El faquir y las hormigas
El corazón donde viven el amor y la compasión
por todos los seres vivos, no tiene espacio
para los placeres personales. ¡Oh, amigo! Ten
cuidado de no dañar a ninguna criatura viva;
herir a su creación es olvidar al Creador.
Ansari de Herat, citado en Cuentos del Oriente místico
En cierta ocasión, un faquir temeroso de Dios inició un largo viaje, llevando consigo una bolsa de pan para comer en el camino. Al final de su primer día de viaje llegó a una pequeña mezquita, y allí descansó durante la noche. Al reanudar su viaje a la madrugada siguiente, caminó a buen paso unos ocho kilómetros y luego decidió comer un poco. Pero al abrir su bolsa, se encontró con que el pan estaba lleno de hormigas.
“¡Ah!, esto está muy mal”, pensó. “Pues me he llevado a estas pobres hormigas muy lejos de su casa en aquella mezquita. ¡Cómo deben añorar estar con sus compañeras!”. Muy preocupado por el bienestar de las hormigas, el faquir desanduvo sus pasos y devolvió a las hormigas a su hogar en la mezquita.
La verdadera religión enseña compasión, no violencia.
Cuentos del Oriente místico
Sin duda, el comportamiento del faquir denota una extremada sensibilidad por esas hormigas, que no por ser minúsculas dejan de pertenecer a la creación del Señor. El trasfondo de su acción abre una profunda reflexión acerca de la conducta del ser humano respecto a todos los seres que existen. Si es posible que alguien se conmueva por unas criaturas a las que fortuitamente se las ha perturbado al alejarlas de su grupo y hábitat, ¿qué tipo de perturbación o alteración podemos pensar que estamos causando a los animales, en general, cuando para satisfacción del ser humano no solo se les arranca de sus progenitores y compañeros de especie sino que se les explota y sacrifica…? ¿Cómo es posible que nos pase desapercibido el hecho de que con nuestro desconsiderado trato estamos infligiendo sufrimiento y dolor a seres que como nosotros también sienten? Nada más oportuno, llegados a este punto, que las palabras de Hazur Maharaj Ji a este respecto, tomadas de unos de sus satsangs publicados en el libro Discursos espirituales, vol. II:
Cada día miles de animales de diferentes clases son sacrificados simplemente para llenar nuestros estómagos. ¡Cómo chillan y cacarean, balan y gritan esas gallinas, ovejas y cabras, mientras día y noche les cortan sus gargantas! ¿Nos hemos detenido alguna vez a considerar en qué estado nos encontraríamos si hubiésemos de tomar nacimiento en esos cuerpos debido a nuestras acciones, y fuesen ellos los que estuvieran con los cuchillos y las hachas en sus manos?
Cuando nos pone una inyección, el médico solo tiene que esterilizar la más fina de las agujas para que a pesar de la robustez de nuestros cuerpos nos pongamos a temblar de miedo. Y con todo, cuán implacablemente continúan los mataderos matando a pobres criaturas. ¡Uno se estremece con solo pensar en la situación de esas formas inferiores de vida! Simplemente nos faltan las palabras.
Los místicos nos explican que hay dos fundamentos en la creación: el amor, la esencia misma de la existencia o poder positivo que infunde vigor a todo, y la justicia, la ley de causa y efecto que preserva y asegura la continuidad de la existencia. Es muy sencillo: Las acciones positivas producen resultados positivos y las acciones negativas producen resultados negativos. Ninguna acción queda sin respuesta, y el principio de justicia lo enlaza todo y a todos a través del tiempo y el espacio.
Puesto que matar es una acción que siempre trae consigo dolor y sufrimiento, una vida sin violencia, incluyendo el no comer animales, es el resultado natural de este entendimiento. El vegetarianismo es también la elección preferida de muchos, que eligen vivir simplemente en armonía con aquello que ellos sienten que es básicamente la naturaleza positiva y entrañable de la creación.
La compasión, el interés activo por el bienestar de toda vida, es la encrucijada desde donde podemos mejorar nuestra condición humana hacia una experiencia más elevada del ser. Tenemos la oportunidad de prestarle nuestra atención al instinto divino que se encuentra dentro de cada uno de nosotros, y con nuestra forma de vivir convertir el principio de justicia y equilibrio que gobierna el mundo en una experiencia de amor.
Matar insectos es un pecado mayor que matar vegetales, matar pájaros es peor que matar insectos, y matar mamíferos es peor que matar pájaros, mientras que matar al hombre es el peor de todos los pecados. Se crea karma incluso comiendo vegetales, pero no es tan pesado como el que se crea comiendo alimento animal.
El santo sonido es en sí mismo lo bastante poderoso como para eliminar toda clase de karma. Cuanto más ligero sea el karma, mayor será la atracción del alma por el sonido.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales