Caminos de búsqueda
El auténtico objetivo de todas las religiones es la comunión con el Señor. Todas las religiones enseñan que debemos conocer a Dios, tener comunión con él, practicar la devoción, servir a toda la humanidad con amor fraterno y conocernos a nosotros mismos.
M. Sawan Singh. Mi sumisión
“Si investigamos con una mente imparcial y profundizamos en los principios de las distintas religiones, encontraremos las mismas enseñanzas en todas. No puede haber ninguna diferencia”, decía Hazur Maharaj Ji en Perspectivas espirituales, vol. I, cuando diferentes buscadores le preguntaban acerca de los contratiempos que podía implicar recibir la iniciación en Sant Mat cuando se pertenece a una determinada religión. Sin embargo, como afirman los místicos, no solamente la esencia espiritual es la misma en todas, sino que cuando practicamos la espiritualidad nos convertimos en mejores seres humanos.
En este sentido, ilustremos cómo se puede materializar o concretar en la vida de una persona este sentir sobre religión y espiritualidad:
En un pequeño pueblo donde las tradiciones religiosas se entrelazaban, vivía una joven que era una ferviente seguidora de su religión; tenía un espíritu inquieto y un profundo anhelo de encontrar respuestas sobre la esencia de la vida. Aunque amaba a Dios, su corazón estaba lleno de preguntas: ¿Quién es realmente Dios? ¿Cómo puedo sentirlo más cerca? Estas inquietudes la sumían en un viaje interior solitario, lleno de interrogantes sin respuesta.
Un día, en la sección de religión y filosofía de una biblioteca la joven se encontró con un poema de Dadu, un místico del siglo XVI, que la conmovió profundamente. El poema decía: “Si estás terriblemente triste por no encontrar a Dios, entonces guarda firmemente la compañía de un santo. Dios está con él, oh Dadu”. Estas palabras del poema, leídas con calma, le impactaron profundamente y despertaron el inicio de su búsqueda espiritual.
Tiempo después, unos amigos que conocían a fondo las tradiciones religiosas hindúes le hablaron de un gurú, un maestro espiritual conocido por unir las diferentes religiones en una Verdad universal. Intrigada, la joven pensó: Realmente Dios es uno, pero ¿podría una persona ser capaz de aunar las religiones tan diferentes que existen en el mundo, incluida la suya propia, y ofrecer un camino de realización espiritual universal para todos?
Su anhelo de encontrar respuestas rápidamente superó sus temores al leer en el libro El sendero: “Existen muchas religiones, y cada una de ellas tiene sus propios dogmas y ritos, ceremonias y costumbres. Pero la espiritualidad, la realidad y la esencia de la verdad constituyen la base de todas ellas”. Interesada, decidió asistir con sus amigos a un satsang o discurso del gurú. Al llegar, percibió una energía cálida que llenaba el lugar, y sintió una paz que nunca había experimentado.
Las palabras del maestro flotaban en el aire: “La espiritualidad es el puente que une a los seres humanos con lo divino. Al seguir este camino, nos convertimos en mejores practicantes de nuestras propias creencias”. El maestro siguió hablando de la unidad de Dios, del Uno eterno que está presente en todos: “La luz que brilla en tu interior es la misma que brilla en todos”, decía él.
Estas ideas comenzaron a calar hondo en su corazón y empezó a comprender que las religiones son diferentes caminos que nos llevan al mismo lugar: el amor de Dios.
En este mismo sentido Maharaj Sawan Singh explica en el libro Mi sumisión:
El Señor creó a los seres humanos, y solo después se hicieron sijs, musulmanes, cristianos, budistas, etc. No había sijs hace quinientos años, ni musulmanes hace mil trescientos, ni cristianos hace dos mil. Hace tres mil años no existían los budistas. Muchas razas existieron antes de que los arios fundaran el hinduismo. Los hombres son hombres, sean del Este o del Oeste. Ninguno pertenece a una casta superior, ya que hay atma (alma) en cada uno de ellos y el alma es una partícula del Señor.
Así, poco a poco, estando en contacto con las enseñanzas del maestro, la joven entendió que la espiritualidad no es una lucha entre tradiciones religiosas, sino un sendero de luz y sonido expresado con distintas palabras: Verbo, Palabra, Shabad, Nombre verdadero… Y se dio cuenta que no necesitaba limitarse a una identidad religiosa. La Verdad es un viaje personal que trasciende etiquetas y tradiciones.
Finalmente, un día se sintió con la fuerza necesaria para acercarse al maestro y pedir la iniciación. Con el corazón acelerado, le dijo tímidamente: “Siento que hay algo que necesito aprender de ti para estar más cerca de Dios, pero tengo miedo de traicionar mis creencias religiosas”.
El maestro la miró con gran ternura y respondió: “No debes tener miedo. No estás traicionando tus creencias, las estás haciendo crecer. La Verdad no pertenece solo a un camino. Es como un río con muchas corrientes, pero al final todas llegan al mismo mar. Dios está en todos nosotros, y cuando lo buscas con amor, siempre estás en el camino correcto”.
Así, la joven apreció que su búsqueda espiritual no era un rechazo a sus raíces, sino una expansión de su fe. Y su camino interior hacia el encuentro con Dios se hizo realidad.
Dentro de cada uno de nosotros una luz está brillando detrás de los ojos, y de esa luz emana una dulce música melodiosa. Los que ven esa luz y escuchan ese sonido, se desprenden del falso amor y apego al mundo, y en su lugar nace el verdadero amor y apego al verdadero Ser.
Es el Verbo, el verdadero Nombre, el que nos desapega del mundo y despierta en nosotros el amor por Dios. Está presente en cada una de las personas sin excepción, independientemente de su cultura, religión o carácter.
M. Charan Singh. Perspectivas espirituales, vol. II