El maestro responde
Cuando el alma se pierde en el rapto de amor
por la melodía pura del sonido, entonces, los
karmas de destino también se van eliminando.
Los karmas de destino son eliminados en la
medida en que se experimenta ese amor.
Baba Jaimal Singh, Cartas espirituales
P. He comprobado que cuando intento meditar en el centro del ojo me resulta un poco mecánico, y me parece como si estuviera mentalmente ‘retorciendo el brazo de Dios’ o dependiendo de alguna experiencia interna; pero si me pongo a rezar de manera sencilla durante cinco minutos, noto la sensación de estar más cerca de Dios y de agradarle más.
R. Bien, hermano, esa es la razón por la que siempre digo que la meditación mecánica no nos ayudará mucho. Tenemos que vivir en meditación; tenemos que construir esa atmósfera de meditación, de felicidad y paz; vivir en esa meditación, vivir en esa felicidad y paz. Necesitamos la meditación mecánica para concentrar nuestra mente. Si haces cada día una cosa, te acostumbrarás a hacerla y eso se convertirá en hábito. Similarmente, la meditación mecánica (si es que deseas llamarla así), cuando la hacemos diariamente crea en nosotros un hábito de concentración tan fuerte que nos olvidamos de si la estamos haciendo mecánicamente o con amor y devoción. Hasta que viene a nosotros el auténtico amor y devoción, apenas advertimos que estamos haciendo algo. Apenas nos damos cuenta de que eso que hacemos nos gusta. Sin embargo, para adquirir ese hábito hemos de comenzar de una u otra manera. La meditación meramente mecánica no te ayudará si no vives en esa meditación, si no te conviertes en parte de esa meditación, si no te fundes con esa meditación. Tu vida entera debe ser amor y meditación, y no solamente ese tiempo de una o dos horas en el que intentas concentrarte.
P. Entonces, ¿es correcto decir que básicamente la meditación o el recuerdo del maestro, se convierte verdaderamente en un trabajo de veinticuatro horas? Quiero decir, ¿es esta la única manera de evitar que corramos hacia los sentidos?
R. Bueno, para el amante, el amor es una enfermedad de veinticuatro horas. No tiene un tiempo determinado para amar o pensar en el amado. Él está enamorado las veinticuatro horas del día, no importa lo que esté haciendo, o en qué lugar se encuentre. En su mente, él está con su amado las veinticuatro horas. No fija de forma concreta el tiempo: ‘Este es mi momento de amar’. Su mente siempre está ahí, sin tener en cuenta lo que está haciendo o dónde pueda estar.
Así pues, de igual modo el Señor debería estar presente siempre en nuestra mente, sin importar lo que estemos haciendo o dónde estemos. Ese recuerdo debe reflejarse en nuestros actos y en nuestras relaciones. Nunca debemos olvidarle bajo ningún concepto.
Por eso digo que Sant Mat es un modo de vivir. No significa encerrarnos en una habitación durante un par de horas en meditación para olvidarnos más tarde. El Señor debe formar parte integrante de nuestras vidas.
M. Charan Singh, Spiritual Perspectives, vol. II