Cualidades del discípulo
Si vences a tu mente,
has vencido al mundo.
Gurú Nanak, citado en Vida honesta
Sant Mat es un sendero de devoción, pero también de acción. Y lo es porque caminar por él no significa que nos tengamos que limitar, sin más, a inclinar la cabeza en el exterior sin hacer ningún tipo de esfuerzo personal o sacrificio. No significa que podamos establecernos en la comodidad de nuestra vida tal y como era antes. Nuestro objetivo en ella ha cambiado, nuestras prioridades han cambiado, y con ellas también lo ha hecho la forma que tenemos de ver y de vivir esa vida.
El objetivo es excelso y podremos imaginar que para conseguirlo, los cambios en nuestras vidas serán igual de importantes. Si para conseguir cualquier cosa en la vida que merezca la pena, el esfuerzo y el sacrificio que tenemos que hacer son considerables, ¿qué no tendremos que hacer o sacrificar para poder realizar a Dios?
Del libro Spiritual Perspectives, volúmenes I, II y III, vamos a extraer diversos extractos de las palabras de Hazur Maharaj Ji, por lo que se especificará tan solo el volumen. En el volumen II dice:
Imagina los sacrificios que deberás hacer para retirar la atención al centro del ojo. (…) Debemos apartarnos de la sociedad (…) para poder adaptarnos y dedicarle tiempo a la meditación. Tenemos también que evitar según que compañías con las que ya no nos sentimos cómodos, que nos distraen, que nos desvían la atención del Padre, de las que no nos podemos fiar. Ese es el tipo de sacrificio que tenemos que hacer.
Ese es el tipo de sacrificio que tenemos que hacer. Simplemente tenemos que encontrar tiempo para la meditación, nada más. Tenemos que darle un sitio en nuestra vida, y eso que a priori no parece demasiado complicado de hacer, en la práctica puede resultar lo más difícil del mundo. Nuestro día a día, las prisas, las obligaciones que tenemos en el mundo nos confunden, cambian nuestro orden de prioridades y lo que al principio parecía fácil puede convertirse en algo muy complicado.
Esta es una misión complicada porque todos estamos metidos de lleno en la peor de las guerras, la guerra que estamos librando contra nosotros mismos.
El día de nuestra iniciación hicimos una declaración de guerra en toda regla, una declaración de guerra contra la mente y los sentidos. De una manera consciente o no eso es lo que hicimos, y no hay guerra que sea fácil, no hay guerra que no implique sacrificio.
En el volumen II, Hazur Maharaj Ji dice:
Al guerrero nunca le preocupa morir y sacrifica muchas cosas. Nunca mira atrás. No le preocupa lo que pasará (…) si le matan. Su único objetivo es el de (…) salir victorioso. De igual forma nuestro objetivo en la meditación debería ser como el del guerrero.
No deberíamos preocuparnos por lo que pasaría si abandonáramos la creación (…) tenemos que dejar de pensar en esas cosas y estar dispuestos a sacrificarlo todo para alcanzar nuestro objetivo. Un guerrero siempre está listo para luchar y nosotros deberíamos estar siempre listos para luchar contra la mente y para sacrificarlo todo y alcanzar nuestro objetivo; igual que el guerrero.
El ejemplo del guerrero que nos da Hazur Maharaj Ji es solo una forma de expresar la idea de que tenemos que luchar contra la mente y los sentidos de la misma forma en la que un guerrero lo hace contra su enemigo, sin mirar atrás, sin importarle los sacrificios que haya tenido que hacer, con un único objetivo en mente: el de mirar hacia adelante, el de luchar y el de vencer.
A la pregunta de si no había ningún tipo de diferencia entre un guerrero y un satsangui, Hazur Maharaj Ji responde: “Cada satsangui es un guerrero”.
Así nos ve el maestro, porque eso es lo que somos: guerreros, guerreros que luchan cada día contra la mente y los sentidos, contra sus propias debilidades, contra ellos mismos. Aparentemente no pasa nada, todos los días son iguales, todo parece en orden, pero en nuestro interior, constantemente, tiene lugar la más cruenta de las batallas, la más feroz de las guerras, la que el día de nuestra iniciación le declaramos a la mente y a los sentidos.
Pero en esta lucha no estamos solos, a veces y cansados como estamos de tanto luchar nos lo puede parecer, pero nunca estamos solos. Nuestro capitán siempre está al mando, siempre está pendiente, siempre nos está cuidando.
En el volumen III, Hazur Maharaj Ji dice:
El maestro te da una espada y te ofrece la mano como ayuda para luchar contra tus enemigos.
El maestro es nuestro gran amigo, nuestro gran compañero, nuestro capitán. Él es quien hará que ganemos esta guerra, y lo hará porque nos ayuda de muchas formas: nos encuentra, nos inicia en el sendero, nos da las instrucciones y los parámetros dentro de los cuales deberemos vivir nuestra vidas, nos cuida a lo largo de todo el proceso, nos recoge cuando nos caemos, nos anima a seguir adelante y muchas otras cosas de las que ni siquiera somos conscientes…
Sabiendo que estamos en manos de un guía así, de un maestro de esa categoría, ¿cuál sería la actitud correcta del discípulo? ¿Cuáles las cualidades que debería mostrar?
En primer lugar y siendo conscientes de nuestra falta de experiencia, de nuestra ignorancia, de los peligros con los que nos vamos a encontrar y de la sabiduría del maestro, una de las cualidades más importantes del discípulo es la obediencia, sin duda.
Hazur Maharaj Ji explica en el volumen III:
Obediencia significa (…) dejar de lado al ego. Cuando somos orgullosos o estamos llenos de ego no nos gusta someternos a nadie (…) cuando vamos al colegio tenemos que obedecer al profesor, debemos someter nuestra voluntad a la del profesor. Cuando llegamos al sendero tenemos que hacer lo mismo, tenemos que obedecer al maestro.
Y en el volumen II, leemos:
No podemos decir que lo queremos y a la vez no obedecer sus instrucciones. (…) Por eso Cristo dijo, ‘Si creéis en mí…’. Y creer en el maestro significa seguir su modo de vida, seguir sus instrucciones (…) porque eso automáticamente te llevará hacia el progreso.
Tenemos que obedecer al maestro, sencillamente, por pura lógica: porque nosotros no conocemos el camino y él sí. Nosotros no sabemos lo que nos espera y él sí. Él ha sabido canalizar el potencial que como seres humanos todos tenemos y lo ha conseguido. Por tanto sabe de qué habla. Pero no lo sabe desde un punto de vista teórico, sino que nos habla desde la experiencia, desde la suya propia vivida en primera persona, porque si no fuera así, ¿cómo podría enseñarnos?, ¿cómo podría guiarnos? Los maestros no nos hablan de conceptos vacíos, en ellos todo es una realidad.
Otra de las cualidades del discípulo, y no menos importante que la obediencia, es la honestidad, porque sin ella no podemos ni siquiera plantearnos empezar a caminar por este sendero.
El compromiso de la vida honesta es uno de los cuatro votos que todos asumimos en el momento de la iniciación. Un voto tan importante como el resto. Pero aunque todos tenemos claro en qué consiste meditar, llevar una dieta vegetariana o abstenerse de fumar y tomar alcohol y drogas, porque se refieren a aspectos externos de nuestra vida que se pueden identificar con facilidad, el tema de la vida honesta parece pertenecer a esa esfera de lo subjetivo donde cada cual, según su percepción, establece su propio criterio.
Sin embargo, en Sant Mat los parámetros de lo que es una vida honesta están muy bien definidos y nosotros, como seres humanos dotados de discernimiento, también sabemos cuándo lo estamos haciendo bien y cuándo no tanto; lo podremos ignorar e incluso lo podremos justificar, pero en nuestro fuero interno sabemos lo que no está bien.
El concepto de honestidad que la mayoría de nosotros tenemos consiste en ser honestos en nuestros tratos con el mundo, con los que nos rodean, en nuestros trabajos, a la hora de ganarnos la vida… Tenemos un concepto externo de lo que es la honestidad. Sin embargo Hazur nos ofrece otra perspectiva, nos da otra visión o idea de lo que es y nos dice que la verdadera honestidad consiste en no mentirnos a nosotros mismos.
En el volumen II, Hazur Maharaj Ji dice:
De hecho con quien tenemos que ser honestos es con nosotros mismos (…) Si somos honestos con nosotros mismos podremos vivir (…) de lo contrario siempre estaremos en guerra en nuestro interior. Si no somos honestos con nosotros mismos nos sentiremos mal, así que no deberíamos engañarnos. Debemos hacer frente a los hechos (…) entender la realidad tal y como es y ser honestos con nuestros sentimientos (…) cuando lo consigamos podremos también ser honestos con los demás. Siempre sabemos si estamos siendo honestos con nosotros mismos. No hace falta que nadie nos lo diga.
Y ser honestos con nosotros mismos significa no engañarnos, hacer frente a los hechos tal y como son. Aceptar nuestras debilidades y considerarlas como lo que son: debilidades, sin intentar esconderlas ni maquillarlas no ya a los demás, sino a nosotros mismos. El Gran Maestro nos dice en Joyas espirituales “… que para defender nuestras debilidades podemos proponer cualquier código, pero la debilidad es debilidad, y por mucho que la defendamos no se convertirá en fuerza”.
Y Hazur Maharaj Ji continúa diciendo en el volumen II:
Somos demasiado blandos con nosotros mismos; esta es la razón por la que somos parte de esta creación. Si fuéramos un poco más fuertes hoy no estaríamos aquí. Somos demasiado blandos. Siempre intentamos justificar nuestras debilidades, y al final acabamos convirtiéndonos en sus esclavos. (…) Si las justificas siempre serás su esclavo.
Hazur Maharaj Ji nos dice que hagamos un ejercicio de sinceridad, que nos miremos al espejo y que afrontemos los hechos tal y como son, sin adornos, sin imposturas. Que dejemos de justificar nuestras debilidades no solo con los demás, sino con nosotros mismos.
Entonces, cuando seamos capaces de hacer ese ejercicio de sinceridad, de honestidad en primera persona, y solo entonces, podremos también ser sinceros y honestos con los demás. Si no, todo se convierte en falsa apariencia, en superficialidad, en falta de verdad, y como nos dice Hazur Maharaj Ji, “… todos sabemos si en nuestro interior estamos siendo honestos con nosotros mismos o no”.
La mayoría de edad en el mundo trae consigo la capacidad de hacerse responsable de los propios actos, de asumir sus consecuencias dentro de la sociedad. Igualmente, en la madurez espiritual las debilidades no se maquillan, se aceptan y se superan. Dejemos de engañarnos a nosotros mismos y podremos dejar de engañar a los demás.
Todo esto, nos lleva a la tercera de las grandes cualidades del devoto: la capacidad de meditar, porque solo la meditación obrará el milagro y hará posible ese cambio de actitud para con nosotros. Solo la meditación hará que dejemos de justificarnos, que nos miremos con ojos más críticos, en definitiva que seamos como nos decía Hazur Maharaj Ji un poco más duros con nosotros mismos. Será la meditación y no lo desarrollado que tengamos nuestro intelecto, lo que conseguirá que adquiramos la fuerza de voluntad necesaria para poder aceptarnos tal y como somos, y para poder elevarnos por encima de todas esas debilidades que hoy por hoy controlan nuestra vida.
Hazur Maharaj Ji nos vuelve a decir en el volumen II: "Como Cristo dijo: ‘Si edificas sobre arena cuando llegue una tormenta la casa se desmoronará, pero si lo haces sobre roca la tormenta no será capaz de moverla’. De nada sirve quejarnos y preguntar por qué estamos en esta situación; estamos donde estamos, nuestra situación es la que es y, como el buen guerrero, solo podemos mirar hacia adelante y seguir luchando para conseguir salir de ella. No tenemos otra opción.
En respuesta a una pregunta, Hazur Maharaj Ji en el volumen II del mismo libro Spiritual Perspectives, siguiendo con la comparativa del soldado, finalmente, dice:
Ahora mismo estamos en mitad de una batalla y no haremos bien en pensar porqué empezó. Tenemos que empezar desde donde nos encontramos ahora, y ahora estamos de lleno en ella y tenemos que ganar. ¿Por qué la empezamos? En esta fase del proceso no tenemos respuesta, y ahora es demasiado tarde para pensar en ella. Cuando ya estás inmerso en la batalla (…) la única solución es continuar luchando.
El general siempre está al mando para ayudar y para guiar (…) en la lucha, pero es el soldado el que tiene que luchar.
Nuestro guía siempre está con nosotros, no nos abandona nunca. ‘El general’ como dice Hazur Maharaj Ji siempre está ahí para guiarnos en la batalla, pero la lucha… ¡es nuestra!
Mediante la obediencia al maestro y atendiendo a la meditación, permaneces feliz y relajado mientras pasas por tus karmas. Aceptas cuanto llega a tu camino como una gracia del maestro. Él es ahora el timonel en tu vida, que solo tiene tu felicidad y el mejor interés en el corazón.
M. Charan Singh, Muere para vivir
Cualquier acción que apegue tenazmente la
atención a la materia debe evitarse. Eliminar
los deseos sensuales de la mente, ser bueno,
de mente pura y honrado en el trato con los
demás, debilita la conexión de la atención
con el mundo. El objetivo es la concentración.
Cualquier acción que ayude a conseguir este
fin está bien.
Joyas espirituales
Deberías obtener la compañía de un santo
y escuchar su satsang. El aire fresco de su
espiritualidad vigorizante conferirá la misma
salud espiritual y frescura, y en un corto plazo
de tiempo te mejorarás a ti mismo. Luego las
cualidades de la virtud se manifestarán dentro
de ti.
Philosophy of the Masters, vol. I
Cuanto más preocupados estemos por el
mundo material, tanto más perderemos nuestra
perspectiva espiritual. Por esta razón, los santos
nos advierten de que el mundo es un lugar muy
peligroso. Desde su punto de vista, caminamos a
lo largo del borde de un precipicio, y si dejamos
que nuestra atención se desvíe podemos
morir despeñados. Por eso es tan importante
la práctica diaria de la meditación, como lo
son también el satsang regular y la lectura de
escritos espirituales.
Vida honesta