La esperanza del alma
Asiste al satsang, encuentra tu verdadero
camino y fúndete en el amor de tu maestro.
Él te ayudará a encontrar el tesoro del Nam en
tu interior y a reorientar tus pasos en los cielos
interiores. Hazlo ahora, en esta misma vida.
Sar Bachan Poetry (Selections)
Extracto de uno de los relatos del libro En busca del camino, creado a partir de los recuerdos de la autora Flora Wood en la época en que conoció al Gran Maestro, Maharaj Sawan Singh Ji, quien la inició y por quien se sintió atraída a las enseñanzas de Sant Mat:
Hoy asistimos al satsang principal y el maestro comenzó con la siguiente explicación:
Cuando miras un árbol te das cuenta de que ha surgido de una diminuta semilla (y el maestro hizo aquí un gesto con sus bellas y expresivas manos para indicar su pequeñez), y que la pequeña planta ha crecido poco a poco hasta convertirse en un gigantesco árbol cuyas enormes ramas proporcionan una extensa sombra. Si reflexionas, verás que todo esto estaba dentro de aquella pequeña semilla esperando desarrollarse. Pero si te hubieran dicho de antemano que esta diminuta semilla crecería hasta formar un árbol tan inmenso, nunca hubieras creído que fuera posible. De igual forma, el alma y la Palabra están ocultas en el interior del cuerpo y la mente del hombre, en espera de que un gurú verdadero las desarrolle.
El maestro describió, de forma muy gráfica, el descenso del alma desde Sat Nam y explicó cómo al principio queda atrapada por el encanto de la mente y maya, su sirviente, quien a través de los sentidos la va alejando de su verdadero destino. Al principio, la aparta mediante la belleza de la diversidad y después, cuando la separación se instala por completo, con la ceguera de la ignorancia, hasta que el dolor y el desconcierto acaban por llenar su vida. Llegado este punto, el alma ya no recuerda un origen que le sirva de referencia y, confundida por las sórdidas alternativas que sus compañeros le ofrecen, queda atada a una cadena de acción y reacción que se va haciendo cada vez más larga y fuerte.
En lugar de entrar en sí misma –explicó–, desarrolla el ego y se exterioriza apropiándose de todo lo que ve a su alrededor, consiguiendo, como resultado, atarse con mayor fuerza a su terrible entorno; aún y cuando la salvación está siempre más cerca de ella que sus propias manos y pies.
Este ego –continuó– es la principal barrera que obstaculiza toda oportunidad de retorno a nuestro verdadero lugar de pertenencia. El ego encuentra su manifestación en términos tales como: ‘mí’, ‘yo’, ‘me gusta esto’, ‘me desagrada aquello’, ‘mi mujer, mis hijos, mis bienes’. Con el ego predominando, nunca podemos poseer verdaderamente nada ni conseguir la felicidad permanente. Al contrario, solo podremos lograrla abandonando el ego definitivamente.
A veces, el alma se vuelve vagamente consciente de su problema e intenta purificarse y redimirse por diversos medios… Literalmente, la única esperanza del alma mientras esté en esta forma humana, consiste en encontrar un guía que conozca la salida de este laberinto y así aprender de él la técnica de retirar la atención al tercer ojo, donde sintonizará la música pura de la corriente audible de la vida, su propia fuente de vida.
De este modo, lentamente y por medio de la práctica asidua y ferviente, aprenderemos a discernir y comenzaremos a ver, en cierta medida, el camino que nuestro gurú intenta enseñarnos. Al principio, debido al alboroto de nuestra vida mundana, no podremos percibir enteramente la gloria y la armonía que hay en nuestro interior; sin embargo, ahí está, exactamente igual que el fuego que se encuentra latente en la madera y brota a la vida al frotar la madera de la forma adecuada.
Todo el secreto estriba en dedicarnos, de todo corazón, a practicar las instrucciones de nuestro maestro, de modo que no solo nos parezcamos a aquel a quien amamos, sino que literalmente nos convirtamos en él.
Sí; he pensado que esto es lo que significa bhakti (devoción verdadera). Es amar a nuestro maestro, tan devota y firmemente que todas las fuerzas materiales dominantes desaparezcan y nos fundamos automáticamente en él. ¡Esto es realmente bhakti!
Sach Khand (la región interior verdadera) está aquí, y únicamente mi voluntad se interpone en el camino. El peor de los enemigos se convierte en amigo, pues comprendiéndolo a él, entiendo la razón de todo y percibo la serenidad y la paz en el corazón de la vida. Ante esto, ya no tengo necesidad del ‘yo’ y me convierto en ‘tú’ y ‘él’.
Pero creo que la dificultad está en que no puedo mantener este pensamiento en la mente por mucho tiempo. Me iré de aquí y el mundo irrumpirá en mi interior, y toda la gloria de este pensamiento se disipará como el rayo de sol en el jarrón de cobre del pequeño muchacho de esta historia:
Un niño pequeño jugaba en el jardín de su casa de campo con un viejo jarrón de cobre. Era una radiante mañana de primavera, fragante y bañada de rocío, llena de sonidos y vibrantes colores, del zumbido de los insectos y de la salvaje dulzura del canto de los pájaros.
Se sentó un largo rato con el corazón chispeante de alegría, mirando como el sol llenaba las profundidades de su dorado jarrón y, con la inocencia y el amor de la niñez, pensó en su madre que yacía enferma en una sombría habitación de la casa: su corazón anheló súbitamente poder transmitirle la paz y la belleza del jardín con el fin de aliviarla. Mientras estaba tumbado en la hierba, pensó: “Si dejara el jarrón abierto durante un tiempo, se llenaría con la luz del sol hasta el borde”.
Al cabo de un rato, lo tapó y lo llevó cuidadosamente dentro de la casa donde estaba su madre, y le dijo: “Aquí dentro te traigo un poco de resplandor del sol”. Pero al abrir la vasija, el interior estaba oscuro y frío, y la tristeza le llenó el corazón.
¿Qué puedo hacer para retenerlo? Apenas hice esta reflexión, cuando escuché la voz del maestro en mi conciencia: “El ser humano por sí mismo está completamente desvalido, igual que una pluma agitada por el viento, solo adquiere el sentido de orientación cuando Dios le sonríe. Todos somos mendigos en su puerta, y solo podemos obtener su gracia pidiéndola continuamente. Entonces, por su misericordia, él nos escucha y nos lo da todo”.
Únicamente ejercitando constantemente el espíritu lograré fortalecerlo –pensé–, pues, como en cualquier otra actividad de la vida, la fortaleza nos viene de la práctica. Al menos dos horas y media de bhajan (meditación) al día, ha dicho en muchas ocasiones. Todo se debe a él; solo él puede darme tenacidad de propósito, el bhakti (devoción) para llevar esta tarea a cabo.
En busca del camino