Introducción
Cuando seguimos el sendero espiritual, ¿cómo podemos estar totalmente seguros de que estamos en el sendero correcto? Los místicos nos dan los medios para que lo comprobemos por nosotros mismos, pero hasta que no lo hayamos hecho, necesariamente, tenemos que creer en algo.
En principio, es indispensable tener confianza en la supuesta verdad de las enseñanzas. Es lo mismo que hacemos para cualquier proyecto en la vida, primero trazamos un plan u objetivo y hasta que no llevamos a la práctica las acciones para lograrlo no tenemos la seguridad de que ese objetivo se cumpla. En la espiritualidad, nuestro primer objetivo es alcanzar el foco del ojo. Hasta que no lleguemos ahí no podemos saber nada con certeza. Solo debemos fijar la atención dentro del foco y mantenerla ahí, permitiendo que el cuerpo se vuelva insensible; volviéndonos inconscientes del mundo pero siendo completamente conscientes de todo lo que ocurre en el foco. Si mantenemos la atención de forma estable en el centro del ojo la concentración se producirá y la atención entrará en el interior, donde disfrutaremos de un estado de superconsciencia. Entonces estaremos seguros del sendero que seguimos.
Ahora bien, los místicos remarcan el hecho de que inmovilizar a la mente es un proceso gradual. Esto se debe a que durante mucho tiempo la mente ha almacenado en el subconsciente todas las impresiones de su actividad externa, y en el momento de la meditación afloran a la superficie enturbiando el proceso de concentración. El simran (repetición de los cinco nombres sagrados) es un método que funciona. Con el tiempo, nos llevará al centro del ojo, pero hemos de persistir con constancia y regularidad, dedicando tanto tiempo y entusiasmo como podamos. Este es el método que han seguido los maestros espirituales y que generosamente nos ofrecen para que alcancemos sus mismas verdaderas experiencias. ¡Practiquémoslo!