El atajo hacia Dios
Mi corazón buscó tu fragancia
en la brisa del amanecer,
mis ojos buscaron la flor de tu cara
en el jardín de la creación.
Nadie me pudo llevar a tu morada;
tan solo la contemplación
me enseñó el camino.
Sarmad, Martyr to Love Divine
El amor es la esencia de toda búsqueda espiritual. Todo esfuerzo, incluso la práctica del Nam o Shabad, debe tener en esencia un deseo ardiente de encontrar al Señor. El Shabad, el poder omnipresente de Dios, es amor; una vez que un alma es conectada al Shabad por un maestro verdadero, se establece el vínculo del amor con el Ser supremo. La práctica del Shabad genera amor en el corazón del devoto y el amor atrae interiormente al alma a regiones más altas.
El amor del que hablan los santos no es el sentimiento de apego en el plano físico; el amor físico del mundo es perecedero y acaba cuando acaba la vida. El amor divino es el amor entre el alma y el alma suprema; es la atracción de la gota por el océano. El amor entre el discípulo y el satgurú tiene un componente físico, en tanto que está generado por la belleza física del maestro, y crea en el discípulo el anhelo de estar siempre en compañía del maestro. Sin embargo, esencialmente se trata de un vínculo interior entre el alma y el Shabad, puesto que el satgurú es la manifestación del Shabad. El amor eleva y ennoblece, y es una experiencia que trasciende todos los límites físicos y que no puede expresarse con palabras.
A diferencia del amor mundano que es efímero, el amor entre el discípulo y el maestro es eterno. La muerte, que corta todos los lazos, no puede romper el vínculo de este amor divino. Tras la muerte, el alma del discípulo amoroso permanece con el maestro en las regiones interiores y su amor, con fuerza siempre creciente, le permite acompañar al maestro a las regiones superiores, más allá del reino de causa y efecto.
El amor por el maestro conduce al buscador al amor por el Señor pues, como expresa Kabir, “… no se puede amar a alguien a quien no podemos ver, sentir o percibir y con quien no podemos hablar ni comunicarnos”. Para hacer comprender al buscador la necesidad de amar al maestro, Kabir le aconseja: “No intentes amar a Dios; ama al hombre de Dios. El Señor te concede riqueza, prestigio y posesiones, pero el hombre de Dios te concede al Señor”.
Sant Mat es el sendero del amor. El amor es el atajo para llegar a Dios, por tanto la práctica del Nam, llevada a cabo con amor, acelera el viaje del alma hacia su hogar.
Kabir, el tejedor del Nombre de Dios
Ama a aquel que mantiene tu amor hasta el final;
el amor multicolor del mundo te manchará.
Entrega tu cuerpo, tu mente y tu alma
a aquel que nunca, nunca te abandonará.
Kabir, el tejedor del Nombre de Dios
Mi corazón anhela el darshan de mi maestro,
y gime por él, cual el pájaro de la lluvia
por una gota de lluvia.
Mi sed aumenta y mi corazón se agita
sin ver al santo que amo.
Sacrificaré todo mi ser, todo lo que soy,
por solo una visión de mi maestro,
mi santo, mi amado.
Tu rostro es placentero, tus palabras son eco
de la divina melodía de Sahaj;
eones tras eones han transcurrido desde que te vi,
mi amado señor.
Bendita es la tierra donde habitas,
mi querido amigo, mi señor.
Sacrificaré todo mi ser, todo lo que soy por ti,
mi maestro, mi amigo, mi señor.
Un instante sin ti y la edad de las tinieblas
desciende sobre mí;
¿cuándo te hallaré de nuevo, mi amado señor?
Mis noches de agonía son inacabables,
el sueño me ha abandonado,
por la ausencia de un vislumbre
de la corte de mi maestro.
Sacrificaré todo mi ser, todo lo que soy,
para alcanzar la auténtica corte de mi maestro.
Gurú Arjan Dev publicado en Kabir, el tejedor del Nombre de Dios