¿Qué es ser feliz?
Difícil es obtener un nacimiento humano;
difícil es la vida humana.
Difícil es poder escuchar las enseñanzas
verdaderas; y rara es la aparición
de los seres iluminados.
Buda. Buddhism: Path to Nirvana
“No te preocupes y sé feliz”. Solía decir Hazur Maharaj Ji en muchas de las sesiones de preguntas y respuestas con sus discípulos. Y a Baba Ji también le hemos oído decir, haz tu meditación, vive en la voluntad del Señor y sé feliz.
Los maestros espirituales traen un mensaje directamente de los dominios del espíritu, llamándonos a todos a salir del ruido, la confusión y la lucha que existen en el plano de la materia y la mente para entrar en el apacible sendero de quietud en el interior de nuestras propias almas. Así, percibiremos esa llama divina que arde siempre firme y segura, y que descubriremos cuando nuestros cansados ojos vuelvan de la luz exterior al interior.
¿Cómo podemos abrazar ese mensaje esperanzador de los maestros cuando estamos totalmente abocados a vivir en un mundo enormemente materialista que nos sumerge en la constante preocupación, derivada del apego que profesamos a los seres y cosas que forman parte de nuestra vida?
Tal vez por esta razón, cuando pensamos en ser felices nos preguntamos si es posible serlo, y no solo nos preguntamos si es posible ser felices sino si realmente sabemos qué es ser feliz. En la siguiente cita del libro El maestro responde, Hazur Maharaj Ji nos da la clave:
La meditación es un tratamiento para todos los males (…) La finalidad de la meditación es mantener nuestros pensamientos concentrados y ser felices interiormente.
En realidad, desde el punto de vista de los maestros, el camino a la felicidad es el camino de la paz y el de la ausencia de preocupaciones, porque son justo las preocupaciones las que nos privan de gozar de un estado ausente de agitación o intranquilidad en el que podríamos sentir una dicha serena, alegre, amable y positiva.
Para salir del ámbito de la preocupación, los místicos dicen que debemos ser atraídos y apegarnos a algo que sea lo suficientemente fuerte como para sacarnos de esa preocupación. Y cuando dicen que el apego al Shabad crea desapego, nos están indicando el camino. Necesitamos experimentar la dicha y la paz que proporciona el sonido interior para darnos cuenta del horror en el que vivimos, siempre alterados. Solo así querremos salir de ese estado. Hazur Maharaj Ji dice en el libro: The Master Answer:
Solo cuando nuestra mente se apega al Shabad, se desapega entonces de la materia. Ese desapego, por sí mismo, le da paz a la mente (…) La materia no da ninguna felicidad a la mente. Solo el Shabad proporciona felicidad duradera. El sendero espiritual produce felicidad en la mente y en el alma. La materia es otro engaño para los sentidos.
En lo que al desapego se refiere, si bien, en general, puede que no tengamos una experiencia plena del Shabad, sí tenemos indicios de lo que representa: pensemos por un momento en cuando tenemos la oportunidad de pasar una estancia en Dera junto al maestro. En ese lugar en el que estamos apartados de los asuntos rutinarios que normalmente desempeñamos en la vida, podemos practicar la meditación en el Shabad con un ambiente mucho más propicio y motivador. Es justo la facilidad con la que podemos profundizar en la meditación, debida a ese ambiente desconectado de nuestras obligaciones, lo que nos proporciona una experiencia próxima a esa dicha y paz resultantes del Shabad. Es entonces cuando al volver a nuestras respectivas rutinas en nuestros países, comprobamos la diferencia de nuestro estado de paz mental con respecto a cuando nos fuimos: nos parece que hay una distancia entre la vida y nuestro ser, y precisamente ese sentimiento es un principio de desapego fruto de la meditación profunda. Posteriormente, con la práctica sincera de la meditación, lograremos un progreso definitivo con el que experimentaremos el Shabad plenamente, y consolidaremos un estado de interiorización y felicidad que manifestaremos en nuestra forma de relacionarnos con los demás.
Hazur Maharaj Ji dice en Muere para vivir:
Cuando no permites que tu mente se disperse por el mundo, entonces no pierdes tu equilibrio. Tu mente está absolutamente firme, tú estás siempre contento, sientes felicidad e irradias felicidad. Ese es el efecto de inmovilizar la mente: siempre estás feliz, nada te molesta.
Ese estado de mayor desapego, fruto de la interiorización, va ligado a la aparición de un agudo sentido de discriminación que nos permite ver, con una claridad diáfana, la naturaleza efímera de la vida: todo lo que existe es transitorio y perecedero. Nada permanece sin cambio ni tan solo por un instante. Y comprobamos, por propia experiencia, que la consecuencia de la temporalidad es el sufrimiento.
En este escenario de la vida caracterizado por la incerteza e irrealidad que tan solo nos ocasiona sufrimiento, nuestro objetivo debe ser apegarnos mediante la práctica interior al maestro y al Nam que, en la medida que son permanentes, representan para nosotros la verdadera fuente de paz y felicidad, no solo en este mundo sino también en el otro.
En La llamada del Gran Maestro leemos:
… La relación del maestro con su discípulo es una relación de gran amor”, prosiguió el Gran Maestro. “Ninguna relación mundana puede comparársele. Todos nuestros familiares nos dejan tarde o temprano, pero no ocurre así con el maestro. Él no nos deja siquiera después de nuestra muerte…
También en el libro Buddhism: Path to Nirvana leemos:
… Al no darnos cuenta de que en este plano nadie pertenece a nadie, el apegarnos a alguien o algo transitorio es tan solo causa de sufrimiento. Más aún, generalmente nos olvidamos de que la mayoría de las personas inician o rompen sus relaciones de acuerdo a intereses cambiantes; cuando una relación cambia o se rompe, o un amigo se convierte en un enemigo, solo nos trae sufrimiento.
Podría darnos la impresión de que la vida no es más que dolor, pero los maestros no niegan la felicidad en la vida, sino que simplemente enseñan que el sufrimiento se debe a la naturaleza transitoria de la felicidad. Los maestros son realistas. Presentan el verdadero panorama de este mundo con el propósito de infundir en la gente el suficiente anhelo por la liberación, por un estado de permanente bienaventuranza. En consecuencia, eso debería estimularnos a practicar la meditación, considerándola como nuestra tabla de salvación; pues en efecto es el camino hacia la felicidad, debido al desapego que adquirimos con la conexión interior al Shabad.
Así que cuando el maestro nos dice “sé feliz”, nos está diciendo haz la meditación, y hazla con convicción porque ese es el camino para que puedas ser feliz. Sí, es un buen mensaje de alguien que quiere que de verdad vivamos felices y tranquilos dentro del mandato de su voluntad, dentro de los parámetros y modo de vida de las enseñanzas. Si practicamos con sinceridad, si nos entregamos incondicionalmente a la voluntad del maestro, él dice que entonces encontraremos mucho más interesante nuestro bhajan (meditación). En el libro el Yoga y la Biblia se cita a Daryai Lal, quien solía decir: “¿Disfrutas con tu meditación?”, y si respondías que ‘no’ su rostro mostraba una gran sorpresa y exclamaba: “¿Que no disfrutas con tu meditación? ¡La meditación proporciona mucha dicha!”.
¿Qué se interpone en el camino hacia el gozo en nuestra meditación? Preocupaciones y más preocupaciones. No tenemos la habilidad de parar los pensamientos. ¡Por qué cuando nos sentamos a meditar no hacemos un trato con la mente y nos decimos a nosotros mismos: voy a repetir los nombres lentamente, de uno en uno; uno tras otro pausadamente, diferenciándolos, con dedicación y sobre todo con devoción! Esos cinco nombres, que al ser cinco y repetirlos encadenadamente sin dejar espacio para que entre ningún pensamiento, impedirán que la atención se escape tal como explica Baba Ji.
La preocupación no nos proporciona avance espiritual. La preocupación demora nuestro progreso, pospone el gozo de la meditación. Estamos tratando de aferrarnos al Shabad y al maestro, los únicos destructores de preocupaciones, dudas, miedos y ansiedades, y los creadores de paz y serenidad eterna.
Una de las finalidades de la meditación es gozar de ella. Si no pudiera ser así la mente no se comprometería a hacerla. Entonces, ¿por qué preocuparnos? Tal vez porque como todavía no obtenemos tanta felicidad o satisfacción de la meditación como de las cosas del mundo, seguimos sin dedicarnos a ella de todo corazón y con la sinceridad e intensidad que el maestro desea.
Y entonces, naturalmente, el maestro nos sigue recordado lo importante y fundamental que es practicar la meditación, independientemente de los resultados. Meditar es fundamental; no hay nada nuevo en escuchar esas palabras del maestro, pero es evidente que es un recordatorio. Es necesario que él nos lo recuerde, ya que a menudo perdemos nuestra objetividad y enfoque en la vida.
En esa búsqueda efímera de felicidad, perdemos de vista que nuestra vida tiene un propósito más noble y elevado que la búsqueda del placer mundano. Nuestra condición humana es superior a la del resto de criaturas y eso no es vano. Como suele decir el maestro, estamos evolucionando de las especies inferiores y ahora tenemos esta forma humana, ¿para qué? Para volver a Dios. Es la puerta de salida de esta prisión de la creación. Sin embargo, nos involucramos nuevamente en la búsqueda de placer y perdemos nuestro propósito en la vida.
El maestro nos hacía reflexionar en uno de sus satsangs diciéndonos que estamos evolucionando en esta creación, y suponiendo que hayamos estado un año en cada una de las 8 400 000 especies de vida, podemos darnos cuenta de que llegar adonde estamos ahora nos ha costado todo ese tiempo, eso sin contar que hay especies en las que la vida se prolonga por cientos de años. El maestro nos explica que hemos estado evolucionando, y remarca que en vidas previas estábamos en especies inferiores. Ahora tenemos la posibilidad y la capacidad de liberarnos, siempre que vivamos como seres humanos con un objetivo espiritual.
En este sentido, si observamos y comparamos el propósito de la existencia entre los diferentes seres que habitan en la creación, vemos que en la naturaleza todo tiene un orden y sentido, y cada criatura de acuerdo a su instinto desempeña una función para su existencia de la que jamás se desvía; igualmente el ser humano debería observar esa función en él, ese propósito superior, y sin perder la objetividad seguir su instinto divino para llegar a completar su meta.
Por tanto, como leemos en el libro Buddhism: Path to Nirvana:
La vida humana tiene un potencial inmenso. Tenemos la opción de descubrir, desarrollar y utilizar este potencial y así obtener la inmortalidad, que es el objetivo real de esta vida; o hacer caso omiso, degradar o utilizar mal este potencial, y por consiguiente permanecer atrapados en el ciclo de nacimiento y muerte desperdiciando esta vida.
Los místicos remarcan la importancia de este momento y circunstancia en la forma humana, calificándola de excepcional. Y aunque nos parezca normal, aunque muchos crean que es así por derecho, no es así.
En la literatura budista se enfatiza la excepcionalidad del nacimiento humano con el siguiente símil:
Imagina que hay un inmenso y profundo océano, tan grande como este mundo, sobre el que flota una argolla de oro, y que en el fondo vive una tortuga ciega que sube a la superficie una vez cada cien mil años. ¿Cuántas posibilidades habría de que introdujera la cabeza dentro de la argolla?
Los elementos de esta analogía tienen el siguiente significado:
El océano es el estado del samsara (ciclo interminable de existencia); la tortuga, los seres humanos; su ceguera, la ignorancia; y el yugo, las enseñanzas de Buda.
Así que con todo lo dicho podemos concluir que esta es nuestra mejor oportunidad, porque además de tener un cuerpo humano hemos recibido las enseñanzas y la iniciación de un maestro espiritual, y podemos poner fin en esta vida al ciclo interminable de reencarnación en el que hemos estado atrapados, vida tras vida.
Es deseo del maestro que seamos felices, independientemente de las circunstancias en las que nos encontremos. Si mantenemos constantemente nuestra atención en el Señor, lo lograremos. Es aquí donde el simran encuentra su mayor sentido, pues mantener constantemente nuestra atención en el Señor es equivalente a la meditación de veinticuatro horas a la que se refiere el maestro. Mediante el simran la presencia del maestro se vuelve realidad hasta en el más insignificante de nuestros actos; es así como podemos ser felices.
Algunos encuentran felicidad en riquezas mundanas
y promesas celestiales.
Rezar me previene de las dos; ahí reside mi felicidad.
Envuélveme en tu amor, ¡este es mi deseo!
Sarmad, Martyr to Love Divine
No hay ningún inconveniente en reír y
sentirse feliz. Por el contrario, es una virtud
considerarse dichoso, pensar en nuestro
maestro en todo momento y contentarnos
con nuestra suerte. Él nos envía la felicidad,
y también es él quien nos manda el dolor,
con arreglo a lo que nos conviene en cada
momento. Sin embargo, te advierto que cuando
hayas estado un tiempo suficientemente largo
en contacto con el Shabad nunca te sentirás
solo, incluso preferirás estar solo para que
puedas disfrutar la bienaventuranza de su
compañía.
M. Charan Singh. Luz sobre Sant Mat
Si hacemos feliz este instante, nuestro pasado
se hace feliz automáticamente y no tenemos
tiempo para preocuparnos del futuro. Así
que tenemos que tomar la vida como viene y
pasarla felizmente. Y el simran ayuda.
M. Charan Singh. Muere para vivir
Amigo mío, el más feliz es el que mantiene al
Señor en el pensamiento constantemente.
Aquí o allí hace siempre lo correcto.
Te aconsejo que no estés
tan apegado a este mundo,
el equilibrio en todo momento es lo más justo.
Sarmad, Martyr to Love Divine