La intención es lo que cuenta
El maestro es la misericordia encarnada.
Tiene que haber también un sentimiento de
misericordia en el corazón del buscador. Si
es compasivo, será amable y tierno con los
demás… Con mente, palabra y obra se adherirá
a la no violencia. Pensará bien del prójimo. No
se manchará la lengua con palabras ofensivas
ni duras, ni causará sufrimientos a los demás
con sus acciones. Su hablar será suave y dulce.
La verdadera religión nace en ese corazón
misericordioso.
M. Sawan Singh, Mi sumisión
P. ¿Debemos intentar siempre tener presente la verdad en nuestras mentes al hacer una crítica?
R. Bueno, hermano, no estoy diciendo que debamos transigir con la verdad, pero hay diferentes formas de decirla. Si queremos tener presente la verdad, y nuestro objetivo es que la otra persona también vea la verdad como nosotros la vemos, entonces debemos decirle las cosas con amor, ayudándole a verlas desde esa perspectiva. Sin embargo, si tratamos de utilizar la verdad solo para humillarla, entonces realmente no estamos intentando tener presente la verdad. Entonces el ego se está entrometiendo, pensamos que somos superiores y solo estamos utilizando la verdad para humillarla. Eso no está bien.
P. ¿Sería mejor no decir nada?
R. Depende de la situación. A veces, el silencio es oro. ¡La mayoría de nuestros problemas en esta creación se deben a nuestra lengua! ¡Si supiéramos cómo controlarla o cómo usarla, creo que se solucionarían la mayoría de nuestros problemas! El control es algo muy bueno, y usarla correctamente es todavía mejor. Si no sabemos usarla correctamente, al menos debemos intentar controlarla.
P. Maharaj Ji, creo que hace unos quince años vi una obra de teatro llamada: “La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”, y su propósito era señalar que los seres humanos son incapaces de convivir y, al mismo tiempo, decirse siempre la verdad. De todas formas, en esta obra todos los actores empezaron a decir la verdad durante veinticuatro horas, y al final hubo divorcios, procesos por difamación, etc.
R. Tienes toda la razón. Había un rey tuerto, Maharajá Ranjit Singh, que solía celebrar juicios públicos en la corte o durbar, y alguien dijo: “Si en el durbar, alguien le dijera que es tuerto, le consideraríamos muy valiente”.
Entonces un hombre que, como has dicho, siempre decía la verdad, y también era valiente, fue a la corte y dijo: “Eres tuerto”, por supuesto que el rey se enfadó mucho. El hombre no había dicho nada que no fuera verdad, pero, naturalmente, ¿cómo podía el rey soportar que se le dijera ante todos los cortesanos que era tuerto? Entonces vino otro hombre, con el mismo objetivo, y dijo: “¡Mira la gracia de Dios; por muy poderosas que sean esas personas, incluso ellas, que tienen dos ojos, se inclinan ante tus pies!”. Dijo lo mismo y fue recompensado; el otro fue encarcelado. Ambos dijeron la verdad. Depende de cómo se haga, de cómo se diga una cosa. No siempre compensa decir la verdad bruscamente.
M. Charan Singh, Luz sobre San Mateo