Cartas espirituales
¡Oh!, ¿adónde iré cuando la bienaventuranza
es mi propio amor? Mi mente no fluctúa. Se
ha hecho incapaz de moverse. Un día surgió
en mi mente el deseo de ver a Dios. Raspé el
sándalo y extraje su perfume. Fui a adorar al
Señor en un templo, pero mi maestro me lo
mostró en mi mente.
Ramananda, citado en Mi sumisión
El primer paso en la práctica espiritual es comprender el objetivo de escuchar el Shabad. La función del Shabad es llevar al alma hacia arriba y hacia adentro, a los planos superiores. Pero el Shabad es incapaz de arrastrar al alma en tanto no la retiremos de todo el cuerpo y la recojamos en el foco del ojo. Lo mismo que una pieza de tela fina que se haya prendido en un arbusto espinoso queda hecha jirones si tiramos fuertemente de ella sin antes desprenderla de cada una de las espinas, de igual modo el Shabad no elevará al alma en tanto esté impregnando cada una de las células del cuerpo, aun cuando se oiga el sonido.
Por consiguiente, el primer paso es retirar del cuerpo la corriente de atención hasta el punto desde donde el sonido pueda elevarla. Esto se realiza concentrando la atención en el centro del ojo, lo cual solo es posible cuando la mente queda inmóvil. Hay varios métodos para inmovilizar a la mente y recoger la corriente de atención en los ojos. Pero el más cómodo y más fácil de todos ellos es la repetición de los nombres sagrados prescritos por los santos, mientras se tiene la atención fija entre los ojos. En realidad, es la mente la que ejecuta la repetición.
No es un asunto fácil poner a la mente bajo control y hacer que se quede inmóvil y tranquila. Esto requiere años de paciente labor. Cuando la concentración es completa y las corrientes del alma se han retirado hasta el centro del ojo, la atención se retiene allí con la ayuda del dhyan o contemplación de la forma radiante del maestro.
La ciencia del alma, carta 6
Cuando avances en tu meditación sentirás paz y dicha; pero será un sentimiento duradero, no momentáneo. Esto sucederá cuando hayas practicado y dedicado un tiempo considerable a la corriente del sonido. Los sanskaras, –es decir: las impresiones de vidas pasadas–, capacitan a ciertas personas para oír fácilmente la corriente del sonido; pero el solo hecho de oírla no es suficiente. Tienes que ser uno con ella. Tu amor al maestro y la repetición de los nombres sagrados te permitirán lograrlo. Hay energía, paz y bienaventuranza en el Nam, llamado también Verbo, Shabad o sonido. Y la forma real del maestro es también el Shabad. El Shabad es lo que todos buscamos.
… Nada debe interponerse en el camino de tu meditación; y ningún discípulo ha de enfrascarse tanto en los asuntos del mundo como para que interfieran en su bhajan (meditación) o afecten su equilibrio mental.
La ciencia del alma, carta 9