirá una ganancia espiritual: el verdadero darshan es perder la propia identidad y fundirse en el maestro sin expectativas. (…) Simplemente seguir mirando al maestro con abandono: eso es darshan”.
Así pues, el darshan se produce cuando el discípulo no puede evitar mirar a su amado. Pero podemos preguntarnos: ¿Mirar al amado es solo verlo con nuestros ojos, es estar físicamente con él?
Si reflexionamos sobre nuestra experiencia del amor, sabemos que el momento más feliz es aquel que sentimos cuando estamos con el ser amado. Por ejemplo, sabemos lo feliz que es una madre o un padre cuando estrecha a su hijo entre sus brazos, pero ¿acaso después lo olvida cuando este se aleja para jugar o estudiar? No, eso no ocurre, porque ese niño es la razón de vida para sus padres. Constantemente actúan pensando en él, es más sus vidas y todo lo que hacen gira en torno a él. Está en sus mentes todo el tiempo, y sus actos lo reflejan en el cuidado que siempre tienen de él. El día se llena de su recuerdo, e incluso temen que cualquier cosa pueda pasarle en su ausencia… Por tanto, el amor de los padres no es un sentimiento que viene o va sin más, sino un sentimiento pleno lleno de sonrisas y felicidad, pero también lleno sacrificios, de renuncias, de sinsabores… porque eso es amor. Cuando amamos nada puede hacernos olvidar a la persona amada; la fuerza de ese amor puede mover montañas y hacer que estemos cerca, aunque nos separen miles de kilómetros de ella.
Sin embargo, debido a la mente, el sentimiento que tenemos hacia el maestro se resiste al sacrificio, al esfuerzo y a las obligaciones. La mente no quiere perder su identidad, por eso cuando Hazur Maharaj Ji explica que el verdadero darshan es perder la propia identidad y fundirse en el maestro, nos cuesta hacernos una idea real de lo que quiere decir, pues todavía no estamos libres de deseos y expectativas, aunque sean espirituales. Incluso en su presencia física, nuestra mente ‘siempre activa’ se llena de ruegos y pensamientos emotivos que en realidad nos alejan de ese abandono de nosotros mismos que requiere el darshan. No sabemos cómo controlar a la mente con un simran que todavía es débil y que se desvanece incluso en su presencia.
En el libro El cielo en la tierra, Sardar Bahadur con su sentido del humor escenifica muy bien cómo es nuestro amor por el maestro. Dice así:
En una ocasión, el pathi estaba recitando un himno cuyo estribillo decía: “Aunque haya huracán o tormenta, lluvia o granizo, yo iré al darshan de mi satgurú”. El sangat repetía el estribillo con gran fervor.
No obstante, coincidió con que estaban en la estación lluviosa, de modo que de repente comenzó a lloviznar. Todos se levantaron entonces y corrieron a refugiarse en el porche cercano. Sardar Bahadur Ji, que ya había llegado al satsang, continuó sentado en la tribuna y dijo sonriendo: “Hace un momento se hablaba con valentía acerca del amor hacia el maestro. ¡Ahora ese amor se ha ahogado en unas cuantas gotas de lluvia!”.
Sí, el maestro nos hace ver así que nuestro amor es débil todavía, y aunque sabemos que en su presencia hay felicidad interior, repiqueteo del alma que se llena de alegría al verlo, también sabemos que en su ausencia su recuerdo se desvanece poco a poco y volvemos a ser nosotros mismos en todo momento, con nuestras razones y argumentos.
Por eso, deberíamos hablar más bien del sentimiento de emoción que nos embarga en su presencia durante el darshan físico, y no del amor o anhelo verdadero que se produce con el darshan de la forma interior del maestro. Es más, si la realización interior dependiera de estar cerca de él físicamente, los discípulos que estamos la mayor parte del tiempo lejos tendríamos una gran desventaja espiritual. Y acaso, ¿depende de unos metros de distancia el verdadero anhelo interior? ¿Acaso la realización espiritual depende de eso? No, Baba Ji en algunas ocasiones explica que si el darshan interior dependiera de la cercanía del maestro, los que viven en Dera o su misma familia no tendrían dificultad para lograrlo, y sin embargo tienen las mismas dificultades que los que estamos lejos de él. Por eso, muchas veces nos preguntamos, ¿cómo conseguir ese anhelo vivo y continuado de su recuerdo y presencia?
Hazur Maharaj Ji le contesta a un discípulo en el libro Muere para vivir:
Hermano, el anhelo por el darshan vendrá solo de la meditación. De otra forma, esta elevación emocional no te lleva lejos. Algunas veces lo sientes [el anhelo] y otras no. [Es] la meditación la que originará auténtico anhelo por el darshan en ti. Solo la meditación creará el deseo de ese darshan verdadero interiormente.
Así pues, solo la meditación logra que su recuerdo, su presencia se grabe profundamente en la mente a través del simran y el bhajan. Como los maestros nos dicen, el amor es algo que sentimos dentro de nosotros mismos, pero cuando tratamos de exteriorizarlo pierde su profundidad. El aprendizaje que debemos realizar es absorber el amor que sentimos en su presencia para usarlo como motivación primordial para disciplinar nuestra mente con la meditación, y así interiorizarnos. Como Hazur Maharaj Ji nos explica en Muere para vivir:
Las emociones son correctas si te llevan a la devoción, pero deben canalizarse. Si dejas sueltas tus emociones, se convierten en un estorbo. Solo es útil el río si fluye dentro de sus márgenes. (…) la emoción es muy útil cuando está canalizada, cuando está disciplinada, pero si tus emociones se salen de control, es como la crecida de un río que hace más daño que bien. Así que debemos tener emociones disciplinadas, amor disciplinado por el maestro.
Recordemos que este es un sendero de amor y de devoción, y aunque lo recorremos arrastrando las penas y alegrías de nuestros karmas, también debemos acompañarlo de disciplina, de abandono del ego, de absoluta fe y confianza en nuestro maestro; en una palabra, de meditación. Hoy día, nuestro ego es nuestro fiel compañero, y necesitamos cambiar esa compañía engañosa por la del maestro mediante el esfuerzo de un simran continuado y consciente, y de un bhajan o audición del sonido atento y esperanzador. Y eso requiere de esa entrega total que todo discípulo tiene que efectuar un día u otro. Vivimos envueltos en nuestros trabajos, familia, amigos, en nuestro yo, pero necesitamos vaciarnos de todo eso y volcarnos en su recuerdo, en seguir sus instrucciones y consejos, porque en realidad, nuestro día a día solo requiere de una pequeña parcela de nosotros. ¡El resto le pertenece a Dios!
Hazur Maharaj Ji sigue diciendo en Muere para vivir:
El objeto de la meditación es crear amor, y el significado del amor es eliminar tu ego y convertirte en otro ser. Ese es el propósito del amor. Y el propósito de la meditación es igualmente el mismo: crear ese amor que eliminará tu ego y tu individualidad y que te hará sumergirte finalmente en el otro Ser. Eso es amor, y ese amor solo puedes conseguirlo con la meditación.
Y el maestro termina diciendo:
Las emociones están bien, hasta cierto punto, (…) pero la emoción no es el fin del amor. Puede ser un medio para llegar al amor, pero el darshan final está dentro.
‘Dejar de ser yo para fundirme contigo; dejar de ser solo un discípulo y convertirme en ti, maestro’. ¡Meditar! Ese es el principal servicio que los iniciados debemos realizar. Este seva es vital para dar sentido a nuestra iniciación, es vital para unirnos al verdadero maestro interior que es el Shabad.