El maestro responde
Toda esta obra es el sueño de una noche,
y ahora te he despertado.
Falso es el cuerpo, falso el mundo
y falsa la mente que nos atrae.
Soami Ji, citado en Sultán Bahu
P. Nos dicen que todas las cosas en nuestra vida son una ilusión o un sueño ¿Es eso cierto?
R. Quiere decir que lo que vemos no tiene realidad, en el sentido de que nada perdurará. Nada permanecerá, todo es perecedero, no es para siempre. ¿Dónde está Cristo ahora? ¿Dónde está Nanak ahora? ¿Dónde está Moisés ahora? Todos eran reales cuando estaban en carne y hueso pero, ¿dónde están ahora? Ya no están en el cuerpo, así que el cuerpo no es la realidad. El espíritu en ellos era real y no el cuerpo que está formado por los cinco elementos en los que se funde de nuevo dejando entonces de existir.
¿Dónde están ahora aquellas civilizaciones antiguas? Surgen nuevas civilizaciones y las antiguas desaparecen. ¿Qué hay de real aquí? Todo es perecedero, nada es para siempre. En ese sentido es una ilusión.
Solo el Señor es real, aquel al que no vemos, al que no conocemos. Lo que vemos, lo que se supone que sabemos, lo que creemos que sabemos, no es en absoluto real.
P. ¿Este mundo está aquí realmente o todo esto es un sueño?
R. Este mundo es perecedero. No podrás quedarte en él para siempre. Este mundo es perecedero.
P. ¿Existe realmente?
R. Existe en cierto modo. Cuando estás soñando todo te parece real. Solo cuando despiertas del sueño te das cuenta de que de hecho no era verdad. Solo era un sueño. Mientras vivimos en este mundo pensamos que todo es completamente real. Cuando abandonamos este mundo entonces nos percatamos de que fue solo un sueño.
P. Bueno, si es un sueño, ¿por qué hay que esforzarse tanto?
R. Precisamente porque es un sueño carente de realidad. Tienes que convertirte en uno con la realidad. Aquí somos desdichados estando separados del Padre, así que deseamos huir. Si hubiésemos sido felices no habríamos pensado para nada en el Padre. No habríamos deseado volver a él si aquí hubiésemos sido felices. Como dijo Cristo: Bienaventurados los que lloran, los que sienten la separación del amado, los que echan en falta al amado. Ellos son los afortunados. Habiendo venido a esta creación echan de menos al Creador. Son realmente los privilegiados, los dichosos. Las enseñanzas van dirigidas solo a los bienaventurados, a los afortunados. Los que continúan satisfechos en este sueño seguirán formando parte de él. Los afortunados se darán cuenta de la farsa de este mundo y desearán ir a su hogar eterno, a su morada permanente. Sentirán la separación. Echarán al Padre en falta. Intentarán volver a él.
M. Charan Singh. Spiritual Perspectives, Vol. I