Gracia divina
Mi corazón está lleno de alegría;
en un instante el amado
apareció ante mí.
Encontré al amado y por su gracia
el Señor se me reveló.
Mira, la divina amante
Solamente aquellos que alcanzan su verdadero hogar obtienen gozo y paz eternos. Acaban con el ciclo de nacimientos y muertes para siempre y retornan al fin al Padre, escapando así de las repetidas torturas de los mensajeros de la muerte.
¿Con la gracia de quién, ganamos la entrada en la corte del Señor?
Con nuestros esfuerzos seguro que no. Solos no podemos hacer nada. Jamás podremos atravesar por nosotros mismos el terreno desconocido del sendero interior. Lo debemos todo a la inconmensurable gracia del maestro. Él derrama sus bendiciones sobre nosotros uniéndonos con el Shabad y el Nam, alejando todas nuestras dudas y apartándonos de este laberinto de ilusión. Es nuestro maestro el que nos coloca en el sendero correcto, y despierta nuestra mente mediante el amor y la devoción al Señor. Bendecidos con su gracia infinita, buscamos la puerta, la encontramos y le llamamos mediante la meditación.
Todos los seres del mundo son muñecos desamparados en manos del destino. No hay nada que puedan llevar a cabo con sus propios esfuerzos. Aquellos a los que el Señor desea derramar su gracia reciben el regalo de la forma humana. De entre estas almas afortunadas, él llama la atención a las que están marcadas. Esas son las almas a las que en su suprema generosidad desea liberar de la duda y la ilusión, a las que desea llamar de vuelta a su mansión, uniéndolas con la luz y el sonido.
La voluntad del Señor es suprema. Su voluntad se hace así en la tierra como en el cielo. El hombre está desamparado. Hasta que el Señor no derrama sus bendiciones no seguimos este sendero, ni se vuelven puras y limpias nuestras mentes. En tanto no nos tome en su regazo, la gracia del maestro no nos redimirá.
Y esa gracia se derrama sobre nosotros mediante el regalo de su devoción y amor, que finalmente nos armoniza con él y nos conduce hasta nuestro hogar, para fundirnos para siempre en el Señor.
M. Charan Singh, Muere para vivir
En el momento de la iniciación, el maestro proporciona el ‘rayo de vida’ y conecta al discípulo con la melodía del Shabad, estableciendo entonces un lazo sutil con el discípulo al que guía y lleva a la morada original.
M. Sawan Singh, Filosofía de los maestros (abrev.)