El impulso del alma hacia Dios
Somos llevados al lugar donde nos arrastran
nuestras atracciones. (…) Cuanto más intenso
sea el anhelo y la atracción, más rápidamente
obtendremos el objeto de nuestro deseo.
M. Sawan Singh. Joyas espirituales
En los escritos de santos sufíes y otros grandes místicos, encontramos conmovedoras y gráficas descripciones sobre la separación del alma de su fuente y de su inclinación por fundirse devuelta en ella. La lectura de tales relatos fomenta el anhelo de la unión con el Señor, incluso en aquellas personas que parecen estar desprovistas de cualquier tipo de interés en temas espirituales. Este impulso es, de hecho, la llamada del alma que, encarcelada por la mente y los sentidos, expresa su dolor y anhelo en forma de palabras.
Gurú Nanak nos da la misma enseñanza y se plantea, al principio del Jap Ji Sahib, la siguiente pregunta: ¿Cómo puede el ser humano llegar a ser verdadero? ¿Cómo puede unirse al Señor? ¿Cómo puede quitar el velo de falsedad que existe entre él y Dios? Él mismo nos da la respuesta: Esto solo es posible si una persona sigue su ley, su voluntad, la que él mismo ha establecido para todos.
Aquí Gurú Nanak nos indica que el deseo de buscar a Dios es inherente al alma, y ha sido así desde el principio de los tiempos. La consumación de esta búsqueda se realiza a través del amor. Dios ha plantado en nosotros la semilla del amor para fundirse en nosotros. El amor es la misma esencia del alma, y el alma nunca encontrará reposo a no ser que se una con su fuente. Gurú Arjan Dev todavía es más explícito:
Medita en el Señor. Este es un mandato para tu cuerpo y mente.
Siendo de la esencia de Dios, el alma es pura por naturaleza. Pero la mente, a la que está atada, la vuelve impura. Es por esta razón por lo que el alma está apegada a este mundo y es incapaz de unirse a su fuente.
No sigas los dictados de tu sucia mente.
Soami Ji
Tu mente hostil te ha engañado;
no abandona su maldad innata.
Soami Ji
El principal obstáculo entre el alma y Dios es la mente. Mantiene al alma atada al mundo e impide que vuelva a su fuente. Pero a pesar de este obstáculo, la unión no puede aplazarse indefinidamente. Después de todo, la mente es también una creación de Dios y, por lo tanto, está subordinada a él. Si Dios decide unir al alma a sí mismo, no hay poder que pueda interponerse. Todos aquellos que han realizado a Dios han subrayado este aspecto. Insisten en que es el Señor mismo el que atrae a las almas hacia él. El alma no puede por sí sola acercarse a Dios, ni mucho menos pensar en unirse a él.
Cuando el Señor atrae a un alma hacia sí, cuando él mismo la llama, ningún obstáculo puede detenerla. Entonces, es difícil para esa alma apartarse de Dios y volver a la vida terrena. Aquellos a los que Dios mismo llama, encuentran cansado volver a la vida en el mundo.
Según el místico Maulana Rum, nuestros esfuerzos por realizar a Dios, nuestro miedo y nuestro amor por él, nuestras invocaciones a él como el Todopoderoso son el resultado de la llamada de Dios mismo. En uno de sus versos, Dios se dirige al alma:
Fue mi atracción la que hizo que te esforzaras.
Liberó tus pies. Tu miedo y tu amor
fueron la escalera ascendente de mi favor.
A que me llamaras omnipresente
presté mi consentimiento.
Los escritos de los místicos afirman que el alma no busca a Dios, es Dios quien busca al alma.
Oh amigo, el amor por el Señor
fue implantado en mí desde el principio,
desde el día de la creación.
Saa’in Bulleh Shah
Amamos a Dios porque él nos amó primero.
Jesucristo
Los santos nos dejan claro que el objetivo de la vida humana, fundirnos en Dios a través del amor y la devoción, ha sido dispuesto por Dios mismo. Por lo tanto, el impulso de unirnos a él es natural y está en consonancia con la propia inclinación del alma.
Sultán Bahu