Marionetas en la creación
Nadie se inicia a no ser que tenga que
iniciarse. El discípulo no tiene elección
ni tampoco la tiene el maestro.
M. Charan Singh, Spiritual Perspectives, vol. I
Un día llegamos al sendero espiritual sin saber muy bien porqué. A nosotros nos puede parecer que todo es repentino y que la casualidad ha querido que lleguemos a este sendero. Sin embargo, muchas veces sin planteárnoslo siquiera, sin saber nada acerca de él o del maestro, sin haber leído nada, sin buscar…, de repente se dan las circunstancias y nos encontramos en él.
Si nos paramos a pensar e intentamos analizarlo con nuestra mente racional, no podemos encontrarle una explicación. ¿Por qué yo? Nos preguntamos: ¿Qué he podido hacer para haber encontrado este sendero? O ¿por qué le encuentro sentido a todo y, sin embargo, todo lo que está tan claro para mí parece no motivar a los demás?
Hazur Maharaj Ji explica en Spiritual Perspectives, vol. I, que no es algo que suceda de la noche a la mañana, no es algo que suceda al azar, sino que “… Es el efecto acumulado de nuestro karma”. Y añade en el mismo libro:
Sea cual sea la forma en la que buscamos al Padre, si somos sinceros y honestos estamos invocando su gracia y entonces él nos marca (…) en ese momento es cuando nos sentimos atraídos por un místico o santo y, de forma automática, empezamos a seguir el sendero. Esa marca no es resultado de una o de dos vidas, sino de muchas.
Así que aunque nosotros no le encontremos una explicación desde el punto de vista lógico y racional, ni es casualidad que nos sintamos atraídos por el sendero ni podemos decir que se trate de algo repentino. Si hemos sido honestos y sinceros en nuestra búsqueda, si de verdad hemos querido profundizar en nuestra condición de seres humanos y hemos querido de corazón encontrar respuestas, Dios crea en nosotros ese anhelo de volver y nos pone en contacto con el sendero.
En efecto, nuestra situación actual es el resultado de una larga búsqueda y, aunque nosotros no seamos conscientes a nivel racional, sentimos esa atracción de la que habla el maestro. Una atracción que es tan intensa y tan profunda que no se puede ignorar.
En este sentido, Hazur Maharaj Ji continúa diciendo en Spiritual Perspectives, vol. I:
Todas las almas pertenecen al Padre, y el maestro está encargado de recogerlas y de llevarlas de vuelta a él. No pertenecen al maestro. Pertenecen a aquel que las ha marcado para un pastor en particular. Así que cuando el pastor silba, todas las que llevan su marca acuden automáticamente y se reúnen a su alrededor. El pastor no tiene derecho a rechazar a ninguna, y ellas no tienen otra opción más que la de acudir a él.
Jesús dice en la Biblia: Yo no hago nada por mí mismo. Hago lo que mi Padre quiere que haga. No tengo voluntad propia. Y no tengo ningún derecho a rechazar a nadie. Y cuando silbo mis ovejas reconocen mi silbido y corren hacia mí.
Es el ejemplo del pastor que hemos oído tantas veces. Las ovejas no le pertenecen. No son del pastor. Las ovejas son de Dios y él se las confía a un pastor para que las guíe, para que las cuide, para que se responsabilice de ellas y para que, en última instancia, las lleve de vuelta a casa.
Si hemos visto alguna vez pastar a las ovejas, sabremos que aunque haya dos o tres rebaños pastando a la vez en el mismo prado, cuando uno de los pastores a los que pertenecen los rebaños silba o las llama, solo las ovejas de su rebaño correrán a reunirse con él. Puede que haya cientos de ovejas pastando juntas, pero solo las de su rebaño dejarán de pastar y atenderán a su llamada. El resto ni siquiera oirán el silbido y continuarán pastando ajenas a él. Es por eso que en la Biblia leemos: “… las ovejas le siguen porque reconocen su voz” (Jn. 10:4).
De repente reconocemos ese silbido y todo empieza a cobrar sentido… Reparamos en cosas que antes pasaban desapercibidas para nosotros, las preguntas que no podíamos contestar se responden ahora de una manera natural y continuada, y también nos sentimos capaces de hacer el esfuerzo que requiere vivir las enseñanzas; un esfuerzo que antes ni pensábamos ni nos planteábamos hacer.
Todas las piezas del puzle encajan como nunca antes lo habían hecho, todo tiene sentido… ¿Por qué creemos que es? ¿Por qué ahora lo entendemos todo tan bien? ¿Creemos que es porque nosotros lo hemos decidido, porque nuestro intelecto ahora es capaz de entenderlo? ¡No! Esto no tiene nada que ver con el intelecto. Dios nos llama y nosotros no podemos hacer nada más que responder a esa llamada.
Todo empieza a moverse en dirección hacia él. Somos como ‘marionetas’ en sus manos y cuando él quiere los hilos empiezan a moverse.
No importa lo alejados de las enseñanzas que podamos estar, no importan las dificultades u obstáculos que nos retengan, cuando el Señor quiera y con tan solo un pequeño tirón del invisible hilo de su amor nos tendrá donde él nos quiera tener.
Nosotros no nos damos cuenta porque él va soltando el hilo y no podemos verlo, pero está ahí, y está en sus manos… ¡Qué sencilla y fácil sería nuestra vida si fuéramos lo suficientemente sabios como para caer en la cuenta de que todo lo que nos pasa es porque él quiere que nos pase, y que siempre que le da un tirón al hilo, aunque nos duela, es con el único objetivo de acercarnos cada vez más a él y acortar la distancia que todavía nos separa!
Él va tirando de nosotros y nosotros simplemente nos dejamos llevar. Y nos dejamos llevar complacidos y alegres porque es lo que queremos hacer. No somos nosotros los que atrapamos Sant Mat, es Sant Mat, es él el que nos atrapa a nosotros, con solo darle un pequeñito tirón al hilo. Ese tirón que sentimos en el interior y que ahora ya no podemos ignorar por más tiempo.
Alguien puede haberse preguntado alguna vez, si es imposible renunciar al sendero. La respuesta de los maestros, en este sentido es muy clara: esa marca es tan profunda que no puede borrarse. Por mucho que nos empeñemos… no podremos borrarla. Llevamos la voz de nuestro maestro tan grabada a fuego que no podremos evitar oírla; porque no somos nosotros, es él el que crea ese sentimiento, ese deseo en nuestro interior de amarle, el que nos pone la comida en el plato y el que nos da el hambre para poder comérnosla. Siempre ha sido así. Hazur Maharaj Ji dice en Spiritual Perspectives, vol. II:
Ese tirón (esa llamada) se tiene que sentir desde el interior y, entonces, automáticamente, nos veremos atraídos por él, incluso desde el exterior.
Hazur Maharaj Ji se refiere de nuevo en Spiritual Perspectives, vol. I, a cómo el Señor atrae al alma:
La coincidencia no existe en Sant Mat. No encontramos a un maestro por casualidad. No llegamos al sendero por casualidad. Hay una cuerda en la espalda de la que se está tirando.
De hecho, desde un punto de vista más elevado todos somos marionetas… Todos somos marionetas.
Creemos que somos nosotros los que decidimos, los que hacemos y deshacemos. No sentimos su ausencia. No notamos la cuerda en la espalda. El ego nos insensibiliza a ella. El ego hace que nos sintamos satisfechos con la vida que tenemos. Ese es el gran engaño. Esa es la gran ilusión.
Hazur Maharaj Ji en Spiritual Perspectives, vol. I, cita a Gurú Nanak, afirmando que ni siquiera una hoja se mueve sin que Dios lo ordene, y nos da un bonito ejemplo:
En los espectáculos de marionetas hay una gran bolsa, y todas las marionetas están en ella. El titiritero las saca y las pone en el escenario. Cada una de las marionetas lleva una cuerda en su espalda y el titiritero detrás de la cortina, con la cuerda, las va moviendo a todas. Todas las marionetas bailan sin reparar en la cuerda que llevan en la espalda.
Y continúa:
El alma realizada sabe que lleva una cuerda en la espalda y que alguien está tirando de ella haciéndola bailar a su son. El alma no realizada piensa: ‘¿Quién puede hacerme bailar? Yo soy quien baila’, pero en realidad está bailando con su ego. Para la persona que contempla el espectáculo no hay ninguna diferencia, todas las marionetas están bailando…
… esa es la única diferencia entre un gurumukh y un manmukh. Los dos viven en este mundo (…) Pero uno se ha dado cuenta de que solo es una marioneta (…) y se ha entregado a él (…) El otro es esclavo de su ego y cree que es él el que está bailando.
El alma realizada sabe que lo único que puede hacer es bailar al son que toquen… Y es esa toma de conciencia, esa comprensión la que simplificará nuestras vidas y nos quitará muchos problemas. Nos hará fuertes, porque como leíamos anteriormente el ego nos ciega y nos impide sentir la realidad de la marioneta que todos llevamos dentro.
El ego, el sentido de autoimportancia y el intenso amor hacia él, crea en nosotros la ilusión de que estamos separados de Dios y nos hace muy débiles. La constante necesidad de satisfacer a nuestro ego nos coloca en una situación en la que somos muy, muy vulnerables. Y es esa importancia que nos damos a nosotros mismos y a lo que nuestro ego necesita la que nos hace sufrir constantemente. Somos demasiado importantes para nosotros mismos. Y ¿por qué nos deberíamos conceder tanta importancia? La marioneta tiene la importancia que tiene…
¿Cuál es el bienestar que le puede preocupar a una marioneta? La marioneta es feliz bailando, actuando, dejándose llevar. Porque, ¿qué preocupaciones puede tener una marioneta?, ¿las de bailar y actuar en una representación que no es real, en una representación que en algún momento terminará?
Por muy mal que vaya la obra, por muy frustrante que sea el guion, la dirección de esta representación no es nuestra. Nosotros tan solo actuamos de acuerdo a nuestros karmas, pero él tira de los hilos en cada una de las escenas de la obra.
En esta creación hemos sido marionetas desde el principio, nunca hemos tenido elección. Hazur Maharaj Ji dice en The Master Answers:
¿Cómo pudimos haber tenido elección cuando estábamos con el Señor? La elección aparece con la mente, y allí no hay mente. Hemos sido enviados… La cuestión de la elección, pues, no se plantea.
La cuestión de la elección, de la opción no se plantea. Cuando no hay mente, no se decide, no se opta por nada: simplemente se hace. Fue de esta manera como llegamos a esta creación; la elección es territorio de la mente, y allí no hay mente, no hay ego, por tanto no hay nada que elegir.
Ser conscientes de que somos marionetas es la mayor realización que podríamos tener en esta vida. Por mucho que nos duela, por mucho que le duela a nuestro ego, solo hay una forma de deshacernos de él y de adquirir esa consciencia: a través de la meditación.
Hazur Maharaj Ji nos explica en Spiritual Perspectives, vol. I:
Todos somos marionetas, y la mayor realización que podríamos alcanzar en este mundo es la de que somos marionetas. Por medio de la meditación aprenderemos que somos marionetas, que no podemos hacer nada. Nos desharemos de nuestro ego y empezaremos a darnos cuenta de que todo lo que se hace lo hace Él.
La meditación es lo único que nos ayudará a alcanzar esa conciencia. Porque cada día y poco a poco irá quitándonos todas esas capas de ego que nos sobran y que no son en realidad nuestras; todas esas capas de mente que se interponen y que nos nublan la visión, que impiden que veamos que somos todos rayos de un mismo sol; y cuando al final del día el sol se ponga y la obra termine volverán a ocupar el lugar que les corresponde, volverán a su lugar con el Padre.
Así pues, cuando el telón esté a punto de cerrarse y estemos a solas en meditación, no tengamos ningún sentimiento de lamento; no nos quedemos con la sensación de que no hemos hecho todo lo que hubiéramos podido hacer.
Hazur Maharaj Ji nos decía que al principio de la creación hicimos lo que se nos dijo que hiciéramos; éramos almas puras, sin mente y por tanto, igual que las marionetas, sin elección. No tuvimos elección entonces y tampoco la tendremos cuando la obra termine. Y nuestra obra terminará algún día…
Como leemos en la Biblia: “El Señor lo dio, y el Señor lo ha quitado. ¡Bendito sea el Nombre del Señor!” (Job 1:21).
El Señor nos puso en esta obra y, en su momento, también nos sacará de ella. ¡Bendito sea el Nombre del Señor!
Toda esta representación no es sino
el sueño de una noche,
y ahora te he despertado.
Falso es el cuerpo, falso el mundo
y falsa la mente que nos atrae…
Soami Ji. Citado en Sultán Bahu
Es cierto que nuestra alma está muy
enmarañada en las redes de la ilusión, pero
en todas las personas, incluso en el más
despiadado de los pecadores, siempre hay
cierta inclinación natural hacia su origen.
Por la gracia del Señor aumenta esa tendencia
a volver a la fuente y comenzamos a buscarle.
Por la gracia del Señor nuestra mente se torna
hacia él, y es él quien crea deseo y anhelo que,
a su debido tiempo, nos vuelven a él.
M. Charan Singh, En busca de la luz
Debes saber que de pies a cabeza
el místico verdadero encarna los atributos de
Dios, aun cuando lo ves en forma humana.
En tus ojos, él es como espuma,
pero él se describe a sí mismo como el océano;
a los ojos de los hombres está quieto,
pero en cada instante está viajando.
Aún te resulta difícil entender el estado del
místico verdadero, incluso cuando él despliega
un millar de los mayores signos de Dios;
¡qué torpe eres!
Jalaluddin Rumi. Citado en Vida honesta
No deberíamos hablar de ver,
sino en lugar de ver y vidente
hablar audazmente de una unidad simple,
ya que en esta visión ni distinguimos ni hay dos.
Plotino. Citado en Gurú Nanak, sus enseñanzas místicas