Introducción
La vida es incierta. El esfuerzo por cumplir con nuestro deber espiritual al tiempo que con las obligaciones mundanas, en cualquier situación en la que el Señor nos haya puesto, es realmente el ideal recomendado por los maestros. La meditación tenemos que practicarla ahora, no es algo que debamos programar para el futuro. El futuro quién sabe si llegará y si nos permitirá llevar a cabo nuestros planes en la forma que hemos pensado.
No hay situaciones ideales. Tenemos que adaptarnos a las situaciones, las situaciones jamás se adaptarán a nosotros. Si pensamos: cuando este problema se solucione o cuando me descargue de estas obligaciones podré hacer la práctica espiritual, eso nunca ocurrirá. En la vida se suceden un sin fin de cambios y debemos ser realistas, ya que todas las circunstancias, sin excepción, se presentan con una buena parte de imperfección. Emprender el sendero espiritual y alcanzar la meta implica una constante adaptación, y solo si tenemos bien afianzada la prioridad de la práctica espiritual, podremos sortear el temporal de la vida, es decir, los efectos desequilibrantes de los buenos y malos karmas que debemos afrontar.
Cuando ocurre algo en contra de nuestros deseos, no podemos evitar sentir rigidez, agitación y desequilibrio, por eso los místicos afirman que la meditación es el único factor que puede relajarnos, además de fortalecernos para adaptarnos a las situaciones, y nos recuerdan que la felicidad se apoya en eso.
Cualquier hora es buena para meditar. Si esperamos a que las condiciones sean ideales, probablemente nunca nos sentemos a meditar. A cualquier hora tenemos una buena oportunidad de calmar y purificar a la mente ¡Qué mejor manera de terminar o de comenzar el día que dándole las gracias al maestro, dejando a un lado todas las preocupaciones, y poniéndonos en contacto con la fuente de paz y gozo que hay en nuestro interior!
Meditación viva